Infiltrados en La Meca: miles de fieles se juegan la vida para entrar en la cuna del islam

El Cairo/Amán, 27 jun (EFE).- Pese a no estar entre las personas seleccionadas, la jordana Um Omar tenía claro que a sus 63 años había llegado su momento de realizar la gran peregrinación anual a La Meca. Como tantos otros, decidió infiltrarse al lugar más sagrado del islam, en una arriesgada odisea que este año se ha saldado con más de mil muertes.

Al igual que millares de files deseosos de realizar el 'hach' o peregrinación mayor a La Meca y que no han sido seleccionados para emprender el deber religioso bajo las normas oficiales, Um Omar recurrió a los servicios de unas poco transparentes agencias de viaje para acceder mediante un visado de turista en vez del de peregrinación.

"La empresa nos dijo que nos iba a infiltrar entre los peregrinos oficiales para hacer el 'hach' con ellos", relata a EFE la jordana, que recuerda que Arabia Saudí estipula un cupo de personas anual por país para realizar los ritos, lo que exige también emplear paquetes de servicios cuyo precio supera en ocasiones los 10.000 dólares.

Un viaje peligroso

La gran mayoría de los fieles "irregulares" este año se instalaron en el barrio de Al Aziziyah, en La Meca, donde los vecinos aprovechan para alquilar habitaciones a precios muy elevados, aunque bastante más asequibles que el de los paquetes de peregrinación formales.

A sabiendas de esta práctica, el Ejército saudí cercó el vecindario y, en los últimos días del 'hach', los soldados "entraron en los hoteles, derribaron las puertas y deportaron a los peregrinos a Yeda", según Um Omar, que explica que fue trasladada forzosamente a la localidad costera saudí sin su equipaje.

Insatisfecha, la jordana insistió en regresar a La Meca con "contrabandistas", a los que pagó cuantiosas sumas de dinero para acceder en coche al lugar santo a través de una peligrosa ruta montañosa y bajo temperaturas superiores a los 50 grados.

"Había algunas personas con nosotros que estaban muy cansadas y casi iban a morirse, y otras nos pidieron cuidar a sus hijos si morían porque la situación era muy, muy difícil", recuerda Um Omar, que denuncia que las limitaciones para realizar el 'hach' empujan a la gente a arriesgar su vida.

"Nos vimos obligados a ir de forma irregular porque lo hemos solicitado tres veces y no nos ha tocado, y no voy a esperar hasta tener 70 años", justificó.

La única alternativa

Islam Abulfutuh, miembro del Comité de Peregrinación de la Federación Egipcia de Turismo, explicó a EFE que los elevados precios de los paquetes del 'hach' -que incluyen servicios para los peregrinos, comida, transporte y alojamiento- son la principal razón por la que se recurre a la vía ilegal.

En Egipto, hay unas 4.000 agencias autorizadas para hacer reservas oficiales, pero otras aprovechan la falta de recursos de la población para "estafar a la gente".

Abulfutuh indica que las autoridades egipcias han arrestado en esta campaña a unos 450 intermediarios que ofrecían realizar el 'hach' de forma ilegal, un proceso plagado de burocracia en el que una mínima irregularidad pueda suponer la retirada de la licencia de una agencia autorizada.

Varios países han tomado ya medidas contra esta lacra, como Egipto, que ha cerrado 16 agencias y mandado a juicio a sus propietarios "por estafa"; mientras que Jordania ha acusado a 28 personas de "trata de seres humanos y estafa".

Al menos 1.300 muertos

Arabia Saudí ha admitido la muerte de 1.301 fieles durante el 'hach', mientras que ha denunciado que un 83 % de los fallecidos no estaban autorizados para realizar la peregrinación y recorrieron "largas distancias bajo los rayos del sol, sin refugio ni comodidad".

Otros miles pusieron a prueba sus capacidades físicas para completar el 'hach', uno de los cinco pilares del islam que todo musulmán debe realizar una vez en su vida si su salud y economía se lo permite.

Es el caso de un egipcio de mediana edad que cuenta a EFE en condición de anonimato que anduvo durante casi cuatro horas durante la noche para evitar el sol a través de un camino desértico, también recorrido por ancianos que sucumbieron al calor y acabaron desmayándose o pereciendo.

"No voy a humillarme otra vez de esta manera (...) Perdí la concentración y la tranquilidad durante los rituales. Con todo lo que pasó este año, no aconsejo a nadie que haga el 'hach' de forma no oficial", sentencia.

Shady Roshdy y Hayat al Dbeas

(c) Agencia EFE