La fiesta nazi y con cocaína de un cura católico que pone a Ia Iglesia patas arriba

Una habitación en la que se celebra una fiesta entre amigos en la que no faltan las drogas ni el alcohol. Toda ella está decorada con todo tipo de parafernalia nazi como banderas, sombreros e incluso un águila con una esvástica. Hasta aquí todo puede parecer más o menos normal en una noche de descontrol y juerga.

En un momento dado, se observa a un hombre que se pone delante de la cámara que está grabando y esnifa una raya de cocaína justo después de susurrar ‘no debería’. Se acabó toda la normalidad porque ese señor es el padre Stephen Crossan, cura de la iglesia de San Patricio en Banbridge (Irlanda del Norte) y ese cuarto es el suyo en los bajos del templo sagrado.

Acaba de empezar un escándalo que no solo ha sacudido a este tranquilo pueblo, de apenas 18.000 habitantes, sino a toda la comunidad católica del mundo.

Fueron dos días de desenfrenada fiesta que terminaron en casa del párroco, donde los invitados estuvieron cerca de 7 horas. Allí, uno de ellos grabó el polémico vídeo, que ha visto la luz gracias a que lo ha publicado el periódico The Sun, en su edición irlandesa.

Esta persona, de la que no se conoce el nombre ha contado los motivos por los que lo difundió y ha dado detalles de cómo fue la juerga.

“Es impactante. Se supone que debe ser un miembro ejemplar de la sociedad. Él no debería tomar drogas”.

Lo más curioso de toda la historia es que la mayoría de los compañeros de farra no sabían que Stephen era un sacerdote, tal y como reconoce esta fuente. Crossan se hizo pasar por trabajador social y ellos no fueron conscientes de a qué se dedicaba hasta que les invitó a su cuarto bajo la iglesia de San Patricio.

Pero si el momento de la cocaína ha sido polémico, no se ha quedado ni mucho menos atrás toda la simbología nazi. De hecho, el cura se puso una gorra e hizo el saludo fascista, aunque el testigo ha confirmado que era de broma.

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El padre Stephen Crossan.

Crossan, de 37 años, ya colgó los hábitos hace algunos años alegando depresión, aunque gracias al apoyo de los fieles volvió a ejercer. Pero esta situación parece definitiva. El arzobispado ha iniciado una investigación que puede acabar con la expulsión del párroco.

Mientras tanto, Stephen intenta salir al paso y en declaraciones a The Sun quiso resaltar que se había tratado de un hecho aislado.

“Solo fue una noche y ya está. No tengo ningún problema con las drogas”, ha afirmado. Respecto a los elementos nazis en su casa ha quitado hierro al asunto al asegurar que simplemente le gusta “coleccionar cosas históricas”.

Pero no parece que sus excesos le vayan a salir gratis. Tras licenciarse en teología en 2007, trabajó como capellán en prisiones y hospitales, antes de convertirse en el cura de la iglesia de San Patricio de Banbridge en 2012.

Ahora, apenas cuatro años después se enfrenta al estupor de un pueblo que confió en él y ha terminado decepcionado. La resolución del caso, en los próximos días.

Javier Taeño (@javiertaeno)