La insistencia de una pediatra que consiguió alertar y salvar del agua contaminada a los habitantes de una ciudad entera

Han sido casi dos años, pero las consecuencias para su población, especialmente los niños, pueden ser devastadoras. En el año 2014 las autoridades de Flint, una ciudad de unos 100.000 habitantes en el estado de Michigan (Estados Unidos), cambiaron su fuente de agua por una más barata; del sistema de Detroit al del río Flint.

Hoy, toda esa población que ha consumido esa agua supuestamente potable está en alerta porque tiene una cantidad peligrosa de plomo, que puede llegar a causar importantes daños cerebrales, especialmente en los niños. Sin embargo, las autoridades tardaron en reaccionar y ser conscientes de la magnitud del problema.

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Afortunadamente había una pediatra, que responde al nombre de Mona Hanna Attisha, de 39 años, que reunió pruebas e insistió una y otra vez hasta que el Gobierno terminó haciéndola caso. Si no hubiese sido por ella, quién sabe el tiempo que los pobladores de Flint habrían seguido consumiendo el agua contaminada.

La doctora es directora del programa de residencia pediátrica en el Centro Médico Hurley en Flint, pero decidió ignorar el protocolo médico cuando fue consciente de lo que estaba pasando en el pueblo. Los habitantes se quejaban del olor, la apariencia y el sabor del agua, por lo que la mujer decidió encontrar ella misma las pruebas, tras una investigación de un profesor de ingeniería civil, Marc Edwards, que mostró las evidencias de que el agua contenía plomo.

Hanna Attisha encontró en los registros de su hospital que el número de niños con altos niveles de plomo en la sangre se había duplicado o triplicado desde el cambio de la fuente de agua desde Detroit al río Flint. El procedimiento médico habitual es publicar este tipo de hallazgos en una revista científica, pero dada la gravedad del asunto, ofrecieron una conferencia de prensa.

“Tuvimos la ética, la moral y la responsabilidad profesional de alertar a la comunidad sobre esta crisis”, manifestó después.

Sin embargo, su alerta no recibió la atención esperada. Sufrió ataques, se la descalificó profesionalmente y se dudó de su investigación. Pero finalmente su terquedad dio sus frutos. El estado terminó admitiendo que el agua no estaba siendo tratada correctamente debido a que era más corrosiva y por culpa de las tuberías envejecidas de la ciudad el plomo se estaba filtrando. Ahora todo son elogios para la doctora e incluso la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Michigan va a tratar a los 27.000 niños que estuvieron expuestos al plomo. La iniciativa será dirigida por ella.

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Reparto de agua a los habitantes de Flint (AP).

La contaminación por plomo tiene sus efectos en el medio y largo plazo. Es especialmente sensible en los niños, ya que puede causar daños cognitivos y dificultades en el comportamiento. También enfermedades en el hígado y en los riñones. Afortunadamente la actuación de la doctora ha impedido que el problema se extendiera más en el tiempo.

Ahora la Agencia Federal de Gestión de Emergencias está suministrando agua a los ciudadanos y Flint intenta recuperar poco a poco la normalidad. Lo que está por ver es cuáles terminan siendo las consecuencias de dos años de consumo de plomo.

Javier Taeño (@javiertaeno)