“In-Betweenness” : mirar la espalda del mundo junto a Emilia Martín Fierro
En un mundo donde todo adquiere el aroma de lo conspirativo, donde ya nadie parece creer más en lo que se le planta delante de los ojos, quizás la mejor opción que nos queda sea aprender a colocarse ante ese aire de otro mundo, de pura potencia, que traen las imágenes. A esto, y no a otra cosa, es a lo que nos invita Emilia Martin Fierro con su magnífica exposición “In-Betweenness” en LnS Gallery. “In-Betweenness” es la primera exposición individual de una artista canaria en el circuito de arte contemporáneo de Miami. La muestra presenta 12 obras recientes en gran y mediano formato.
Cuando una gran innovación filosófica se convierte en eslogan esto es una señal indubitable de que la trayectoria que esta había abierto se ha cerrado, se ha convertido en un callejón sin salida. A la frase con la que Nietzsche quería amotinarse contra la ciencia y el sentido común de su tiempo —“no hay hechos, solo interpretaciones”— no solo se le ha extenuado su capacidad de escándalo, sino que ha perdido todo su poder revelador. Su caricatura nos la topamos en cada esquina. Kellyanne Conway, por ejemplo, consejera del expresidente Donald Trump, inmortalizó la frase “alternative facts”. Sabemos que una idea se ha agotado cuando se puede decir con ella, incluso, exactamente lo contrario de aquello que constituía su intención original. No se trata ahora de que no haya hechos, sino que hay demasiados, al menos dos para cada fenómeno. En un mundo donde no existe nada que ya no esté previamente interpretado, codificado a través de la palabra y la imagen, los hechos no desaparecen, sino que proliferan sin cesar.
Quizás por eso ya no nos conformamos con fotografiar aquello que tenemos delante de los ojos, lo que constituye nuestra perspectiva, la parcela de la realidad por la que entramos al mundo, desde la cual se construye toda interpretación. El selfie aspira a otra cosa, sacarle una foto a lo que nunca tenemos enfrente de nosotros: el propio rostro y lo que se yergue a nuestras espaldas. Fuera de foco se encuentra todo lo que acapara nuestra atención: el ojo con el que se fotografiaba y el “background” que la cámara dejaba siempre detrás de ella. Pero el selfie malogra su gran descubrimiento, su gran revelación al pretender dotar de una visibilidad absoluta, una claridad sin tacha, a aquello cuya condición última es estar desenfocado, en el exterior de todas las interpretaciones. El selfie fracasa al pretender convertir en realidad, “en hecho”, lo que solo existe como potencia, de forma virtual.
La obra de la artista canaria Martín Fierro nos deja vislumbrar a través de un constante juego entre la opacidad y la transparencia la espalda de las cosas, aquella zona de lo real que ninguna perspectiva puede incluir. La fuga de la pintura retiniana no suponía —como no se cansaban de pregonar Joseph Kosuth y sus acólitos— una retirada hacia el concepto y la dimensión lingüístico-discursiva de la obra de arte. Para salirse de ese gran trampantojo que es la pintura retiniana hay que cercenar un ojo en dos, como Buñuel en Un Chien Andalou, o atreverse a mirar en una placa de rayos X el esqueleto y los pulmones de la amada carcomidos por la tuberculosis, como hace Hans Castorp en La montaña mágica. Lo que invocan las imágenes de Martín Fierro son los estratos, los sedimentos —“el campo de la visión es comparable al suelo de una excavación arqueológica”, declara la artista en una entrevista— que configuran esa zona de realidad que nunca se hace presente, que no se deja organizar dentro de un horizonte: lo que siempre es anterioridad, ese sinfín de cosas que queda detrás de todo lo que vemos.
¿Pero qué es lo que se ve cuando lo que se observa es lo que ninguna mirada incluye?
Grandes telones, pliegues que permiten atisbar el bastidor del cuadro, su estructura o esqueleto. Tanto los pliegues como el bastidor y la tela del cuadro están trabajados por el tiempo. La pintora los deja expuestos a los elementos y cuando se muestran, como parte de la obra, se perciben las huellas de erosión que la lluvia, el sol y la intemperie han impuesto sobre ellos. Estas obras no pueden ser “curadas” o “restauradas” por ningún museo o galería pues exhiben, con pleno orgullo, los signos de su deterioro. Son obras que quieren que sepamos que existían mucho antes de que nadie las empezara a ver. Nunca están totalmente delante de nosotros porque vienen de un antes y un afuera que el aquí y el ahora de la mirada no puede acotar y actualizar. La imagen se asoma en estas obras desde los intersticios, siempre a punto de ser algo, siempre a punto de dejar de serlo.
¿Cómo se imagina, se hace imagen, la potencia?
No se puede representar lo que nunca estuvo presente, lo que elude la actualidad. Las imágenes que estas obras portan se componen a través del efecto que la fotografía en transparencia o como negativo deja sobre las volutas de los pliegues y sobre el fondo policromático y politáctil de manchas, arrugas, protuberancias y grietas de las telas. En muchas ocasiones resulta más visible lo que se supone sea el receptáculo, el soporte material, que la propia imagen. Lo que debería estar ausente, o hacerse invisible, quiere acaparar toda nuestra atención y la imagen solo merodea en el cuadro como una posibilidad permanente, una potencia que nunca se traduce en acto. Las imágenes acontecen en estas obras siempre fuera de foco, encaramadas sobre la espalda de esas telas, volutas, pliegues que no cesan de exhibirse, de ocupar todo el horizonte de la mirada.
“In-Betweenness” de Emilia Martin Fierro en LnS Galery, 2610 SW 28th. Miami, Fl. FL 33133. Hasta el 24 de enero, 2024. Para más info: www.lnsgallery.com
Jorge Brioso es profesor en Carleton College y ensayista, su libro más reciente es “A modo de narciso. Especulaciones estéticas”. (Ed. Casa Vacía, 2023)