Lo que implica el actual aumento de las infecciones respiratorias agudas en España

En estos días, muchos de nosotros hemos podido ver en nuestro círculo más cercano que alguna persona ha tenido síntomas de una infección respiratoria: fiebre, tos, dolores de garganta, musculares o de pecho, malestar general, inapetencia… Y suele resolverse, en la mayor parte de los casos, en unos cuantos días, requiriendo habitualmente sólo tratamiento sintomático, como antitérmicos y analgésicos.

También puede ocurrir que personas más vulnerables por diferentes motivos (comorbilidad, mal estado general, inmunodepresión, edades más extremas…) evolucionen de manera negativa y requieran otros tratamientos, e incluso ingreso hospitalario.

Estamos en la subida de la curva de infecciones de gripe

En España, las infecciones respiratorias agudas llevan aumentando varias semanas. Lo bueno es que ahora, gracias al sistema de vigilancia específico de estas infecciones (SiVIRA), conocemos cómo evolucionan las enfermedades causadas por distintos virus, principalmente gripe, covid-19 y virus respiratorio sincitial (VRS), tanto en atención primaria como en hospitales.

Así, en el último informe del año 2023 de SiVIRA se avisa de que “en estos momentos circulan en la comunidad gripe, SARS-CoV-2 y VRS simultáneamente, si bien la mayor intensidad de circulación se observa en gripe”.

Es decir, estamos justo en el momento del incremento de la curva de infecciones de gripe. Con una particularidad y es que, en las últimas tres temporadas, la circulación de virus gripal ha sido menor de lo que estamos observando en ésta de 2023-2024. Además, el aumento ha coincidido con una época, la Navidad, en la que se intensifican los contactos sociales, con lo cual se produce un incremento de la transmisión.

Todo ello se acompaña de la saturación asistencial: son más las personas que acuden a atención primaria y hospitales, unos servicios ya tensionados por la pandemia, y en los que persisten problemas estructurales, y algunos burocráticos (como la gestión de las bajas), todavía no resueltos.

Si a esto se le añade el período vacacional (con menos personal sanitario disponible), la repercusión mediática, las expectativas de la población, las especulaciones de todo tipo y el papel de algunos pseudoexpertos, tenemos todos los ingredientes para que la situación nos retrotraiga a otros momentos ya vividos durante la pandemia de covid-19.

¿Es tan grave la situación?

Antes de la pandemia, durante casi todas las temporadas gripales (que, en el hemisferio norte, abarcan desde principios de octubre hasta mayo), la curva epidémica de la gripe ascendía en su incidencia durante 4 a 6 semanas, alcanzaba el pico y comenzaba a descender.

Es lo que estamos viendo ahora también. No hay una fecha fija para que se produzcan las epidemias de gripe, pero suele relacionarse con la disminución de las temperaturas y con el hecho de dar el salto de hacer más vida al aire libre a hacerlo en espacios cerrados y con menor ventilación.

En esos períodos de aumento de incidencia de la gripe, en cualquier temporada, lo que se ha producido habitualmente es un aumento de la tensión en los sistemas asistenciales, sobre todo cuando el ascenso es más pronunciado y rápido. En esta ocasión ocurre igual, con la dificultad añadida de que ahora se suma otra infección respiratoria que antes no existía: la covid-19. Por suerte, su incidencia en los servicios de atención primaria tiene, según el último informe, tendencia a la estabilización.

Lo importante es que, aunque las infecciones respiratorias graves –es decir, las que requieren tratamiento hospitalario– han aumentado tanto en gripe como en covid-19 y en VRS, especialmente en las edades más extremas, la mayoría de las infecciones respiratorias agudas que se están viendo son leves. No hay una especial repercusión en la letalidad, como nos muestran las cifras que publica el sistema MoMo, y no se han producido excesos de defunciones, como sí sucedió durante la pandemia de covid-19.

Vacunación y mascarillas

En estos momentos, cuando la transmisión de la gripe está aumentando, hay que tratar de minimizar las oportunidades para que se produzca dicha transmisión. Para ello son fundamentales, como siempre lo han sido, tanto las medidas preventivas farmacológicas como las no farmacológicas.

Entre las primeras tenemos la vacunación. Afortunadamente, disponemos de programas de vacunación en marcha frente a gripe y frente a covid-19 para las personas más vulnerables, y también para aquellas que son claves para el mantenimiento de servicios críticos y esenciales a la comunidad. Las coberturas de vacunación en esta temporada, por desgracia, no han sido todo lo elevadas que sería deseable.

Entre las medidas no farmacológicas destaca, en primer lugar, la de que las personas con síntomas de infección respiratoria eviten las interacciones sociales y, si no pueden obviarlas, utilicen una mascarilla apropiada.

Deberían evitarse también las aglomeraciones de personas en lugares no adecuadamente ventilados. En algunas comunidades autónomas se está estableciendo la utilización de mascarillas en centros sanitarios (recordemos que las salas de espera son lugares donde es más probable la transmisión de virus respiratorios), algo que puede extenderse a todo el territorio nacional, si así se acuerda en el seno del consejo interterritorial del SNS que se está celebrando.

Si la situación se agrava, y aparecen dolor intenso o dificultad respiratoria, hay que buscar atención sanitaria.

Nadie tiene una bola de cristal para saber cuándo finalizará, y cómo lo hará, este incremento de actividad gripal. Si sigue las pautas habituales, se extenderá a lo largo del mes de enero, por lo que las autoridades sanitarias deben adaptar los sistemas asistenciales para que no se vean sobrepasados y la población debe ser consciente de que su actuación también cuenta.

Es un buen momento para considerar la puesta en práctica de las lecciones aprendidas en la pandemia de covid-19 y preparar a nuestro sistema sanitario para futuras temporadas de virus respiratorios.


Artículo escrito con el asesoramiento de la Sociedad Española de Epidemiología.


Ángela Domínguez García es investigadora de los proyectos financiados siguientes: Proyecto PI19/00354 del Instituto de Salud Carlos III, Grant Agreement 801495-EU-JAV y AGAUR 2021-SGR-00702. Es miembro del Consell Assessor de Salut Pública de l'Agència de Salut Pública de Catalunya y miembro del Consell Assessor en Vacunacions de l'Agència de Salut Pública de Catalunya. Es Coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y miembro de la Comisión Asesora de Comunicación de la SEE.

María Isabel Portillo es Coordinadora de Cribados en Osakidetza-Servicio Vasco de Salud e investigadora del Instituto de Investigación BioBizkaka. Asimismo es socia de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), de la organización Sodepaz (ONG estatal). Secretaria de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), miembro de la Comisión Asesora de Comunicación de la SEE y del Grupo de Trabajo de Cribados de la SEE

Maria João Forjaz trabaja para el Instituto de SaIud Carlos III (ISCIII) y recibe fondos, obtenidos en concurrencia competitiva, del ISCIII para la realización de un proyecto de investigación. Es vicepresidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

Pere Godoy recibe fondos de recibe fondos, obtenidos en concurrencia competitiva, del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), para la realización de un proyecto de investigación sobre la transmisión del SARS-CoV2 en domicilios de Cataluça y Navarra. Es miembro de los grupos de trabajo de Vigilancia y Vacunas de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

Eduardo Briones Pérez de la Blanca no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.