La falla en el plan de México para recibir a los deportados y la autodestrucción de EEUU
Más de 15 días después de las elecciones en los Estados Unidos no han sido suficientes para que el discurso de Donald Trump abandone sus propuestas relacionadas con México y los mexicanos. En entrevista con la televisora CBS comentó que en cuanto asuma el poder, el 20 de enero de 2017, iniciará la deportación de dos o tres millones de inmigrantes “criminales” o con antecedentes penales.
“Lo que vamos a hacer es conseguir que las personas que son criminales y tienen antecedentes penales como lo son pandilleros, traficantes de drogas, donde muchas de estas personas, probablemente dos millones e incluso pueden llegar a ser tres millones, los sacaremos de nuestro país o los encarcelaremos.”
Señaló Trump que antes de esa determinación “vamos a asegurar nuestra frontera”, y cuando esté segura los funcionarios de inmigración determinarán qué pasará con el resto de inmigrantes indocumentados que radican en Estados Unidos.
El presidente electo Trump confirmó a la CBS que construirá el muro en la frontera con México, aunque no necesariamente todo será de ladrillos, sino que en algunas partes podría haber vallas.
En siete días que el discurso de Trump solo cambió en la cantidad de personas que proyecta expulsar, en campaña mencionaba a 11,5 millones. Lo cierto es que la cifra de dos o tres millones de posibles deportados es muy elevada para ser atendida y absorbida por la planta laboral de México.
El gobierno de Enrique Peña Nieto toma en serio el discurso de Donald Trump y empieza a adoptar algunas medidas para prevenir la posible llegada masiva de los mexicanos que serán expulsados o que antes de serlo, retornarán al país.
Los secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de Hacienda, José Antonio Meade y de Economía, Ildefonso Guajardo, se reunieron con los integrantes de Consejo Coordinador Empresarial “para trabajar en el fortalecimiento de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, bajo la administración del presidente electo Donald Trump.”
El secretario de gobernación, Osorio Chong, dijo a los empresarios que "Desde el gobierno trabajaremos para construir puentes de comunicación y entendimiento que permitan que la relación bilateral siga beneficiando a ambas naciones”.
Secretarios y empresarios firmaron dos convenios de colaboración, uno para crear oportunidades de trabajo para los mexicanos repatriados de Estados Unidos y otro para consolidar la política pública para la prevención social de la violencia.
A través del programa “Somos Mexicanos” promoverán que empresas acepten como identificación social la carta de repatriación, con lo que se ampliarán las alternativas para esos trabajadores, especialmente los jóvenes.
La próxima llegada de Donald Trump al poder augura problemas para millones de mexicanos radicados en Estados Unidos y carentes de documentación que acredite su estancia legal, la experiencia indica que muchas familias podrían ser divididas por la interpretación de una ley que es fría y no admite visiones humanitarias ajenas a su letra.
Durante décadas los mexicanos emigraron hacia los Estados Unidos en busca de las oportunidades que el sistema político y el modelo económico de México fueron incapaces de brindarles. Emigrar significó encontrar oportunidades de subsistencia que se trasladaron como bienestar para sus familias que se mantuvieron en el país y que implicó la llegada puntual de miles de millones de dólares que por concepto de divisas llegaron a México para la manutención de esas familias, beneficio del mercado interno y de los empresarios que lucran todavía con esa corriente de dinero que Donald Trump quiere capturar para construir el muro que dividirá a los países irremediablemente vecinos.
La intención del gobierno y los empresarios mexicanos es buena, pero podría ser insuficiente para absorber la mano obra especializada, pero sobre todo con experiencias salariales superiores a las que ofrece la planta productiva y la escala salarial que por décadas gobierno y empresarios han mantenido deprimidas para generar las altas ganancias que los patrones consideran que merecen, incluyendo las empresas trasnacionales que se han instalado en México aprovechando los bajos salarios impuestos por decreto.
Según los especialistas las deportaciones no serán inmediatas debido a que Estados Unidos no cuenta con la fuerza policial para deportar en el corto plazo a millones de ilegales y mucho menos para encarcelarlos y someterlos a un juicio. Pero estas carencias permiten plantear un escenario de posibles abusos de parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos, lo mismo que el incremento de la explotación de empleadores sin escrúpulos y la escalada de conflictos raciales en diversas instituciones y comunidades de los Estados Unidos.
Es un hecho que el discurso de Donald Trump tiene ya consecuencias económicas y sociales que se irán radicalizando en la medida en la que no sean contenidas y limitadas por otros poderes de la Unión Americana de nivel federal, estatal o local, lo que parece distante en el nivel federal porque el Partido Republicano domina el Senado y la Cámara de Representantes. De manera que quienes podrían poner límites a Donald Trump serían los grandes empresarios al ver en riesgo sus intereses.
Parece pertinente volver a ver en You Tube aquel documental que se tituló “Un día sin mexicanos”, que produjo Sergio Arau y aunque no deja de ser una fantasía, lo que pasaría es que los migrantes de otras partes del mundo, también en crisis, estarían dispuestos a ocupar el lugar de los mexicanos expulsados. La cuenta regresiva empezó, faltan cuatro años que podrían ser ocho.