La Masacre de Necochea: el papá que mató a toda su familia
A comienzos de este mes, un hombre de 57 años que trabajaba en un cementerio mató a su ex mujer, tres de sus hijos, y luego se quitó la vida. Necochea, una tranquila ciudad en la costa de Buenos Aires, se vio alterada por el horror. El recuerdo de Barreda, “Conchita”.
“Así te voy a degollar a vos, así te voy a cortar el cuello". Las palabras salieron filosas de su boca, en medio de la discusión que luego terminaría en uno de los policiales más estremecedores de la Argentina. La tranquilidad de Necochea le dio lugar al horror, con epicentro en una familia de ocho hijos, cuando en apenas 10 minutos un empleado del cementerio local destrozó a su familia. Y con ella, la paz del pueblo.
La sucesión de hechos fue terrible: el hombre, Roberto Daniel Vecino (empleado municipal de la ciudad de Necochea, en la costa de la Provincia de Buenos Aires), asesinó a puñaladas a sus tres hijos y a su esposa, degolló a un vecino que quiso intervenir cuando fue testigo del horror en carne propia, hirió a dos policías que lo pretendieron detener y finalmente se atrincheró en un galpón y se ahorcó, informaron fuentes policiales. La poca información que hay sobre un caso que, aún, no encuentra explicación alguna.
“Perdona que sea tan dura, pero tu papá mató a toda tu familia”
Los Vecino eran una familia numerosa. Los padres estaban separados, y los chicos vivían situaciones violentas una y otra vez. Patricia Vecino (33 años), la mayor de las mujeres, contó que nunca lo maltrataban. Ni ella, ni sus hermanos, ni su mamá.
Además, según Patricia, el ataque fue premeditado. No fue una casualidad, o producto de una “emoción violenta”, sino absolutamente pensado.
La manera en la que se desempeñaron los hechos fue de película de terror.
Vecino tenía que llevar a Diego, de 13 años al colegio. Esa misma mañana, mientras afilaba un cuchillo, comenzó a hostigar a su ex mujer, Marta Curuchet (de 52 años). Sucede que, aunque estaban separados de hecho, vivían bajo el mismo techo. “Así te voy a degollar a vos, así te voy a cortar el cuello”, le dijo. Diego le pidió que se “dejara de joder”, a lo que Vecino le contestó: “Te voy a meter una piña, no te metas”.
Aunque la ex mujer le pidió que no los hostigara más, ya que Diego se había puesto a llorar, Vecino ya tenía todo planeado: luego de ir los tres al colegio en un taxi, a la vuelta, desató la locura.
Primero asesinó a Marta, su ex mujer. Luego apuñaló a otro de sus hijos, de 26 años, también llamado Roberto. Él llegó a salir de la casa, arastrándose, hasta una camioneta de un vecino del barrio, cuidador de la Sociedad Rural. Cuando el vecino lo quiso ayudar, irrumpió el asesino: “Para vos también hay”, le dijo, mientras terminaba de matar a su hijo para luego cortarle la cabeza con un machete mientras se resbalaba en el barro.
Según relataron testigos del hecho, el autor de la masacre se movía como en una película de terror: “Todavía me faltan tres”, habría dicho según los testimonios. Roberto volvió a entrar a la casa, a las patadas, y Rosa Daniela (21) y Etelvina del Carmen (18) fueron sus próximas víctimas. Aunque trataban de esconderse de él, corrieron la peor de las suertes.
Pero la escena no terminó allí. Cuando la Policia se acercó al lugar de los hechos, advertida por un grupo de vecinos, Vecino llegó a herir a los efectivos policiales para luego atrincherarse en un galpón.
Allí, encerrado, y ante los intentos de la Policía de entrar, Vecino le puso un final a la trágica escena: se ahorcó.
El recuerdo de Barreda: un caso emblemático en Argentina hace 24 años
La información que circula sobre el caso es apenas conocida. Además, muerto el autor del crimen, se extingue la acción penal, con lo cual la investigación no tiene una instancia judicial. De acuerdo a lo que se pudo determinar hasta el momento, Vecino y su esposa estaban separados y últimamente tenían una mala relación. Pero no existían denuncias de violencia familiar.
El caso tiene reminiscencias con el de Ricardo Barreda, un odontólogo que hace 24 años mató a su mujer, a su suegra y a sus dos hijas. El matrimonio, sus hijas y su suegra vivían en una casona de dos plantas ubicada el centro de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires. Tenían una relación conflictiva, sustentada, según Barreda, en el maltrato de las mujeres con él.
“Conchita”, era el apodo que le habían puesto, según contó, para humillarlo. “Andá a limpiar, que los trabajos de conchita son los que mejor hacés", le habría dicho su mujer, según contó, el día de la masacre.
Aquella mañana de noviembre de 1992, Barreda fue a podar unas parras ubicadas en el jardín de su casa y, al ir a buscar el casco, se encontró una escopeta que su suegra le había traído de Europa. Barreda no lo dudó: tomó la escopeta cargada con cartuchos adicionales en sus bolsillos y cometió el crimen: en la cocina de la casa se encontraban su mujer y su hija menor, Adriana. Primero mató a Gladys, su mujer, y luego a Adriana. Por las escaleras bajaba su suegra, a la que le disparó, y por último mató a su hija Cecilia, quien bajaba detrás de su abuela.
“¿Qué hiciste, hijo de puta?”, llegó a decirle Cecilia, minutos antes de morir.
Barreda llamó luego a la policía para decir que había sido un asalto. Pero al poco tiempo, confesó la verdadera historia.
El odontólogo se encuentra hoy libre, por haber cumplido la condena impuesta por la Justicia. A pesar de las diferencias del caso, ya que Vecino se quitó la vida, las mentes criminales de uno y otro comparten, así un macabro leimotiv: el de la violencia familiar, desmedida y llevada a su máxima expresión.
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