Introducir pronto en la dieta de un bebé el gluten puede evitar que se vuelva celiaco

9-month old baby Tahitian girl was adopted by people from the mainland of France. (Photo by: BSIP/Universal Images Group via Getty Images)
9-month old baby Tahitian girl was adopted by people from the mainland of France. (Photo by: BSIP/Universal Images Group via Getty Images)

¿Y si hubiese una manera sencilla de impedir que tu hijo pudiese desarrollar la enfermedad celiaca? Es cierto que la celiaquía no impide llevar una vida plena y normal, pero cualquier padre o madre preferiría que sus hijos no lo sufriesen. Pues bien, un estudio reciente apunta a una posible solución: introducir de manera temprana el gluten en la dieta parece reducir la posibilidad de desarrollar el síndrome celiaco.

Vamos con dos detalles. El primero, cuando decimos “de manera temprana”, es literal: antes de los seis meses de vida. Luego, con el detalle del diseño, esto se entenderá mejor. Y lo segundo e importante, es ese parece: los propios investigadores explican que no proponen medidas ni soluciones, que simplemente narran sus resultados, y recomiendan y solicitan hacer más estudios como el suyo, y ampliados.

Como el suyo… pero ¿cómo es su estudio? Se trata de un ensayo denominado Indagación sobre Tolerancias – que en inglés se conoce por las siglas EAT, juego de palabras con el verbo “comer” en inglés – que siguió el desarrollo de más de 1.000 infantes del Reino Unido durante 10 años.

A estos 1.000 infantes se les asignó de manera aleatoria a uno de estos dos grupos: el control, que seguía una dieta de lactancia estricta durante sus primeros seis meses de vida según las recomendaciones generales; y el grupo introducción, al que se le introducían ciertos alérgenos, sustancias que provocan las alergias alimenticias más comunes – aunque la celiaquía no sea, hablando apropiadamente, una alergia.

Los seis alérgenos que se estudiaron fueron la leche de vaca, huevo, cacahuetes, sésamo, pescado y gluten. Y nos vamos a centrar en el gluten porque es del que han publicado los resultados – parece que con el huevo y los cacahuetes hay resultados interesantes también, pero habrá que esperar a los artículos.

En el caso del gluten, lo que se hizo fue introducir este compuesto en la dieta de los infantes a partir del cuarto mes de vida. Este momento no se eligió al azar, si no que se basa en publicaciones anteriores que indicaban que era el momento apropiado.

Vale, pero ¿cómo se introduce el gluten? Mediante unas galletas de cereales cuyo componente principal es el trigo. Pero no de cualquier manera: la cantidad de gluten que recibían los niños tenía que ser de cuatro gramos a la semana.

Cuando los niños alcanzaron los tres años de edad, los investigadores volvieron a contactar a las familias y analizaron cuántos de los infantes habían desarrollado celiaquía. En el grupo introducción ningún infante, ninguno, era celiaco. En el grupo control sí había celiacos… pero tampoco muchos más.

Y aquí es donde la cuestión se vuelve complicada. En el grupo control había siete casos de celiaquía, de un total de 516 infantes. En el grupo introducción, cero de 488. A nivel estadístico, la diferencia es muy justa. Pero a nivel de diseño, de la ciencia detrás del experimento y las conclusiones, no hay ni un solo pero.

¿La diferencia puede ser una cuestión de azar, una casualidad que justo los siete celiacos estén en el mismo grupo? No se puede descartar, pero no lo parece. Por la calidad del diseño, de los datos recabados y el análisis de estos, parece que las conclusiones son buenas.

Y por eso los investigadores piden que se realicen más estudios. Y llegan a la conclusión de que todo apunta a que una introducción temprana de gluten en la dieta puede ayudar a reducir o evitar la celiaquía. Pero no se pueden dar pautas, al menos aún.

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