Nuevos indicios sugieren que la COVID se propaga con rapidez en China

Una mujer que quiere hacerse una prueba de COVID-19 descubre que las estaciones de pruebas ya no están operando, en Shanghái, el 14 de diciembre de 2022. (Qilai Shen/The New York Times).
Una mujer que quiere hacerse una prueba de COVID-19 descubre que las estaciones de pruebas ya no están operando, en Shanghái, el 14 de diciembre de 2022. (Qilai Shen/The New York Times).

Desde que China abandonó su restrictiva política de “cero COVID” hace unas dos semanas, la intensidad y la magnitud del primer brote nacional del país han sido en gran medida un misterio. Ahora que ya no se hacen pruebas en masa, el recuento de casos no es tan útil. El gobierno tiene una definición limitada de cuáles muertes debe contar como causadas por COVID. Los censores eliminan de inmediato toda evidencia anecdótica, como las publicaciones en redes sociales sobre las morgues en los hospitales que están saturadas de bolsas de cadáveres.

Ahora, está surgiendo un panorama que indica que el virus se está esparciendo como la pólvora.

En los últimos días, una provincia y tres ciudades han reportado cifras de COVID-19 que exceden por mucho los conteos oficiales. El domingo, en una conferencia de prensa, un funcionario en la provincia de Zhejiang, con 65 millones de habitantes, estimó que había más de un millón de casos diarios de COVID en esa región.

En la ciudad oriental de Qingdao, con una población de 10 millones, un ministro de Salud declaró el viernes que había aproximadamente medio millón de casos nuevos al día, una cifra que prevé que aumentará bastante en los próximos días, según informaron los sitios locales de noticias.

El viernes, en Dongguan, una ciudad de 7 millones de habitantes en la provincia central de Cantón, un informe de la comisión de salud de la ciudad calculaba entre 250.000 y 300.000 casos nuevos diarios.

También en la provincia noroccidental de Shaanxi, los funcionarios de Yulin, una ciudad de unos 3,6 millones de habitantes, registraron 157.000 contagios el viernes 23 de diciembre, con modelos que indicaban que más de una tercera parte de la población de la ciudad ya estaba infectada, según los medios locales.

Estas cifras contrastan fuertemente con las de la Comisión Nacional de Salud de China, cuyo informe del viernes afirmaba que había unos 4000 casos de COVID en todo el país. También contrastan con el panorama que ha presentado el Partido Comunista desde su cambio de parecer abrupto con respecto a la política COVID a principios de diciembre. Los expertos del sector salud y los medios de comunicación del Estado le restan importancia a la gravedad del brote de COVID-19, pues se enfocan más en historias de recuperación que en casos de enfermedad grave. Como resultado, se tiene una presentación unilateral de un brote que, según algunos expertos, podría causar más de un millón de muertes en los próximos meses.

Un centro comercial desolado en el Distrito Financiero de Lujiazui en Shanghái, el 8 de diciembre de 2022. (Qilai Shen/The New York Times).
Un centro comercial desolado en el Distrito Financiero de Lujiazui en Shanghái, el 8 de diciembre de 2022. (Qilai Shen/The New York Times).

China solo ha reconocido siete muertes por COVID-19 en las últimas dos semanas y unos cuantos miles de casos nuevos diarios, un recuento que se queda muy corto según los expertos en salud.

El 25 de diciembre, la Comisión Nacional de Salud de China anunció sin explicación que ya no proporcionaría datos diarios de COVID. El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades brindará esa información, declaró la comisión, sin especificar cada cuánto tiempo lo haría.

Karen Grepin, experta en salud pública en la Universidad de Hong Kong, estima que China podría enfrentar decenas de millones de casos nuevos al día, con base en cálculos extrapolados del brote que Hong Kong vivió este año.

Los trabajadores de hospitales y del sector salud enfrentan “retos nunca antes vistos”, según el informe de la comisión de salud de Dongguan. La semana pasada, el organismo afirmó que más de 2500 de los trabajadores sanitarios de la ciudad fueron a trabajar con infecciones confirmadas de COVID o con fiebres altas. En un hospital de Dongguan, casi la mitad de los 3000 trabajadores de la salud se habían contagiado, según el informe.

Qian Jun, subdirector del centro de salud de Dongguan, describió al sistema de salud desbordado como “una situación trágica”.

En Qingdao, sitios médicos improvisados repartían paquetes de salud que contenían diez pastillas de ibuprofeno y dos pruebas rápidas de antígenos por persona, según reportajes de los medios informativos locales.

Jin Dong-Yan, experto en virus en la Universidad de Hong Kong, declaró que, si bien muchos países tenían problemas con el subregistro de brotes importantes por distintas razones, como casos asintomáticos o desincentivos para reportarlos, los conteos oficiales del gobierno central chino estaban tan errados que parecían falsos.

“Eso es inaceptable”, sostuvo Jin. “Tienen que rectificar esto en algún momento, y cuanto antes lo hagan mejor”.

Conforme ha crecido la brecha entre los datos oficiales y la percepción pública, lo mismo ha sucedido con las burlas en línea. Cuando la provincia de Heilongjiang informó que había cinco casos de COVID a principios de este mes, una persona comentó en internet que todos esos casos eran conocidos suyos.

Incluso Hu Xijin, exeditor del periódico Global Times del Partido Comunista, criticó las cifras oficiales. En un blog de WeChat publicado el sábado, aplaudió el valiente reporte de las autoridades de Qingdao, en contraste con los conteos oficiales de casos que “están muy alejados de las experiencias del público”.

Estas mediciones están provocando una “erosión de la credibilidad en las estadísticas oficiales”, escribió Hu Xijin.

El brote en China está desgastando no solo la credibilidad del gobierno y su sistema de salud, sino también la habilidad de proporcionar medicamentos básicos para reducir la fiebre. Millones de personas ahora enfrentan la posibilidad de no poder tomarlos, ya que la mayoría de los fármacos eficaces están agotados en las farmacias. En Yulin, las autoridades les ordenaron a las farmacias que racionaran el ibuprofeno y otros medicamentos que reducen la fiebre, y que no permitieran a los clientes comprar más de un suministro de tres días.

Algunos funcionarios han llegado más lejos. Al menos dos empresas farmacéuticas chinas le dijeron a The New York Times que las autoridades habían confiscado sus reservas de ibuprofeno y acetaminofeno para impedir que se las vendieran a sus clientes regulares.

Esta clase de medidas recuerdan a lo sucedido con los fabricantes de cubrebocas hace casi tres años, al comienzo de la pandemia. Las medidas que se tomaron en aquel entonces parecieron más amplias, ya que no solo abarcaron las empresas de propiedad china, sino también multinacionales como 3M, el fabricante de mascarillas N95, cuya sede está en Saint Paul, Minnesota, pero que desde hace mucho opera una fábrica de cubrebocas en Shanghái.

En conjunto, la escasez de medicamentos y el elevado conteo de casos en ciudades lejanas en los últimos días pintan el panorama de un virus que se está propagando con mucha más rapidez de la que calcularon los expertos, dijo Jin.

“Esperábamos brotes explosivos”, comentó, “pero este es mucho más devastador que el de Hong Kong a principios de este año”.

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