La muerte de Aylan Kurdi no sirvió para nada

En el recuerdo de todos está su cuerpo inmóvil y boca abajo en una playa de Turquía. Sus pantalones cortos azules y su camiseta roja. Su deseo de alcanzar Europa, sepultado en la arena tras el intento frustrado de llegar a Grecia en una precaria embarcación.

El 2 de septiembre se cumple un año desde que murió Aylan Kurdi, el niño kurdo de 3 años cuya foto dio la vuelta al mundo, removió conciencias y mentalizó a las sociedades europeas y a sus autoridades de que la peor crisis migratoria desde la II Guerra Mundial había ido demasiado lejos. La indiferencia de los Gobiernos estaba provocando que miles de personas murieran en sus intentos de tener una vida mejor, lejos de las penurias de la guerra primero y de los campamentos de refugiados después.

365 días desde la muerte del pequeño y las promesas de un futuro mejor para que no hubiese más Aylan han terminado quedando en nada…

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Aylan muerto en una playa de Turquía

- Europa sigue rechazando a los refugiados con una política migratoria vergonzosa

Los líderes europeos se vieron sorprendidos por la magnitud de la crisis de refugiados. Ni tenían un plan, ni supieron hacer frente a una oleada migratoria de esa magnitud. Tras la publicación de la foto de Aylan, hubo en un primer momento buenas intenciones por parte de algunos países. Alemania por ejemplo llegó a acoger a cerca de un millón de refugiados. Sin embargo, pocos meses después Europa terminó cerrando la puerta a la acogida que hasta ese momento había dejado entreabierta.

Un acuerdo con Turquía, denunciado por las principales organizaciones de derechos humanos, permitía a los países europeos devolver a los migrantes que llegaran a sus costas. A cambio, mucho dinero y una serie de privilegios (el más destacado es que los turcos no tengan que usar visado en Europa). La UE se comprometió a reubicar a 160.000 refugiados, pero de momento solo se ha hecho con poco más de 3.000. A este ritmo, tardarán 43 años, cuando el objetivo inicial era hacerlo en solo dos…

- Hay miles de ahogados en el Mediterráneo

La travesía es muy peligrosa. Los refugiados cruzan el mar en precarias embarcaciones puestas en marcha por mafias que les cobran unos cuantos miles de dólares por el billete a la muerte. El objetivo de la UE era evitar que más personas muriesen en el camino, pero la falta de acción política y caminos seguros hace que millones de personas se sigan jugando la vida intentando llegar a Europa.

En lugar de intentar atajar la crisis, a través del establecimiento de vías legales y seguras para llegar a Europa o la persecución de los que se aprovechan de las necesidades de esta gente, la solución propuesta ha sido no permitir la entrada a Europa de nadie más. ¿Conclusión? Más muertes ante los ojos de una UE impasible y el Mediterráneo convertido en un enorme cementerio.

A finales de julio, la cifra casi superaba los 3.000 ahogados en 2016, según la Organización Internacional para las Migraciones. Si analizamos desde el año 2014, los números son aterradores: superan holgadamente las 10.000 víctimas.

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Rescate en el Mediterráneo hace escasos días (Reuters).

- La integración de los refugiados es difícil

La vida en Europa para aquellos refugiados que lograron llegar antes de que las puertas se cerrasen no es nada fácil. Siguiendo con el ejemplo de Alemania, el país, junto con Suecia, que más se ha esforzado en recibir a estas personas, las organizaciones humanitarias denuncian que los centros de acogida están saturados y en condiciones muy precarias, haciendo en ocasiones muy difícil la convivencia con continuos altercados. La barrera del idioma o de las costumbres –la mayoría vienen de Siria, Irak o Eritrea- tampoco ayuda.

No hay que olvidar que hablamos por lo general de gente que ha huido con sus familias y que normalmente en sus países de origen, especialmente algunos sirios, tenían una vida cómoda con un buen trabajo. Ahora intentan encontrar un empleo en lo que pueden y no suelen encontrar facilidades, viéndose abocados normalmente a empleos muy precarios.

- El conflicto sirio continúa y la violencia es insoportable

Ya son más de 5 años los que lleva Siria en guerra. Un país que al inicio del conflicto tenía una población de 21 millones de los que ya más de 11 millones se han visto obligados a abandonar su casa. De ellos más de 7 millones son desplazados internos, mientras que los otros más de 4 millones son refugiados, que intentan empezar una nueva vida en los países vecinos primero y después en Europa si tienen suerte.

Un año después de la muerte de Aylan la situación en el interior de Siria no ha mejorado, más bien al revés. Los bombardeos rusos sobre el país están haciendo mucho daño a la población civil y dejan muertos y a gente sin hogar diariamente.

Además en las últimas semanas Turquía también ha entrado en el país para proteger sus intereses y evitar que los kurdos sigan avanzando. Hay más de una decena de países involucrados en la guerra y el fin del conflicto no parece cercano. De hecho, la ONU ha denunciado recientemente que el Gobierno y el Daesh han usado ataques químicos contra la población, algo que está considerado como crímenes contra la humanidad.

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Alepo, al noroeste de Siria (Reuters).

- La hipocresía de unos medios que buscan una foto poderosa y un titular fácil

En los más de cinco años de conflicto, los medios occidentales solo han prestado atención a los refugiados sirios cuando estos llamaron a las puertas de Europa, llegando masivamente a sus costas. Recibieron con indignación la muerte de Aylan y se concienciaron de que su presencia era necesaria para informar.

Durante el mes de septiembre, siguieron a los inmigrantes en su camino por los países del continente: cruzaron vallas en Hungría y Macedonia o grabaron cuando entraban contentos en Alemania. ¿Y después? El silencio y las críticas. Solo se usaba la palabra refugiado para informar de sucesos o casos conflictivos en la integración de los solicitantes de asilo en países como Francia o Alemania.

Hasta hace unas semanas claro, cuando la foto de un niño sirio herido ha vuelto a copar portadas. Los medios ven el conflicto sirio como un producto de consumo más, de manera que en ocasiones simplifican y difunden información incompleta, sin contexto e incluso errónea que contribuye más al ruido que a la comprensión del fenómeno. Al final, su foco sigue puesto en la oportunidad de conseguir imágenes poderosas y titulares fáciles que atraigan millones de clicks.

Han tenido la oportunidad de hacer de altavoz de la crisis, contar bien qué está ocurriendo y presionar a sus Gobiernos para que acabase el horror del pueblo sirio, pero en lugar de eso han optado por un camino diferente. El pan y circo ha vuelto a ganar.

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Javier Taeño (@javiertaeno)