La extraña forma en que Trump entiende y se prioriza ante la crisis del huracán Harvey

¿Ha tenido Donald Trump un mensaje apropiado ante el desastre y la tragedia que el huracán Harvey ha desatado sobre Texas? ¿Es lo mejor que gran parte de su posición pública al respecto se haya dado, por Twitter, de un modo que se asemeja más al de un usuario despistado que comienza a darse cuenta de la magnitud de una crisis que al de un presidente que tiene las riendas firmes ante la crisis?

¿Qué clase de sensibilidad muestra el mandatario cuando, mientras millones de personas sufren los estragos de la naturaleza y se realizan dramáticos y en ocasiones heroicos rescates de personas atrapadas por las inundaciones, él recomienda un libro en Twitter, enaltece decisiones controversiales y que han sentado mal entre enormes sectores, como el perdón al exalguacil Joe Arpaio, o sacude nuevamente la relación diplomática con México?

El presidente Donald Trump asistió, vía teleconferencia, a una reunión de trabajo sobre la crisis causada por el azote del huracán Harvey en Texas. (Archivo Yahoo)
El presidente Donald Trump asistió, vía teleconferencia, a una reunión de trabajo sobre la crisis causada por el azote del huracán Harvey en Texas. (Archivo Yahoo)

Ciertamente, el presidente tiene derecho a expresarse a su antojo, y sus tuits siempre captan inmensa atención y discusión pública. Como ha sucedido ya en multitud de ocasiones, esperar que Trump tenga una actitud de disciplina institucional y un mensaje con el mesurado sentido que corresponde a los presidentes es una esperanza fútil. Sus seguidores celebran y defienden su uso de Twitter y muchos lo lamentan y critican.

Sea como sea, y más allá de su controversia y su indudable poder ante la opinión pública, los tuits de Trump reflejan mucho de su pensamiento, de sus inclinaciones y de sus prioridades.

Es por ello que en el caso de sus mensajes sobre y durante la crisis del huracán Harvey, la actitud y la comunicación de Trump ha dejado mucho que desear, por un lado, pero abre una ventana hacia su mente y su corazón.

Primero, habría sido juicioso, sobre todo cuando la nación requiere unidad para enfrentar el desastre natural que afecta a Texas, que el presidente mostrara un rigor y una disciplina acorde a la gravedad de los asuntos.

¿A qué viene, así, en ese contexto, su tuit recomendando el libro del sheriff David Clarke Jr.? ¿O los retuits de mensajes que discuten sobre animadversiones personales como la figura del exasesor de Barack Obama, Ben Rhodes?

Es como si, valga la comparación, en una reunión de personas preocupadas por la peligrosa cirugía a la que está siendo sometido un familiar, alguien de repente comienza en voz alta a reclamar las costumbres de un vecino o a promover que compren un producto comercial.

Derecho a decirlo tiene, pero no sería el mejor contexto para hacerlo. Revela que el foco y las prioridades de Trump son resbaladizas y no necesariamente alineadas con los objetivos institucionales en un grave momento de crisis.

Por otro lado, la comunicación de crisis de Trump vía Twitter en relación al huracán Harvey luce poco profesional y a veces lindado en la frivolidad. Por ejemplo, en lugar de aportar datos claros y concretos sobre la respuesta oficial, muchos de sus tuits parecen los de alguien que está boquiabierto al irse enterando de la magnitud de la crisis y que, quizá como consuelo para los afectados o para sí mismo, se limita a aplaudir y vitorear las acciones de información, asistencia y rescate.

Tales labores son desde luego cruciales y encomiables, muchas de ellas realmente heroicas, pero ¿debería el presidente asumir no solo el papel de porrista o cheerleader sino, además, un rol más directo y activo en la atención del problema?

Es posible que Trump esté haciendo esto último, pero sus tuits no ayudan a mostrarlo. Por ejemplo, ¿por qué optó por asistir por teleconferencia desde Camp David, como él mismo señaló, a una reunión de peso sobre la respuesta federal a la crisis del huracán Harvey, en lugar de presidirla él, en persona, con toda su determinación, en la Casa Blanca?

Por añadidura, se ha informado que Trump viajará este martes a Texas, pero que no acudirá a Houston, la cuarta ciudad del país, que sufre inmensas inundaciones, sino a las áreas donde el huracán impactó de modo directo y donde la devastación y la necesidad de ayuda son igualmente urgentes y acuciantes. Aunque existan razones logísticas y de seguridad al respecto, y las hay, que Trump omita visitar Houston crea una suerte de vacío.

La falta de tacto y sensibilidad en ciertos tuits de Trump se evidenció, también, en sus arrebatos contra México. En uno de sus mensajes critica a México y Canadá por ser “muy difíciles” en el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, lo que es de suponer indica que a Trump le desagrada que esos países no se pliegan incondicionalmente a sus deseos al respecto. Luego, se pregunta si Estados Unidos debería ya acabar con ese tratado, un curioso pero poco útil gesto de regateo. Además, volvió a la carga con su idea de levantar un muro en la frontera con México que ese país tendrá que pagar.

Hace 12 años, cuando los huracanes Katrina y Rita devastaron amplias zonas del Golfo de México, México envió a Estados Unidos importante ayuda a los damnificados, en una colaboración singular entre los gobiernos de ambos países. ¿No habría sido lo más juicioso, así, no azotar a un país vecino que ha ayudado y podría volver a hacerlo para mitigar los sufrimientos de miles de estadounidenses afectados por Harvey? Ante la inmensidad de la devastación, la realidad impone que toda ayuda sea bienvenida. Fustigar, con todo, a quien puede darte una mano no es lo más recomendable en estos escenarios.

Nuevamente, Trump es libre de expresarse en Twitter, pero la investidura presidencial y el impacto de su mensaje ameritaría una comunicación diferente, con prioridades y momentos diferenciados para abordar cada asunto.

Finalmente, el caso del perdón al ex alguacil Joe Arpaio es una muestra más de esa tensa sincronización de asuntos. Trump ciertamente tiene la facultad de emitir esos perdones, y muchos presidentes la han ejercido en casos muy controversiales. Arpaio, uno de los arietes antiinmigrantes más rudos en épocas recientes, es con todo una figura divisiva que fue hallado culpable en una corte de haber actuado, en su calidad de funcionario público, más allá de sus facultades legales al realizar detenciones arbitrarias por cuestiones de inmigración, y que se negó reiteradamente a obedecer el mandato de las cortes al respecto de no realizar más detenciones meramente por cuestiones de estatus migratorio.

Por ello, aunque Trump ejerció de modo válido el poder legal que tiene para otorgar el perdón, festinar en redes sociales el de un exfuncionario que se empecinó en su falta e ignoró el fallo de los tribunales mientras la población de la costa texana encara un momento de vida o muerte revela una extraña y poco auspiciosa forma de concentrarse en los grandes problemas nacionales.

Pedir, con todo, que Trump se comunique o actúe de otra manera es pedirle peras al olmo. Y, se dirá, hay una enorme masa de usuarios y ciudadanos que avalan su estilo y énfasis de comunicación.

En su conferencia de prensa de este lunes, Trump fue ciertamente más allá al informar sobre la situación, reconocer la solidaridad mostrada por funcionarios y la población en Texas y Louisiana y prometer asistencia amplia a los afectados.

Y a los tuits, quizá, se los llevará un viento huracanado si no tienen el respaldo de una efectiva y solidaria respuesta oficial.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro