Huyeron del caos climático, pero la ley de asilo aprobada hace décadas podría no ayudar

Un campamento de migrantes en el río Bravo en Matamoros, México, donde viven muchos miembros del pueblo indígena misquito de Honduras, con la esperanza de solicitar asilo en Estados Unidos, el 19 de julio de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)
Un campamento de migrantes en el río Bravo en Matamoros, México, donde viven muchos miembros del pueblo indígena misquito de Honduras, con la esperanza de solicitar asilo en Estados Unidos, el 19 de julio de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)

MATAMOROS, México — Primero, fueron los huracanes —dos tormentas, a dos semanas de diferencia en 2020— que devastaron Honduras y dejaron a los más vulnerables del país en una situación de extrema necesidad. En aldeas lejanas habitadas por indígenas conocidos como los misquitos, las casas fueron arrasadas y los campos de cultivo quedaron destruidos.

Luego, llegaron los cárteles del narcotráfico, que ocuparon el vacío dejado por el gobierno hondureño, sin la preparación para responder a la catástrofe. La violencia no tardó en llegar.

“Todo cambió después de los huracanes y necesitamos protección”, dijo Cosmi, de 36 años, padre de dos, que agregó que su tío fue asesinado después de que se le ordenó abandonar la parcela familiar.

Cosmi, quien pidió que solo se le identificara por su nombre de pila por temor a la seguridad de su familia y de los parientes que se quedaron en su país, vivía en un campamento miserable situado en una franja de tierra junto al río que separa México de Texas. Cientos de misquitos vivían junto a él en tiendas diminutas, todos tenían la esperanza de solicitar asilo.

La historia de los misquitos que abandonaron su hogar ancestral para recorrer poco más de 4000 kilómetros hasta la frontera entre México y Estados Unidos resulta familiar en muchos sentidos. Como otros que vienen de Centroamérica y Sudamérica, huyen de Estados fallidos y de la violencia en las calles. Pero sus abogados también esperan poner a prueba una idea novedosa: el clima extremo provocado por el cambio climático puede ser motivo para recibir asilo, una protección establecida hace más de siete décadas tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

“Nuestra ley de asilo se creó cuando ni siquiera se contemplaba el cambio climático y, ahora, somos muy conscientes de que va a ser uno de los mayores problemas del siglo”, comentó Ann García, abogada del National Immigration Project, que trabaja con la organización sin fines de lucro Together and Free para ayudar a los misquitos.

Un migrante del pueblo indígena misquito de Honduras dirige un culto en español y misquito en un campamento de migrantes en el río Bravo en Matamoros, México, el 19 de julio de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)
Un migrante del pueblo indígena misquito de Honduras dirige un culto en español y misquito en un campamento de migrantes en el río Bravo en Matamoros, México, el 19 de julio de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)

Los solicitantes de asilo deben demostrar que no pueden vivir en su país de origen debido a persecuciones pasadas o a un temor fundado a ser perseguidos en el futuro por motivos de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un grupo específico (por ejemplo, las mujeres sometidas a mutilación genital).

Los misquitos se enfrentan a una ardua tarea para conseguir asilo debido al cambio climático y sus abogados pueden tratar de incorporar otros factores para reforzar el caso.

Estos podrían argumentar que el asilo se basa en la pertenencia de los misquitos a un grupo social, si fueron desatendidos por el gobierno o sufrieron discriminación por su origen étnico. Los misquitos también podrían alegar vulnerabilidades inherentes, como una dependencia en los recursos naturales que podría verse socavada por un fenómeno climático catastrófico si desembocara en una violencia criminal que cortara su suministro de alimentos.

Al margen de cómo se presenten las solicitudes de asilo de los misquitos, la resolución de sus casos podría llevar varios años, dados los años de rezago en los trámites.

Mientras esperan la resolución de sus casos, los solicitantes de asilo pueden permanecer en Estados Unidos y, transcurridos seis meses, pueden solicitar un permiso para trabajar.

Esto incentiva a las personas, sobre todo a los migrantes económicos, a presentar solicitudes de asilo poco sólidas y ha provocado una reacción contra la antigua práctica de permitir el ingreso a Estados Unidos a cualquier solicitante de asilo.

“El público general acepta cada vez menos el asilo como recurso porque hay mucha gente creativa que lo solicita”, comentó Stephen Yale-Loehr, profesor de Derecho migratorio en la Facultad de Derecho de la Universidad de Cornell.

El número de casos de asilo pendientes en los tribunales migratorios estadounidenses superó el millón, en comparación con los 750.000 de 2022 y los apenas 110.000 de hace una década. También está pendiente otro millón de casos que está siendo evaluado por funcionarios de asilo, más del doble que hace dos años.

A medida que se incrementa el número de solicitudes, también aumentan las preguntas sobre el significado mismo del asilo en el siglo XXI, tanto para Estados Unidos como para los millones de personas de todo el mundo que buscan un refugio seguro, cada vez más a causa de los efectos de las condiciones meteorológicas extremas y el cambio climático.

Nadie cuenta cuántos migrantes llegan a la frontera entre Estados Unidos y México huyendo de los efectos del clima extremo, pero los expertos creen que es probable que esa cifra aumente.

Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, el cambio climático desplazará hasta 143 millones de personas en América Central y del Sur, el África subsahariana y el sur de Asia de aquí a 2050.

A medida que los humanos continuamos quemando combustibles fósiles, los cuales envían gases de efecto invernadero a la atmósfera y calientan el planeta, la temperatura de los océanos aumenta. Con el tiempo, esto provoca que los huracanes del Atlántico sean más fuertes, más húmedos y más lentos, lo que los hace mucho más destructivos una vez que tocan tierra.

La penosa situación de los misquitos pone de relieve las condiciones climáticas que impulsan la migración en todo el mundo, en particular hacia Estados Unidos.

Desde que tenía uso de razón, Cosmi había caminado cuesta arriba a la montaña para ayudar a su tío Ilario a cultivar frijoles, arroz, maíz, taro y sandía en la parcela que había pasado de generación en generación.

Cosmi se casó y tuvo dos hijos, ahora de 14 y 8 años. Vivían de lo que producía la tierra y criaban algo de ganado.

“Había temporada para todo y era abundante”, recuerda, hasta que llegaron los huracanes de 2020.

La tierra estaba empapada; luego, se secó y vino la sequía, recordó Cosmi. Los tallos de maíz se marchitaron. Durante la cosecha, llenó la mitad de sacos de arroz que de costumbre.

“Habíamos trabajado esa tierra durante generaciones”, aseveró Cosmi, “y seguimos intentando”.

Cosmi pidió prestada una canoa y empezó a pescar camarón en los estuarios. Intercambiaba taro, un tubérculo, por algo de la capturado por los pescadores que salían al mar.

Entonces, llegaron los cárteles. Mataron al tío de Cosmi. Pronto, Cosmi y su familia empezaron a recibir amenazas. Sacó a su hijo y a su hija de la escuela y decidieron huir.

Trabajando en lo que podían durante el trayecto, Cosmi y su mujer consiguieron reunir dinero para comida y autobuses hasta la frontera de Estados Unidos. Llegaron a Matamoros en mayo, cuatro meses después de abandonar su país. Mediante la aplicación del gobierno estadounidense que se ha convertido en una de las pocas maneras de conseguir una cita para el asilo, programaron una entrada en el cruce de Brownsville, Texas.

El 3 de agosto, los agentes fronterizos estadounidenses procesaron y liberaron a la familia.

Viajaron en autobús a Waukegan, Illinois, un suburbio de Chicago, donde se quedaron con un amigo. Un equipo encabezado por Garcia, la abogada, planea representar a la familia y a otros misquitos en sus casos de asilo.

A fines de 2021, la Casa Blanca publicó un informe en el que reconocía que el calentamiento global estaba provocando desplazamientos a gran escala. Pero, dos años después, el gobierno todavía no ha adoptado su propia recomendación de establecer un grupo de trabajo interinstitucional para coordinar la respuesta estadounidense a la migración por el cambio climático.

c.2023 The New York Times Company