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Increíble pero cierto: La dulzura del semen sabotea los tratamientos antivirales

El azúcar en el semen restan efectividad a los medicamentos contra el VIH. (Getty Images)
El azúcar en el semen restan efectividad a los medicamentos contra el VIH. (Getty Images)

La ciencia aún no ha encontrado una cura para el sida, que causa la muerte a medio millón de personas anuales y afecta a unas 38 millones a nivel mundial.

Pero el descubrimiento de medicamentos que frenan el virus en el organismo de sus portadores ha permitido que el sida haya pasado de ser una sentencia de muerte a una enfermedad crónica con tratamiento.

La introducción de un tratamiento en 1996 que combinó tres fármacos antirretrovirales salvó millones de vidas en los países desarrollados.

"Por primera vez, un tratamiento podía hacer desaparecer el virus de la sangre a largo plazo y hacer que la gente ya no muriera de sida (de hecho, el virus no se elimina, sino que queda silenciado. Por ello, el tratamiento es de por vida y si se interrumpe, el virus vuelve a multiplicarse)", dijo Denise Suzanne Naniche, directora científica de VIH/Sida del Instituto de Salud Global.

La reducción de la carga viral no sólo es importante para la supervivencia de la persona afectada, sino también para prevenir la propagación del VIH.

Las investigaciones han demostrado desde hace dos décadas que las personas que viven con el VIH "silenciado" (con una carga viral indetectable) por los tratamientos con antirretrovirales no transmiten el virus.

Eso mejora la calidad de vida y la confianza de las personas que viven con VIH.

Lo que es innegable es que la toma de antirretrovirales no puede ser interrumpida para mantener el virus a raya y evitar que el VIH se convierta en sida.

El problema del semen dulce

Un equipo de la Universidad de Iowa descubrió que el semen, que es el principal vehículo de transporte del VIH, puede afectar la efectividad de los antivirales contra el virus.

"Descubrimos que el azúcar fructosa en el semen disminuye la actividad de una amplia y potente clase de agentes antivirales que se dirigen a los azúcares manosos en la proteína protectora del VIH-1", dijo el estudio publicado en la Revista de Virología de la Sociedad Americana de Microbiología.

La viróloga Marnie Willman desmenuzó en Massive Science los hallazgos de la siguiente manera.

El semen contiene fructuosa, que es la principal fuente de energía de los espermatozoides. Es el alimento que les permite nadar y sobrevivir para fecundar los óvulos. Por eso su deficiencia ha sido estudiada ampliamente en los problemas de infertilidad. ¿Pero por qué la fructuosa en el semen puede afectar la transmisión del VIH más allá de reducir la velocidad del esperma?

La investigación concluyó que la fructuosa reduce la habilidad del VIH a vincularse con el 2G12, un anticuerpo humano especializado en destruir virus graves.

En vez de neutralizar el VIH, el anticuerpo 2G12 producido por el sistema inmunológico humano queda bloqueado temporalmente por la fructuosa. Eso significa que cuando el semen se junta con el VIH, los dos trabajan en equipo para evitar el funcionamiento del anticuerpo.

Eso permite que el VIH quede libre para infectar otras células sanas, sin ser detectado por el sistema inmune.

Un aspecto positivo es que el efecto de la fructuosa no es permanente porque el semen comienza a escasear en la medida en que el virus avanza por el tracto reproductivo. La alianza temporal facilita al VIH entrar al organismo sin ser destruido por el anticuerpo 2G12 pero cuando el semen desaparece el virus debe continuar por su cuenta.

Otras batallas: el Covid

Deducir que la fructuosa en el semen humano disminuye la efectividad de los antivirales que usamos para combatir el VIH tiene importante repercusiones para la terapia antiretroviral que usan a diario millones de personas.

Si la fructosa que se forma de manera natural en el semen hace que los tratamientos sean menos efectivos, es posible que se ven en la necesidad de reformularlos. También será necesario probar los nuevos antivirales contra el VIH en presencia de elevados niveles de fructuosa, para asegurarnos de que el tratamiento seguirá funcionando.

Y mientras la comunidad científica amplía sus conocimientos para desarrollar mejorares tratamientos, las personas también han tomado más precauciones para evitar el contagio.

La estadísticas de ONUSIDA señalan que las nuevas infecciones por VIH se redujeron un 40 por ciento en el siglo XXI, mientras que las muertes han caído a la mitad. 25,4 millones de personas tenían acceso a la terapia antirretrovírica, en comparación con los 6,4 millones. Y el 67% de todas las personas que vivían con el VIH tuvieron acceso al tratamiento.

Pero el desafío continúa porque al cierre del 2019, unas 1,7 millones de personas se infectaron de VIH en 2019 y 690 murieron de enfermedades relacionadas con el sida.

ONUSIDA también ha advertido que los confinamientos y los cierres de fronteras impuestos para detener la COVID-19 obstaculizan la producción y distribución de medicamentos, lo que podría generar aumentos en sus costes y problemas de suministro de los tratamientos.

Una interrupción completa de seis meses en el tratamiento del VIH podría provocar más de 500.000 muertes adicionales por enfermedades relacionadas con el SIDA, dijo el organismo mundial.

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