Israel contra Hamas: ¿cómo está Gaza después de un año de guerra?
GAZA.- La Franja de Gaza está en ruinas.
Hay montañas de escombros donde antes había bloques de apartamentos y charcos de agua contaminada con aguas residuales que propagan enfermedades. Las calles de las ciudades se convirtieron en cañones de tierra y, en muchos lugares, el aire está impregnado del hedor de cadáveres no recuperados.
La ofensiva israelí contra Hamas, una de las más mortíferas y destructivas en la historia reciente, mató a más de 41.000 personas, un poco más de la mitad de ellas mujeres y niños, según los funcionarios de salud del gobierno local, en manos del grupo terrorista Hamas. Sin un final a la vista para la guerra, y sin un plan para el día después, es imposible decir cuándo -o hasta si- algo será reconstruido.
Incluso después de que cesen los combates, cientos de miles de personas podrían quedar atrapadas y vivir en campamentos de tiendas de campaña durante años. Los expertos dicen que la reconstrucción podría tomar décadas.
“Esta guerra es destrucción y miseria”, dijo Shifaa Hejjo, un ama de casa de 60 años, quien vive en una carpa instalada en el terreno donde antes estuvo su casa. “Quienquiera que vea Gaza... lo hará llorar”.
Israel culpa a Hamas por la destrucción. El ataque de ese grupo terrorista palestino contra Israel el 7 de octubre del año pasado -en el que murieron unas 1200 personas y unas 250 fueron tomadas como rehenes- provocó la guerra. Israel dice que Hamas incrustó gran parte de su infraestructura militar, incluidos cientos de kilómetros de túneles, en áreas densamente pobladas donde se libraron algunas de las batallas más duras.
Los combates dejaron aproximadamente una cuarta parte de todas las estructuras en Gaza destruidas o gravemente dañadas, según una evaluación de la ONU en septiembre con base en videos satelitales. Dijo que alrededor del 66% de las estructuras, incluidas más de 227.000 unidades de vivienda, habían sufrido al menos algún daño.
Si hay un alto al fuego, alrededor de la mitad de las familias “no tendrán a dónde regresar”, dijo Alison Ely, coordinadora en Gaza del Shelter Cluster, una coalición internacional de proveedores de ayuda liderada por el Consejo Noruego para los Refugiados.
Comparación con la destrucción en Ucrania
Casi tantos edificios fueron destruidos o dañados en Gaza como en toda Ucrania después de sus primeros dos años de guerra con Rusia, según Corey Scher y Jamon Van Den Hoek, investigadores con sede en Estados Unidos que utilizan radares satelitales para documentar la devastación de las guerras.
Para poner eso en perspectiva: Gaza tiene menos de la mitad del tamaño de Kiev, la capital de Ucrania.
La cantidad de destrucción solo en el centro y sur de Gaza, dijo Scher, es aproximadamente equivalente a lo que se perdió en la ciudad de primera línea del frente Bakhmut, escenario de una de las batallas más mortíferas en la guerra de Ucrania y donde las fuerzas rusas destruyeron casi todos los edificios a su paso para obligar a las tropas ucranianas a retirarse. La destrucción en el norte de Gaza es aún peor, agregó.
El sistema de agua y saneamiento de Gaza ha colapsado. Más del 80% de sus instalaciones sanitarias -y un porcentaje mayor de sus carreteras- están dañadas o destruidas.
“No puedo pensar en ningún paralelo, en términos de la severidad de los daños, para un enclave, un país o un pueblo”, manifestó Scher.
A finales de enero, el Banco Mundial estimó que los daños ascendían a 18.500 millones de dólares: casi la producción económica combinada de Cisjordania y Gaza en 2022. Eso fue antes de algunas operaciones terrestres israelíes intensamente destructivas, incluso en la ciudad sureña fronteriza de Rafah.
“No sabía dónde estaban las casas”
En enero, cuando las fuerzas terrestres israelíes avanzaron hacia la ciudad de Jan Yunis, en el sur, Shifaa Hejjo y su familia huyeron de su casa de cuatro pisos con solo la ropa que vestían. Pasaron meses en varios campamentos de carpas antes de que ella decidiera regresar. Y lo que vio la hizo llorar.
Todo su barrio había sido destruido: su antigua casa y las calles estaban hundidas en un mar de escombros.
“No la reconocí”, dijo. “No sabía dónde estaban las casas de la gente”.
Alrededor del 90% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados por la guerra, a menudo varias veces, según estimaciones de la ONU. Cientos de miles se han apiñado en campamentos de tiendas de campaña en expansión cerca de la costa sin electricidad, agua corriente ni baños. El hambre está extendido.
Hejjo vivió en una carpa en el patio de un hospital. Antes de eso, estuvo en Muwasi, el principal campamento de carpas en el sur de Gaza.
“Olía mal”, reportó. “Había enfermedades que se propagaban”.
Agregó que su marido, quien sufría una enfermedad hepática, se sintió destrozado cuando escuchó que su casa había sido destruida y murió poco después.
Ella fue una de las primeras en regresar después de que las fuerzas israelíes se retiraran en abril. Sus vecinos se mantuvieron alejados, temerosos de encontrar cuerpos o bombas sin explotar.
Pero para ella, ese todavía era su hogar. “Es mejor vivir en mi casa, donde viví durante 37 años, aunque esté destruida”, dijo.
Hejjo y sus hijos cavaron entre los escombros con palas y con las manos, ladrillo por ladrillo, para rescatar todo lo que se pudiera reutilizar. Usaron ropa rota para alimentar el fuego de la cocina.
Las ratas se habían colado y enjambres de mosquitos revoloteaban sobre las ruinas. Había vidrios rotos por todas partes. Montaron una carpa fortificada con láminas de metal corrugado y algunos ladrillos rescatados de su casa destruida. Una ligera llovizna mojó sus ropas mientras dormían.
Las agencias de la ONU dicen que el desempleo se ha disparado a alrededor del 80%, en comparación con casi el 50% antes de la guerra y que casi toda la población vive en la pobreza. Incluso a quienes tienen medios les resultaría casi imposible importar materiales de construcción debido a las restricciones israelíes, los combates en curso y el colapso de la ley y el orden.
Montañas de escombros, poca agua y nada de electricidad
El primer obstáculo para cualquier reconstrucción significativa son los escombros: montañas de ellos.
Donde antes había casas, tiendas y edificios de oficinas, ahora hay enormes montones de escombros con restos humanos, sustancias peligrosas y municiones sin explotar.
La ONU estima que la guerra dejó unas 40 millones de toneladas de escombros en Gaza, suficientes para llenar el Central Park de Nueva York a una profundidad de ocho metros. Podría tomar hasta 15 años y casi 650 millones de dólares limpiarlo todo, dijo.
También está la cuestión de dónde deshacerse de ellos: la ONU calcula que se necesitarían unos cinco kilómetros cuadrados de terreno, que será difícil de conseguir en el territorio pequeño y densamente poblado.
No sólo se destruyeron viviendas, sino también infraestructura crítica.
La ONU estima que casi el 70% de las plantas de agua y saneamiento de Gaza han sido destruidas o dañadas. Eso incluye las cinco instalaciones de tratamiento de aguas residuales del territorio, además de plantas de desalinización, estaciones de bombeo de aguas residuales, pozos y embalses.
Los empleados que antes gestionaban los sistemas municipales de agua y de residuos han sido desplazados y algunos han muerto. Y la escasez de combustible ha dificultado el mantenimiento de instalaciones que siguen intactas.
La organización benéfica internacional Oxfam dijo que solicitó un permiso para traer unidades de desalinización y tuberías para reparar la infraestructura hídrica en diciembre. Israel tardó tres meses en aprobar el envío, que aún no entra en Gaza, agregó Oxfam.
La destrucción de las redes de alcantarillado ha dejado las calles inundadas de agua pútrida, lo que acelera la propagación de enfermedades.
No ha habido energía central en Gaza desde los primeros días de la guerra, cuando su única planta eléctrica se vio obligada a cerrar por falta de combustible, y más de la mitad de la red eléctrica del territorio ha sido destruida, según el Banco Mundial.
¿Se puede reconstruir Gaza?
Los países árabes ricos, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, dijeron que están dispuestos a contribuir a la reconstrucción de Gaza sólo como parte de un acuerdo de posguerra que cree una ruta hacia un estado palestino.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, descartó esa posibilidad y dijo que no permitirá que Hamas o incluso la Autoridad Palestina, apoyada por Occidente, gobiernen Gaza. Señaló que Israel mantendrá un control de seguridad ilimitado y delegará los asuntos civiles a los palestinos locales. Pero hasta donde se sabe, nadie se ofreció como voluntario y Hamas amenazó con matar a cualquiera que ayude a la ocupación.
La reconstrucción de Gaza también requeriría la importación de cantidades masivas de materiales de construcción y equipo pesado, algo que es poco probable que Israel permita mientras exista la posibilidad de que Hamas reconstruya su infraestructura bélica. En cualquier caso, Gaza sólo tiene un pequeño número de cruces con capacidad limitada.
El organismo militar israelí que coordina los asuntos civiles en Gaza dice que no restringe la entrada de suministros civiles y permite los llamados artículos de doble uso que también podrían utilizarse con fines militares. Israel autorizó la entrada de algunos materiales de construcción antes de la guerra bajo lo que se conocía como el Mecanismo de Reconstrucción de Gaza, pero estaban sujeto a fuertes restricciones y retrasos.
La coalición Shelter Cluster estima que se necesitarían 40 años para reconstruir todas las casas destruidas en Gaza bajo esas condiciones.
Por ahora, los proveedores de asistencia tienen dificultades para traer suficientes tiendas de campaña básicas debido al número limitado de camiones que entran en Gaza y a las dificultades para entregar la ayuda. Los esfuerzos para traer viviendas temporales más sólidas todavía están en las primeras etapas, y nadie ha intentado traer materiales de construcción, según Ely.
En septiembre, Shelter Cluster estimó que 900.000 personas todavía necesitaban tiendas de campaña, ropa de cama y otros artículos para prepararse para los inviernos típicamente fríos y lluviosos de la región.
Por Joseph Krauss y Sarah el Deeb