‘Isla familia’, cómo se vive de puertas para adentro en una casa de opositores al régimen cubano
Desde una azotea habanera, un padre muestra la ciudad a su hijo en brazos. Theo es un bebé atento, que se gestó en una de las épocas más duras de Cuba, en medio de la persecución del régimen a sus padres, el periodista independiente Abraham Jiménez Enoa y la cineasta Claudia Calviño.
¿Qué le está diciendo el periodista a su hijo? ¿Es la primera mirada de Theo a Cuba o es una despedida? La foto siembra la intriga para que el espectador quiera saber más de las vidas de Jiménez Enoa y Calviño, los directores del documental Isla Familia, que estrenó en noviembre en DOC NYC, en Nueva York, y ahora llega a Miami el viernes 11 de abril como parte de la serie “Spotlight on Cuba”, que durante el Festival de Cine de Miami mostró un documental sobre uno de los artistas más importantes del exilio, Willy Chirino y el filme Adiós, Cuba, de Rolando Díaz, sobre la diáspora cubana.
Como un acto de amor surgió Isla familia. Claudia Calviño, productora de algunos de los filmes cubanos más importantes, como Juan de los muertos, Santa y Andrés y Melaza, comenzó a filmar en La Habana para aliviar la depresión de su pareja, Jiménez Enoa. Lo que se inició en el “inxilio”, cuando Jiménez Enoa era perseguido por su labor periodística en medios independientes como la revista digital El Estornudo y sus columnas publicadas desde Cuba en The Washington Post, siguió en el exilio en Barcelona.
Aun lejos de Cuba, la policía política hacía sentir a Jiménez Enoa que todavía era vigilado. En julio del 2023, dos hombres con acento cubano y apariencia de agentes de la Seguridad del Estado lo amenazaron. “Sabemos que estás cerca de tu casa”, les advirtieron. Theo también iba con su padre.
Eso no los detuvo. Claudia siguió filmando y Jiménez Enoa escribiendo. Publicó La isla oculta (Libros del K.O.), crónicas fascinantes de cuando ejercía el periodismo en viajes por toda Cuba, y Aterrizar en el mundo, una mezcla de memorias de sus últimos tiempos en la isla con el extrañamiento de debutar como extranjero.
“No es lo mismo salir de Cuba que salir de cualquier otro país por primera vez. Salir de Cuba es caer en el mundo”, ha dicho Jiménez Enoa en nombre de todos los que han aguantado y todavía rebotan del gran golpe.
Este viernes el escritor y la productora estarán presentes en el Koubek Center en la proyección de Isla familia. Como anticipo contestaron algunas preguntas para el Nuevo Herald.
¿Cómo ustedes tres se convirtieron en una “isla familia” lejos de la otra isla y qué peso o costo tiene esa decisión?
Fue la manera que encontramos para seguir unidos, para salvar la familia. Aferrarnos a nosotros mismos. Si no hubiésemos hecho eso, nos hubiesen desintegrado. Digo hubiesen porque hablo del gobierno cubano que intentó por todos los medios dinamitarnos con una persecución burda.
Todo eso provocó que los primeros años de nuestro hijo fueran muy duros, para él y para nosotros. Para él porque tuvo que lidiar con la ansiedad de sus padres y con mi depresión que aún padezco, todo esto provocado por la persecución política.
Para nosotros porque nuestros últimos años en Cuba fueron un suplicio que nos empujó al exilio. Y no le deseo a nadie el exilio cuando es forzado, porque eso significa comenzar una vida nueva de cero, con todo lo que implica eso, con todo lo que implica emprender una vida alejada de todo lo que te sustentaba hasta ese momento vital.
¿Cómo surge la idea del documental, y lo más difícil, cómo la realizan? ¿Qué fue lo más difícil y lo más fácil del proceso?
Yo estaba/estoy profundamente deprimido y Claudia tuvo la idea de comenzar a filmar nuestra vida para ver si con ello, con ese ejercicio, yo encontraba algo de motivación en la vida.
La película está filmada con nuestros teléfonos. Era una forma de preservar nuestra vida, tener el material gráfico de lo que estábamos viviendo como pareja. Digo pareja porque cuando comenzamos a filmar ni siquiera Theo existía. Llegamos a grabar cuatro años.
Durante esos cuatro años lo más difícil fue documentar escenas donde estábamos siendo asediados por la Seguridad del Estado, escenas donde yo estaba en prisión domiciliaria o cuando me llevaban a interrogatorios arbitrarios o cuando acudía a manifestaciones de la sociedad civil; todas esas grabaciones, que a fin de cuenta eran nuestra vida, con Theo presente.
Lo más fácil fue ser sinceros. Tuvimos esa intención: deconstruir esa idea de mártir, de héroes inmolados, ese relato que falsamente se tiene de los periodistas independientes, de los artistas, de la gente que disiente en Cuba, la idea que estas personas son inquebrantables. Y obviamente no es así, nada más lejos de esa idea. Por ende quisimos mostrar cómo se vive de puertas para adentro en una casa de una familia que se opone al régimen cubano. Esa intimidad es la película.
Hay un episodio muy duro que es cuando amenazan a Abraham y estaba el niño presente. ¿Cómo se refleja este episodio en el documental?
Esa vez yo llevaba más de un día en prisión domiciliaria. E intenté salir de casa para botar la basura: los pañales con caca de Theo. Y varios agentes me salen al paso y me impiden botar la basura y me aconsejan no salir de casa, porque si lo hacía, me amenazaron, me llevarían a un calabozo. Decidí regresar a casa porque no quería dejar a Claudia sola con el bebé y resulta que Claudia lo estaba grabando todo desde el balcón con nuestro hijo al lado que presenció, con un año, como su padre era tratado como un criminal.
Cuando piensan en la educación que les dio la familia a ustedes en Cuba y en la que están dando a su hijo ahora, ¿qué crees que hay en común?
Nuestra educación a Theo está basada en un solo principio: el amor y la confianza. El amor y la confianza son las únicas vías para salvarse cuando la vida está patas arriba.
Siempre pienso en la foto de Abraham y el niño en la azotea, y me pregunto, ¿qué pensabas ahí? ¿Qué te preocupaba en esos últimos tiempos en La Habana?
Ahí ya el gobierno me había dado el ultimátum: exilio o cárcel. Por tanto en esa escena de la azotea ya yo sabía que no regresaría más a Cuba durante un tiempo. Digo durante un tiempo porque tengo la esperanza de que ese gobierno caiga antes de morirme, ya que soy bastante joven, y así puedo regresar.
La escena es una despedida. Me estoy despidiendo de mi país, son los últimos momentos que viví con mi hijo en mi país. Es una escena bonita, pero muy triste. Yo diera la vida por regresar a esa azotea con Theo ahora mismo; sentarnos a mirar el mar desde lo alto, bajo del sol que quema.
Mi hijo, que tuvo que abandonar su país con un año y medio y que ahora va a cumplir cinco, por lo que ya ha vivido más tiempo lejos de Cuba que en ella, pudo volver a esa azotea, pero sin mí. Ese dolor también está en la película.
Dónde podemos ver mejor la huella de Claudia en ‘Isla familia’ y dónde la de Abraham?
La película son los ojos de Claudia, cómo ella me mira durante esos años. Claudia siempre está detrás de la cámara. Es ella acompañando mi caída libre. Mi huella es mi tristeza, el despojo de mi vida y mi cuerpo al que solo le queda Claudia y Theo.
¿Cuáles son los retos que enfrenta Claudia para seguir su carrera como realizadora en el exilio y cómo te propones seguirla?
[Responde Claudia] Yo no me veo como una realizadora, sino como una cineasta que produce. Mi interés absoluto en la vida es tratar de contar historias donde pueda reflejar mis preocupaciones como ser humano. Esas historias las puedo contar de muchas maneras y eso no significa que yo las dirija o las produzca, lo importante es sentir que participo creativamente.
Ahora estoy en una empresa que se llama Fasten Films, donde siento que puedo ir poco a poco, involucrándome en historias que antes no conocía como la película que estoy produciendo ahora, que trata sobre los derechos de las trabajadoras jornaleras marroquíes que llegan a España a trabajar en las cosechas de fresa. Ahora me siento muy identificada con esta historia, como migrante y mujer. Y así uno descubre nuevos caminos.
También estoy trabajando en la posproducción de una película rodada entre Santo Domingo y Barcelona que cuenta una historia que sucede en la Isla de la Española a principios del siglo XIX. Es una película que mira el pasado a partir de una reflexión sobre el poscolonialismo y donde nos posicionamos.
Son nuevas experiencias con las que me voy relacionando y van más allá de la idea y de lo que es Cuba. Todo esto me posiciona ya no solo como cubana, sino como emigrada, mamá, latina, caribeña. Son nuevas capas de dolor que se han agregado, pero también de experiencia.
“Isla familia” se presenta en el Festival de Cine de Miami el viernes 1 1 de abril, 6:30 p.m. en el Koubek Center del Miami Dade College, 2705 SW 3 St, (305) 237-7749. Para entradas, miamifilmfestival.com Entradas regulares, $15.50, con descuento para seniors y estudiantes.