Por qué es tan improbable que Biden tenga contendientes en las elecciones primarias

El presidente Joe Biden mientras aborda el Air Force One en la Base de la Fuerza Aérea Andrews en Maryland, el 14 de noviembre de 2023. (Doug Mills/The New York Times)
El presidente Joe Biden mientras aborda el Air Force One en la Base de la Fuerza Aérea Andrews en Maryland, el 14 de noviembre de 2023. (Doug Mills/The New York Times)

La ansiedad demócrata que ha rodeado al presidente Joe Biden durante más de un año se ha disparado en las últimas semanas, ya que sus índices de aprobación han permanecido bajos de manera continua y las encuestas muestran la posibilidad de que pierda ante el expresidente Donald Trump.

Esa ansiedad se ha cristalizado en una pregunta, repetida como un redoble de tambores: ¿acaso hay algún demócrata de renombre que pueda contender contra él? ¿Alguien más prominente que Marianne Williamson o Dean Phillips?

La respuesta: en la teoría, sí. En la práctica, las perspectivas son remotas.

Existen varias razones para ello, la mayoría de las cuales se reducen a que es muy difícil llevar a cabo con éxito una campaña para las elecciones primarias contra un presidente en funciones. Además, hacerlo a estas alturas, a solo dos meses de que empiecen las votaciones, no sería factible de ningún modo.

Por si la situación no fuera ya complicada para un posible aspirante, Biden sigue siendo más o menos popular entre el electorado demócrata. Según una encuesta reciente del New York Times y el Siena College, el 79 por ciento de los electores del partido en seis estados disputados aprueban su actuación, lo que no deja mucho espacio para otro demócrata.

“En términos logísticos, es imposible”, comentó Tim Hogan, estratega demócrata que trabajó para Hillary Clinton y Amy Klobuchar. “En términos políticos, es una misión suicida”.

Los plazos para determinar a quién se incluye en las boletas electorales se acercan o ya vencieron.

Para aparecer en las boletas electorales de las elecciones primarias estatales, los candidatos deben presentar ciertos documentos, acompañados, en muchos casos, de una cuantiosa cuota de presentación y cientos o incluso miles de firmas de votantes.

Los plazos para hacer lo anterior ya vencieron en Carolina del Sur y Nevada, los dos primeros estados del calendario demócrata, así como en Nuevo Hampshire, que celebra elecciones primarias no autorizadas en enero, y en Alabama y Arkansas.

Míchigan, otro estado donde se vota de manera anticipada, dio a conocer su lista de candidatos este mes. A mediados de diciembre se cerrará el plazo para ser incluido en la papeleta de ese estado. El plazo es similar para California, que tendrá más delegados que ningún otro estado, además de Arizona, Colorado, Luisiana, Maine, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Vermont y Virginia.

Por lo tanto, aun cuando un candidato entrara en la contienda mañana, no podría figurar en las papeletas de las dos primeras elecciones primarias y es probable que tampoco en muchas otras. Por ejemplo, sería muy difícil conseguir 26.000 firmas en California antes de la fecha límite del 15 de diciembre.

Dentro de poco, derrotar a Biden pasará de difícil a matemáticamente imposible.

Biden tiene una enorme ventaja financiera.

La campaña de reelección de Biden, el Comité Nacional Demócrata y un comité conjunto de recaudación de fondos dijeron haber recaudado un total de 71,3 millones de dólares en el tercer trimestre de este año. A fines de septiembre disponían de 90,5 millones de dólares en efectivo.

Eso pondría a cualquier candidato nuevo en una desventaja absoluta. Además hay que considerar que, en el bando republicano, Trump anunció que había recaudado 45,5 millones de dólares en el tercer trimestre y sus principales rivales, el gobernador de Florida Ron DeSantis y la exembajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley, declararon haber recaudado 15 y 11 millones de dólares, respectivamente.

Los políticos de renombre están pensando a largo plazo.

Como era de esperarse, muchos de los electores que buscan un candidato salvador se fijan en personas a las que consideran estrellas en ascenso del Partido Demócrata, como el gobernador de California Gavin Newsom, la gobernadora de Míchigan Gretchen Whitmer o el gobernador de Illionis J.B. Pritzker.

Pero, por lo general, las estrellas en ascenso quieren maximizar sus posibilidades en el momento oportuno.

“Los candidatos ambiciosos son reacios al riesgo”, comentó Casey Domínguez, profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego quien estudia las elecciones primarias. “No quieren arruinar sus posibilidades de éxito en las elecciones presidenciales con una candidatura fallida, sobre todo si se enfrentan a un presidente en ejercicio, lo que podría dividir al partido”.

Lo más importante, no hay precedentes en los últimos 50 años que sirvan de ejemplo a los candidatos.

Pat Buchanan, quien en 1992 se enfrentó a George H. W. Bush, un impopular presidente, logró un empate inesperado con este en Nuevo Hampshire, pero eso no le sirvió ni para ganar una sola elección primaria. Ted Kennedy, quien contendió contra el impopular presidente Jimmy Carter en 1980, ganó en 12 estados y disputó la nominación hasta la convención demócrata, pero no se acercó a la mayoría.

“La historia nos dice algo”, explicó Barbara Norrander, profesora emérita de la Escuela de Gobierno y Política Pública de la Universidad de Arizona quien estudia las elecciones primarias para la nominación presidencial. “El ejemplo más claro que tenemos es el de Ted Kennedy contra Jimmy Carter en 1980 y Kennedy tenía muchas ventajas a su favor, pero no fue capaz de desbancar a Carter. Así que es muy poco probable que alguien hoy pueda desbancar a un presidente en funciones”, comentó.

A los demócratas les preocupa debilitar a Biden.

La fuerza que impulsa el deseo de muchos demócratas de hacer a un lado a Biden es el miedo a otra presidencia de Trump. Pero la misma fuerza motriz está detrás del deseo de otros demócratas de seguir apoyando a Biden.

Las vulnerabilidades de Biden, incluida su edad y sus bajos índices de aprobación, son muy reales. Pero las ventajas electorales de ocupar el cargo, el reconocimiento universal de su nombre y una organización de campaña establecida también son reales.

A estas alturas, un nuevo candidato, “no tiene posibilidades de ganar impulso y obtener los recursos necesarios”, dijo Hogan.

Los posibles aspirantes también tienen que sopesar la posibilidad de que una contienda en las elecciones primarias pueda debilitar a Biden en las elecciones generales, aun cuando salga victorioso. Aunque no hay consenso, algunos historiadores creen que las primarias perjudicaron a Bush y Carter en 1992 y 1980.

“Nadie quiere ser la persona que dividió al partido y ayudó a elegir a Donald Trump”, dijo Domínguez.

No hay un ‘demócrata genérico’.

Cualquier contendiente tendría sus propios puntos débiles que desalentarían a una u otra facción demócrata y serían explotados por los republicanos durante los largos meses de una campaña para las elecciones generales, una realidad que no necesariamente se observa en las encuestas que muestran a un candidato demócrata sin nombre con mejor desempeño que Biden.

“No se puede presentar a un demócrata genérico”, comentó Hogan. “Tienes que presentar a una persona”.

Por ejemplo, el representante demócrata de Minnesota Dean Phillips, que entró en la contienda en octubre. Tras debutar en torno al 7,5 por ciento en el promedio de las encuestas de FiveThirtyEight, cayó muy pronto a cerca del 4 por ciento.

Esa realidad se repitió en 1968, la única vez en la historia moderna que un presidente en funciones fue desafiado con éxito en las elecciones primarias de su partido.

Eugene McCarthy y Robert F. Kennedy, dos contrincantes con mucho reconocimiento y apoyo, contribuyeron a que el presidente Lyndon B. Johnson no se presentara a la reelección. Johnson anunció su decisión en marzo de 1968, cuando las primarias ya estaban en marcha. En agosto, su vicepresidente, Hubert Humphrey, ganó la nominación de un Partido Demócrata agónicamente dividido.

Humphrey perdió las elecciones generales con 191 votos electorales frente a los 301 de Richard Nixon.

¿Qué pasa si Biden no puede presentarse?

Para decir lo obvio, todas las consideraciones son las que son porque Biden está en la contienda. Si algo cambiara eso (por ejemplo, si tuviera una crisis de salud) el partido estaría en una situación difícil.

Si Biden se retirara justo antes o a principios de las primarias, los electores se verían limitados a las otras opciones que ya están en la contienda. Es muy poco probable que se reabran los plazos de acceso a las boletas electorales, que cada estado fija por separado y no los responsables nacionales del partido.

Si se retirara en un momento más avanzado de las elecciones primarias (después de haber ganado suficientes delegados en las primarias preliminares como para que ningún candidato pudiera superarlo), la nominación se decidiría en la Convención Nacional Demócrata de agosto, donde los delegados tienen la última palabra a la hora de elegir al candidato. Lo mismo ocurriría si se retirara entre las primarias y la convención.

c.2023 The New York Times Company