Las ideas de Christoph Waltz

Christoph Waltz, quien pasó décadas como actor en activo antes de su debut con “Bastardos sin gloria”, en su hotel de Nueva York, el 8 de febrero de 2023. (Erik Tanner/The New York Times)
Christoph Waltz, quien pasó décadas como actor en activo antes de su debut con “Bastardos sin gloria”, en su hotel de Nueva York, el 8 de febrero de 2023. (Erik Tanner/The New York Times)

NUEVA YORK — Christoph Waltz sabe algunas cosas sobre actuación y tiene un Oscar que lo demuestra; sin embargo, en una conversación reciente, no le dio importancia a las habilidades necesarias.

“No creo en el concepto de buen actor o mal actor”, afirmó Waltz. “Si interpretas un papel interesante en una historia que vale la pena y te dan el papel adecuado, tendrías que ser un verdadero idiota para no ser bueno”.

Es difícil saber hasta qué punto habla en serio Waltz cuando hace este tipo de declaraciones deliciosamente archiconocidas, del mismo modo que es difícil precisar qué impulsa su última creación para la pantalla: el personaje que da título al satírico nuevo thriller laboral de Amazon “The Consultant”.

Con una adaptación del creador de “Servant”, Tony Basgallop, de la novela de 2015 de Bentley Little, la serie de ocho episodios, que se estrena el viernes en Prime Video, cuenta la historia de un estudio de videojuegos tras la muerte repentina y violenta de su joven fundador, lo cual hace que la empresa caiga en picada. De la nada, un extraño llamado Regus Patoff (Waltz), que dice ser un consultor contratado de Crimea, aparece y se hace cargo. De inmediato se hace evidente que algo, o mucho, no va bien.

Como muchos de los personajes más conocidos de Waltz, Regus siempre habla con delicadeza y cortesía (incluso cuando despide a alguien por su aroma), como el propio Waltz una mañana reciente en el salón del Hotel Greenwich de Manhattan. Sin embargo, el actor suele tener un toque irónico en lo que hace, que a menudo resulta despiadado en sus personajes, sobre todo en los dos por los que ganó un Oscar: un oficial de las SS en “Bastardos sin gloria”, de Quentin Tarantino, y un cazarrecompensas en “Django sin cadenas”, del mismo director.

Su personaje se mantiene fiel a su forma en “The Consultant”, que él describe como “la primera serie que he hecho”. Eso no es del todo cierto (ha tenido muchos papeles como actor invitado y habitual en algunas series europeas de hace décadas), pero es la primera vez que Waltz, de 66 años, es protagonista de una serie moderna de Hollywood, y con un papel tan waltziano. (Una serie de cortometrajes de Quibi que protagonizó, “Most Dangerous Game”, se convirtió en una película). Regus es tan seductor como siniestro, una mezcla aterradora de apariencia agradable y sutilmente amenazadora, un equilibrio que Waltz ha perfeccionado a lo largo de los años.

Christoph Waltz, quien pasó décadas como actor en activo antes de su debut con “Bastardos sin gloria”, en su hotel de Nueva York, el 8 de febrero de 2023. (Erik Tanner/The New York Times)
Christoph Waltz, quien pasó décadas como actor en activo antes de su debut con “Bastardos sin gloria”, en su hotel de Nueva York, el 8 de febrero de 2023. (Erik Tanner/The New York Times)

“En el papel, el personaje es muy duro y directo, pero en la pantalla solo se puede ser desagradable hasta cierto punto”, explicó Basgallop, quien también dirige la serie, en una conversación por video. “También hay que tener mucho encanto y creo que Christoph lo aporta”.

En persona, esa perspicacia que Waltz aporta a sus papeles es lo más alejado de ser amenazador, pero sí que resulta muy divertido. Es intelectual, juguetón, un poco travieso, tan dispuesto a desafiar una pregunta como a responderla. También es un hombre de intereses muy variados; en una conversación de 80 minutos citó o parafraseó a Stanley Kubrick, Charles Eames, Albert Einstein, Timothy Snyder, Aristóteles y Stephen Sondheim.

En un peloteo habitual, bateó la bola con delicadeza después de que le preguntaron si alguna vez había sentido que había dado en el clavo en una escena o un papel.

“Todo este vocabulario de la economía de mercado: ‘dar en el clavo’”, dijo. “Bueno, si das en el clavo, ¿dónde lo clavas? ¿Qué tipo de clavo utilizas? ¿Por qué clavarlo en primer lugar? Así ya no puede ir a ninguna parte. ¿No sería el objetivo que siguiera fluyendo?”.

Se reclinó en su asiento, sonriendo como el Gato de Cheshire.

Waltz nació y creció en Viena, pasó décadas yendo de aquí para allá por Europa en el mundo laboral del teatro y la televisión, y haciendo alguna que otra película, antes de conseguir su gran papel en “Bastardos sin gloria”, que se estrenó cuando tenía 52 años. En aquel momento, declaró para The New York Times que después de actuar en muchas comedias, interpretar al villano se había vuelto “la sal de la vida en los últimos años”.

La mayor parte de esos papeles no fueron muy gratificantes que digamos, pero su relación con Tarantino le permitió combinar su facilidad para la comedia y la villanía de maneras más interesantes… y ser más exigente. También lo llevó a Los Ángeles, donde vive de tiempo completo desde mediados de la década de 2010.

Waltz le atribuyó en parte su enfoque analítico de la actuación a la técnica de interpretación de guiones que le enseñó Stella Adler, con quien convivió durante una temporada en Nueva York a partir de finales de la década de 1970. Según su análisis, el poder de su personaje en “The Consultant” reside en poco más que el afán de la gente por seguir a alguien que asume un aire de autoridad.

“Nunca dice: ‘Yo soy el jefe’. Solo actúa como tal y todo el mundo lo acepta de inmediato”, dijo Waltz.

A modo de ejemplo, se refirió al congresista George Santos, de Nueva York, quien ha construido su carrera a base de mentiras descaradas y confianza en sí mismo, pero que sigue en pie, incluso después de haber sido desenmascarado.

“Debería estar sentado en un rincón tranquilo, esperando que esto pase”, se maravilló Waltz con un brillo en los ojos, como un goloso a punto de degustar un postre especialmente elaborado. “Ahora es evidente que es patológico”.

A Waltz le interesa aquello que impulsa a la gente, pero eso no significa que quiera encontrar una explicación a cada decisión que toma como actor. O al menos no quiere insistir en ello de manera pública.

“No hablo del proceso (o a veces mantengo una distancia, digamos, irónica a la hora de revelar el proceso) porque es algo muy personal”, señaló Waltz. “Sigues insinuaciones cuya procedencia desconoces”.

“Cuando dice algo”, dijo Basgallop, “lo escuchas porque sabes que habla del corazón. No piensas que está intentando venderte algo o convencerte de algo. También aporta eso a sus personajes: alguien con un intelecto muy fuerte, pero también muy tranquilo y mesurado”.

“Por alguna razón creo que eso nos aterra a los seres humanos: estamos programados para tener miedo de alguien así porque puede ser más inteligente que nosotros”.

c.2023 The New York Times Company