Por qué intervenir corridos tumbados no acabará con la muerte de jóvenes
CIUDAD DE MÉXICO, abril 6 (EL UNIVERSAL).- Los corridos tumbados que hablan de violencia responden a la realidad social, por lo que la prioridad del gobierno de distintos niveles debe ser atender las causas del juvenicidio que vive México, más que cambiarlos o prohibirlos, coinciden tres personas estudiosas de la cultura y la juventud en el país. Se refieren a la falta de proyectos de vida y a la precarización de los jóvenes ante una maquinaria de muerte en la cual sus vidas son prescindibles.
Debido a la falta de proyectos viables de futuro, "el referente del narco se incorporó como un dispositivo de construcción de sentido de vida y de muerte en millones de jóvenes", dice José Manuel Valenzuela, sociólogo del Colegio de la Frontera Norte (Colef) radicado en Tijuana.
"Esto hay que enfrentarlo de una manera histórica y estructural", considera Rossana Reguillo, antropóloga del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, y una de las estudiosas que acuñó el concepto de juvenicidio en Latinoamérica. "La música regional es un fenómeno que se ha venido gestando de manera muy vinculada a lo real".
Para Ronaldo González, sociólogo y escritor sinaloense, una parte importante de la juventud mexicana nace, vive y se reproduce en la precariedad, la exclusión y la desigualdad. "Mientras se debata en esta vida que no es vivible, la juventud seguirá rendida al culto del narco".
'Dar la vuelta'
Este 7 de abril, la presidenta Claudia Sheinbaum presentará una estrategia para "darle una vuelta" a los corridos tumbados, a través de la cual se fomentará la producción de canciones de este género que no hagan "apología a la violencia" o al narcotráfico. Si bien los expertos entrevistados no se oponen a la iniciativa y destacan que la estrategia esperada no es la censura, apuntan la importancia de no soslayar el problema de fondo que genera la muerte de jóvenes.
La precarización de la juventud mexicana es un proceso histórico, coinciden los académicos. Para Valenzuela, la llamada "guerra contra el narco" ocasionó que, ante las condiciones de violencia estructural, se dispararan las tasas de homicidios y desapariciones. Pero también generó nuevas formas de violencia que se insertaron en la sociedad: "Escenas dantescas de violencia, de muerte, de miedo. La exhibición en los espacios públicos de la muerte".
Reguillo advierte que la estrategia contra la violencia no es la censura ni la prohibición de las canciones, "sino una revisión de fondo de dónde están los problemas estructurales de este país, comunidades que han sido abandonadas a lo largo de los años".
La académica también considera importante trascender la idea de que escuchar corrido tumbado ocasiona que los jóvenes se vuelvan violentos. "Más bien es escalofriante cómo se fue instaurando paulatinamente en el tejido social la fascinación por un mundo de dinero fácil, de mujeres objeto, de armas".
González menciona que cuando se condena al narcocorrido en general y al corrido tumbado en particular, "es muy fácil pasar de la adopción de criterios morales a la prédica moralina, porque no se atiende a la densidad histórica del conflicto social".
En promedio, desde 2006, todos los días fueron asesinados 26 jóvenes y desaparecieron 20, de acuerdo con el reportaje Ser joven, un peligro en México, publicado en septiembre pasado en EL UNIVERSAL. Sucesos recientes como el campo de entrenamiento y muerte de Teuchitlán, Jalisco, muestran que la desaparición forzada continúa siendo uno de los dispositivos a partir de los cuales se recrea el juvenicidio, advierten los entrevistados.
"No nacimos pa' semilla"
Las raíces del corrido se remontan a la época colonial, rememora Ronaldo González, quien también es historiador. Su denominación se debe a que se trata de un género que "corre una noticia" y adquirió gran auge en el siglo XIX, al narrar hazañas de los bandoleros.
"Se esperaba que el corrido cayera en decadencia. Pero se urbanizó y el último eslabón de la cadena es el tumbado", cuenta González. Y señala el papel de la globalización y del modelo de desarrollo económico. "Reducir los estados, hacerlos menos responsables de una política social. Eso tiene su correlato con una actitud ante la vida. Aspirar al éxito a partir de tu propio esfuerzo".
El tumbado responde así a un desencanto social: jóvenes que prefieren un presente, a la par que crecen las tasas de suicidio de jóvenes y el homicidio como su principal causa de muerte, ante lo cual tiene lugar el dicho: "no nacimos pa' semilla": vale más una vida con satisfactores, no importa si es efímera, fugaz.
Para González, el caso de su natal Sinaloa es paradigmático de la creación de una "población superflua": jóvenes descendientes de personas que migraron del campo, que no tienen alternativa de vida al vivir en la precariedad material y simbólica, a partir de las contradicciones de los modelos de desarrollo económico que se adoptaron en las diferentes regiones en México.
Ante la situación de violencia que vive Sinaloa desde el 9 de septiembre de 2024, cuando inició una lucha intestina en el Cártel de Sinaloa, González considera necesario un ejercicio de conciencia social. "Los empresarios jamás asumieron un compromiso civil. Ellos formaron parte del proceso del milagro agrícola sinaloense. No han diversificado la economía, ni agregado valor a lo producido".
La prohibición del corrido tumbado en gobiernos de estados como Nayarit, o la prohibición temporal de reproducirlos en la radio de Sinaloa, puede ser contraproducente, critica el autor del libro Culiacán, Culiacanes, Culiacanazos. "Hay una realidad, una producción sustantiva de sentido que viene de abajo… no podemos partir del estereotipo para enfrentarla".
La nueva etapa del juvenicidio
Una imagen de Nemesio Oseguera Cervantes, alias "El Mencho", líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fue proyectada por el grupo Los Alegres del Barranco durante un concierto en Guadalajara. El hecho ocurrió sólo unas semanas después del hallazgo de un campo de entrenamiento y muerte en Teuchitlán, cuya posesión es atribuida a dicha organización criminal.
"Me parece que es la imagen con la cual deberíamos estar tratando de entender el momento presente", dice Rossana Reguillo. A más de 10 años de distancia desde que, junto con colegas como José Manuel Valenzuela, comenzaron a idear el concepto de juvenicidio, la investigadora hace una reflexión con franca tristeza: la problemática ha evolucionado.
"Estamos entrando a una nueva etapa de la violencia expresiva… Que es esta violencia que ya no busca necesariamente un fin utilitario, sino expresar todo su poder de hacer morir", menciona Reguillo.
La antropóloga describe que las organizaciones criminales tienen una gran infraestructura financiera, militar, territorial y política, que para funcionar requiere muchos cuerpos. "Primero los desaparecen para reclutarlos forzadamente. Si no los pueden doblegar, entonces los exterminan". Reguillo se refiere a los campos de Teuchitlán o Ciudad Guzmán, también en Jalisco.
México vive una nueva etapa de la violencia en la que es urgente la voluntad política para trabajar con inteligencia financiera contra grupos como el CJNG, estima Reguillo. Así como es necesaria una intervención cultural con amplios recursos monetarios en las zonas más problemáticas del país.
Corridos disidentes
"Me parece muy bien que haya una iniciativa que busque apoyar la creatividad de los jóvenes", apunta José Manuel Valenzuela sobre la estrategia de la Presidenta: no prohibir el corrido tumbado, sino propiciar letras que hablen del amor. Pero es importante no perder de vista que ya existen muchas de estas canciones en la escena tumbada.
"Habría que hacer un esfuerzo para no etiquetar de manera tan amplia y pensar que todo lo que ocurre en los corridos tumbados son narcocorridos", dice.
Es importante una estrategia para fomentar la producción musical para apoyar a artistas que incursionan en el género, como a las mujeres y personas de la diversidad sexual.
Desde denuncias de feminicidios, el derecho a ejercer una sexualidad libre y la inclusión LGBT+ son algunas de las temáticas que caracterizan las letras de artistas de la música tumbada, como Yvonne Galaz, Adriana Ríos y Michelle Maciel.
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