Impacto en el cristal de la Estación Espacial Internacional

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Lo último que un astronauta desea ver cuando se asoma al famoso módulo acristalado Cupola de la Estación Espacial Internacional (E.E.I.), es la huella de un pequeño impacto sobre una de las lunas. Bien, pues esto es lo que le sucedió al astronauta británico Tim Peake, quien fotografió la pequeña hendidira superficial de 7 milímetros que podéis ver en la foto superior. ¿Qué pudo causarla? Seguramente una pequeña partícula de basura espacial.

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No hace falta que os alarméis, no se trata de nada grave ni supone un riesgo para la tripulación de la E.E.I., una nave que como recordaréis está compuesta por múltiples módulos que en ultima instancia pueden sellarse de forma individual.

Volvamos sobre el arañazo en el cristal, según puede leerse en la web de la ESA, probablemente su aparición se debe a al impacto de “un copo de pintura o un pequeño fragmento de metal no más grande que unas pocas milésimas de milímetro de largo”. Es sorprendente comprobar los daños que una partícula tan minúscula puede provocar cuando impacta una velocidad tan alta.

Afortunadamente, el cristal con el que ha cubierto cada una de las siete ventanas del módulo Cupola tiene un espesor de casi 1 centímetro (9,4 mm) y está hecho de cuarzo. Este vídrio especial está preparado para absorber el impacto de la mayor parte de los restos orbitales y micrometeoroides, (o MMOD en el argot de los técnicos aerospaciales).

Por lo que puedo leer en Gizmodo, mientras que un frangmento tan minúsculo como el que provocó esta grieta en el cristal de la E.E.I. solo puede provocar daños menores, un objeto de 1 centímetro podría estropear un dispositivo o un sistema crítico de vuelo en cualquier satélite. Cualquier cosa por encima de un centímetro podría penetrar el escudo de los módulos tripulados de la Estación, y cualquier objeto de más de 10 centímetros podría destrozar el escudo de una nave provocando un fatal incidente de desperesurización.

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¿Ha sucedido esto alguna vez en la historia? Las crónicas recuerdan un único accidente fatal por despresurización en el espacio, el de la misión soviética Soyuz-11 en 1971, que acabó con la vida de los tres tripulantes que hacían la reentrada en la atmósfera. La autopsia descubrió que los tres habían fallecido por asfixia.

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Todos tenemos en la memoria escenas terroríficas de despresurización made in Hollywood, como la famosa de “Desafío Total” en la que Arnold Schwarzenegger está a punto de irse al otro barrio en Marte al salir al exterior sin protección. Lo cierto es que sabemos muy poco de los efectos de este fenómeno en humanos en el espacio, de hecho casi todo lo que conocemos experimentalmente tiene que ver con animales. En 1950 por ejemplo, se realizaron pruebas con perros, que mostraban que entre 30 y 40 segundos después de la caída de presión, los cuerpos empezaban a hincharse a medida que el agua presente en los tejidos se evaporaba. No obstante, la firmeza “estanca” de la piel impide que el cuerpo explote, como estuvo a punto de pasarle al personaje de Arnold (foto superior).

Las experiencias con pilotos de vuelo, los pocos que han sobrevivido a una descompresión rápida accidental, (e incluso un técnico de la NASA) indican que quienes la sufren sienten un dolor inicial - una especie de golpe en el pecho - seguida de un escape de aire de los pulmones y la imposibilidad de inhalar. Normalmente pierden la consciencia antes de 15 segundos y si no se represuriza el ambiente, la muerte llega pocos segundos más tarde. Esperemos que nunca tengamos que hablar de un caso así en la E.E.I.

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Me enteré leyendo Gizmodo y me hizo volver a leer un viejo post mío llamado Despresurización, la terrible muerte en el espacio.