La niña que con cuatro años está convencida de que es un niño.

Alicia tiene cuatro años. Nunca ha querido vestirse de princesa. Ni ponerse faldas. Juega siempre con los niños. Y se siente un niño. “Soy un chico, pero mi colita es invisible, no se ve”, le cuenta a quien quiera escucharla.

Con cuatro años.

Y ya ha llegado a la conclusión de que algo no cuadra en su cuerpo.

Como ella, cientos de niños más en España crecen con la sensación de que han nacido en un cuerpo equivocado. Alejandro –nacido chica- pidió a sus padres que le quitaran la falda y que nunca más le volvieran a poner una. Sólo quería pantalones. Tenía tres años. Y no era un capricho pasajero. Hoy se hace llamar por su nombre masculino, Àlex, y no por el que le pusieron sus padres –un nombre de chica- cuando nació. El proceso ha sido muy difícil para toda la familia, pero han contado con el apoyo de los amigos y de la escuela. Es fundamental.

Desde este curso, en Cataluña, los niños y niñas transexuales estarán más protegidos. El nombre es una pieza clave. Los profesores llamarán al niño –o niña- por su nuevo nombre, y será también ese nuevo nombre el que aparezca en las notas o en las listas de clase. Cualquier documento escolar llevará el nombre con el que el menor se identifica, a excepción de los oficiales, que por ley deben usar el que aparece en el registro civil.



Estos chicos y chicas tendrán, además, acceso libre a los baños y vestuarios donde se sientan cómodos. Serán libres de vestir como quieran y el profesorado evitará las actividades segregadas por sexo.


Se trata de normalizar la vida de estos niñas y niñas que sienten –desde muy pequeños- que nacieron con un cuerpo que no sentían como suyo. Y se trata sobre todo, de evitar casos como el de Alan, el joven que se suicidó en Nochebuena de 2015 en Barcelona tras años de acoso en el colegio; burlas, golpes y humillaciones porque él se sentía chico en un cuerpo de mujer.