Cómo Ian desplazó embarcaciones a tierra y autos al agua
Hay embarcaciones por todas partes.
Desplazados a los céspedes, esparcidos por la calle, junto a la autopista, amontonados en los puertos deportivos. Bloquean los viaductos, algunos siguen flotando en la superficie, otros están medio hundidos.
Es como si un niño enfadado lo pusiera todo patas arriba con furia, esparciendo las piezas por todas partes.
Eso es lo que el huracán Ian hizo a los barcos —y a los autos, a los electrodomésticos y casas enteras— en el suroeste de la Florida y en partes de los Cayos a finales de septiembre. Las embarcaciones llegaron a tierra. Los autos cayeron al agua. Las casas se inundaron o desaparecieron.
Las comunidades costeras de la Florida estaban salpicadas de embarcaciones abandonadas o dañadas antes de la tormenta, obstruyendo los canales de navegación, poniendo las vías fluviales en riesgo de contaminación, desordenando la economía marina.
Ian elevó el problema a nuevos niveles.
“Ha sido lo más aterrador y humillante que he vivido”, dijo Amy Rizzo, de 53 años, que vive en Fort Myers Beach. “Ls cosas que he visto flotando. Había congeladores, barcos, vehículos por todas partes”.
Los camaroneros de San Marcos
En la isla de San Marcos, al este de Fort Myers Beach, se amontonan enormes camaroneros de casco de acero.
“La cuestión es que no se trata solo de un negocio, sino de una comunidad. La reconstrucción incluye devolver los camaroneros al agua, arreglar los muelles, reconstruir la tienda de suministros, reparar la zona de descarga y, sobre todo, restaurar la humanidad dentro de nuestra familia camaronera”, escribió Anna Erickson, de Erickson and Jensen Marine Supplies, en un mensaje de GoFundme para recaudar dinero para la maltrecha flota camaronera.
La familia Erickson lleva 70 años pescando el codiciado camarón rosado del Golfo de México.
Bajo el puente que conecta la isla con Fort Myers Beach, los yates medio hundidos sobresalen de la superficie del agua. Barcos y autos alzados por las aguas de la inundación de Ian ensucian patios y propiedades comerciales.
El gobernador Ron DeSantis dijo durante una visita a Fort Myers Beach que hasta ahora se han identificado 869 embarcaciones y vehículos en propiedades residenciales y comerciales.
Amenazas para la navegación
Las aguas cercanas a la costa son peligrosas para los navegantes, con restos que flotan o está a poca profundidad.
Gary Cullen, un comerciante de barcos de 50 años de Cape Coral, es uno de los muchos navegantes de la zona que se han ofrecido de voluntarios para transportar suministros a la muy dañada Pine Island desde la tormenta del 28 de septiembre. Dijo que en el agua hay tantos escombros que los canales se han desplazado en algunas áreas.
“Reventé la caja de cambios y rompí el eje de transmisión de mi Yamaha 300 al chocar con tantos escombros cuando transportábamos personas y suministros”, dijo.
Los viaductos de Naples, unas 30 millas al sur de Fort Myers, están llenos de tantos restos de la tormenta que los policía están colocando boyas para que los navegantes puedan ver los peligros para la navegación.
“Nuestros agentes de la patrulla marítima han localizado todo tipo de restos en las vías navegables, como vehículos, embarcaciones hundidas o dañadas, restos de construcción, maderas marinas, partes de muelles rotos y restos de vegetación, por mencionar algunos”, dijo el teniente Bryan McGinn, portavoz del departamento.
Los agentes están llevando los desechos a lugares para que los recojan los contratistas, dijo McGinn. Las boyas son para los objetos más grandes que no se pueden remolcar fácilmente.
Ola de agua salada
Y no solo las embarcaciones extraviadas están haciendo la vida imposible.
Amy y Jay Rizzo decidieron quedarse en su casa de Laguna Shores, en Fort Myers Beach, a pesar de las advertencias previas al huracán Ian de que la tormenta probablemente traería devastación.
Una calle, Estero Boulevard, separa Laguna Shores de la playa. Así que cuando el agua salada del Golfo de México atravesó la calle el 28 de septiembre, el agua, y los escombros, se extendieron rápidamente por el vecindario.
El agua alcanzó el escalón inferior de la casa elevada —de reciente construcción— de la pareja, destruyendo todas sus pertenencias por debajo, pero librándose de la intrusión de agua salada que destrozó tantas otras casas de la zona.
Lo único que pudieron hacer era observar. Y qué espectáculo tan aterrador fue, dijo Amy Rizzo. Ella es enfermera y su marido, de 63 años, es médico. A lo largo de sus carreras han visto muchos traumas y dolores de cabeza, pero esto es diferente.
Además de las embarcaciones que pasaban flotando, también lo hizo su Ford Expedition, que acabó en el muelle de la parte trasera de su casa.
“Acabamos de reconstruir nuestro muelle tres semanas antes del huracán, y ahora mi auto está ahí. Flotó aquí mismo desde donde está mi auto nuevo, alrededor del lado de la casa y llegó al muelle”, dijo. “Estoy esperando a que venga Geico. Dicen que tienen que tener una grúa en el frente que va sobre la casa para levantarlo”.
En los Cayos
Aunque no es tan devastador, los Cayos también sufrieron una ola cuando Ian pasó por la cadena de islas antes del impacto directo en la zona de Fort Myers. Muchas casas de la histórica zona de Bahama Village, en Cayo Hueso, se inundaron con el agua de mar.
El huracán también afectó unas 150 embarcaciones, esparciéndolas por el agua y las carreteras, y suponiendo un peligro medioambiental para los Cayos, que son ecológicamente sensibles, dijo el capitán David Dipre, de la Comisión de Conservación de Peces y Vida Silvestre de la Florida (FWC), el organismo encargado de documentar todas las embarcaciones abandonadas en el estado.
Cuando el viento y las olas desplazaron los barcos de sus muelles y amarres, las embarcaciones arrastraron la hierba marina, vital para el hábitat marino del archipiélago.
“Si siguen ahí, van a seguir haciendo daño”, dijo Dipre.
Ernesto Hernández es un pescador que vive en su barco que ahora está de costado en las aguas poco profundas de Sugarloaf Key. Dijo que habría trasladado el barco más lejos de los Cayos Bajos, pero como el pronóstico indicaba que el centro de la tormenta se mantendría lejos del oeste de Cayo Hueso, no esperaba un oleaje tan fuerte.
“Fue feo, feo. Para levantar ese barco ahí arriba, hay que decir que las olas eran de cinco a seis metros de altura”, dijo Hernández mientras volvía a motor con un bote para sacar provisiones de su bote más grande.
Para agravar el problema de las embarcaciones desplazadas por Ian, hay decenas de embarcaciones de inmigrantes abandonadas en las playas y los manglares de los Cayos como resultado del mayor éxodo marítimo de Cuba al sur de la Florida en casi una década. La documentación de estas embarcaciones para su retirada también forma parte de la responsabilidad de la FWC, pero han llegado más rápido de lo que se puede gestionar.
La FWC cataloga las embarcaciones y registra su paradero, y luego entrega esa lista al Condado Monroe, que licita a las empresas de salvamento contratadas que finalmente retirarán las embarcaciones, dijo el agente Jason Rafter, que tiene una doble función en la agencia: portavoz y buscador de embarcaciones abandonadas.
Mark Cockerham, guía de pesca de los Cayos Superiores, ha empezado a remolcar las embarcaciones él mismo y a restaurarlas con fines decorativos. La FWC no lo recomienda, pero mientras la gente no intente hacerlas aptas para el mar de nuevo, no hay ningún esfuerzo en marcha para impedir que la gente se lleve las embarcaciones.
Cockerham afirma que la principal razón por la que ha estado recogiendo los barcos de los emigrantes —muchos de ellos son monumentos improvisados a la innovación, soldados hechos con elementos cotidianos como bidones de combustible y barreras de carretera y propulsados por viejos motores de camiones diésel rusos es para reducir el daño medioambiental cuando pierden combustible en las aguas cercanas a la costa.
“Son embarcaciones geniales y es una pena verlos venir aquí y hundirse”, dijo mientras remolcaba una embarcación de madera de migrantes desde Indian Key Fill. “Pero ha habido tantos aquí últimamente que todo el mundo los ignora, y ahí están en el fondo, y hay diésel y aceite por todas partes”.
El costo humano
El huracán Ian fue una de las tormentas más mortíferas y dañinas que han azotado la Florida en décadas. Murieron más de 100 personas, más de la mitad en el Condado Lee, donde están las playas de Fort Myers, Pine Island y Sanibel, muy afectadas. Muchas personas se ahogaron en la marea.
“Ha sido horrible. Es como una historia de terror. Ni siquiera puedo soportar venir aquí porque no puedo ver todo esto. Me afecta mucho”, dijo JoAnn Knobloch, que dijo que su marido Karl sucumbió a las aguas bajo su casa de dos pisos en Estero Boulevard.
Karl, que acaba de cumplir 80 años, estaba cerca del garaje mientras JoAnn recogía los gatos que rescata en la zona. Dijo que salió a buscar a su esposo alrededor de las 4 p.m. y vio cómo el agua lo arrastraba.
“Sucedió en cuestión de segundos”, dijo JoAnn.
Los Knobloch coleccionaban autos y la mayoría de sus automóviles más preciados quedaron destruidos en la inundación. Un Honda atravesó el muro de concreto que daba acceso a su patio trasero. Dos autos, entre ellos un Ford Mustang GT de 2003, se fueron al fondo de su canal.
“Era un auto precioso”, dijo Knobloch. “Solo tenía 50,000 millas. Era un 2003. Uno de los mejores años”.
Limpieza
Ahora que el esfuerzo masivo de búsqueda y rescate está terminando en el suroeste de la Florida, una misión igualmente inmensa y difícil está en marcha: limpiar el desastre que dejó Ian.
Las carreteras están casi despejadas, incluso en Fort Myers Beach. Pero los escombros y la destrucción están por todas partes.
Muchas casas y negocios son escombros. Las que han sobrevivido han sido destruidas por el agua de mar y luego desmanteladas por los propietarios con la esperanza de salvarlas del moho.
“La situación es grave. Hay tantos daños causados por el agua, que la mayoría de estas casas estarán llenas de moho negro, y no podemos llegar a ellas lo suficientemente rápido como para salvarlas”, dijo Shay Walker,que fue a Fort Myers desde Nueva Orleans después de la tormenta.
“Aunque la línea de agua era de seis pies y medio de altura, está dañando hasta 12 pies porque salpicó por debajo de sus casas”, dijo Walker. “Mucha gente ha perdido todo lo que tenía en sus casas. Perdieron ;a estufa, el refrigerador, la bañeras, todas las cosas de la vida normal, se han ido. Mucha gente perdió todas sus fotos de boda, toda su ropa. Todo ha desaparecido”.
Los autos destrozados y sin ventanillas todavía se alinean en Estero Boulevard.
El estado creó un sitio web —iandebriscleanup.com— donde los habitantes Condado Lee pueden solicitar que se retiren de sus propiedades las embarcaciones, autos, motos y vehículos todoterreno destrozados.
Los camiones con enormes contenedores de acero hacen recorridos, parando en los puntos de recolección a lo largo de las calles, y luego usan grúas para mover los enormes montones de chatarra.
Los camiones dejan los restos en un campo del Parque Estatal de Lovers Key, donde se alinean enormes pilas de objetos que antes eran pertenencias personales.
Kevin Guthrie, director de la División de Gestión de Emergencias de la Florida, dijo que los equipos ya han recogido suficientes escombros “para llenar 300 piscinas olímpicas”.
Reconstrucción
Los gobiernos de DeSantis y Biden afirmaron que han acortado el proceso burocrático para acelerar la retirada de escombros y la reparación de infraestructuras, de modo que la reconstrucción de las zonas más afectadas pueda ponerse en marcha más rápidamente.
Con tantas casas destruidas, tanto la Florida como la FEMA han puesto en marcha programas que permiten a la gente vivir cerca de sus casas destrozadas mientras se reconstruyen. Esto significa proporcionar casas rodantes y vehículos recreativos, alquiler directo de viviendas listas para ser ocupadas, así como ofrecer a los propietarios reembolsos si reparan los apartamentos y casas de alquiler dañados por el huracán.
Tom McCool, coordinador federal de la FEMA, dijo que más de 700,000 núcleos familiares de la Florida han solicitado asistencia, y el gobierno espera que otras 130,000 personas hagan lo mismo.
“Queremos que se queden en su comunidad, donde van a la iglesia, o cualquier casa de culto, donde los niños van a la escuela y donde se sienten cómodos”, dijo McCool. “Ese es nuestro objetivo número uno”.
El fotoperiodista del Miami Herald Pedro Portal contribuyó a este reportaje.