Huracán - San Lorenzo: el taconazo de Adam Bareiro a Rodrigo Echeverría que desató una polémica

Huracán vs San Lorenzo: la durísima imagen del tacazo de Bareiro y mucha sangre en Echeverría
Huracán vs San Lorenzo: la durísima imagen del tacazo de Bareiro y mucha sangre en Echeverría

Un clásico caliente, con muy poco fútbol, pero con la historia en juego. Y cada acción fue al límite, tanto que una de las últimas jugadas del cierre del encuentro todavía sigue sobrevolando como una de las acciones más polémicas del encuentro. Es que en el estadio Tomás Adolfo Ducó, en el choque entre Huracán y San Lorenzo, que igualaron 0-0, un taconazo de Adam Bareiro dejó sangrando a Rodrigo Echeverría, multiplicó el clima tenso entre los futbolistas y el árbitro Nazareno Arasa quedó con el centro de la escena porque no amonestó al delantero del Ciclón.

La jugada de la controversia sucedió a los 40 minutos del segundo tiempo: Bareiro intentó conectar el balón con su taco y terminó golpeando con los tapones en la frente de Echeverría que sufrió un corte. Cuando el volante de Huracán se recuperó del impacto y se pudo poner de pie se advirtió que tenía toda parte de la cara con sangre, ya que fue a reclamarle al árbitro inmediatamente.

Echeverría y todo Huracán le protestaron intensamente a Arasa, que no entendió que hubiera falta y no le mostró una tarjeta amarilla. Se intensificaron las protestas de los futbolistas del conjunto de Parque Patricios porque el delantero de San Lorenzo ya estaba amonestado.

Por esa acción y por su actitud combativa, el delantero paraguayo del Ciclón quedó en el foco de los jugadores del Globo. Por eso, tras el encuentro, Ignacio Pussetto, uno de los referentes del plantel de Huracán, apuntó directamente contra él: “ Es un jugador al que le dan bastantes licencias para jugar, y para hablar… Lamentablemente a mí me parece que esa clase de jugadores no suman, pero es su forma de jugar. Ojalá tenga éxito de esa manera ”.

Además, Pussetto, analizó el planteo de San Lorenzo en el clásico: “ El planteo de San Lorenzo fue mezquino, vinieron a defenderse y se van felices. Sabíamos que ellos te dan el protagonismo y que a nosotros nos gusta tener. Por momentos lo hicimos muy bien y no sufrimos. Ellos no completaron una llegada”.

Un clásico de terror

De haber sido una película, la sala habría quedado semi desierta mucho antes del final. Es la manera que el espectador tiene de reaccionar ante un bodrio, un argumento soporífero, sin acción ni emoción. Pero en un partido de fútbol, y más en un clásico, están involucrados los sentimientos y la pasión. Solo por este compromiso, los miles de hinchas de Huracán resistieron hasta el final en un encuentro que no entregó nada. Ni goles ni momentos destacados. Tampoco ilusiones para que todos, incluidos los simpatizantes de San Lorenzo que lo siguieron por televisión, se ilusionen con el futuro de sus equipos en la Copa de la Liga. Ambos están fuera de las posiciones clasificatorias y no dan indicios de que puedan transformarse en animadores de la competencia.

Huracán llegaba con la mochila de las cuatro derrotas en los últimas cinco fechas; un peso que terminó por aplastar a Facundo Sava. Todavía no tiene sucesor confirmado. No prosperaron las charlas con Ariel Holan y el regreso de Frank Kudelka o la apuesta por Gustavo Munúa -ex Unión- aparecen en el menú de las opciones. Mientras tanto, este sábado dirigió Gastón Coyette, coordinador de las divisiones inferiores: “Soy un empleado del club y estoy a disposición. Soy feliz acá y agradezco la posibilidad de trabajar. Quiero mucho a Huracán”.

San Lorenzo venía de regalarse una alegría frente a Tigre, pero regresó a las sombras. No encuentra respuestas satisfactorias en la mayoría de los soldados que Rubén Darío Insua dirige hace rato y los refuerzos no terminan de hacerse un lugar. El entrenador dijo hace unas semanas que éste es un equipo nuevo, que hay que olvidarse de los dos años anteriores. Tan cierto como que no le encuentra la vuelta. Es todo muy difuso e incierto en el Ciclón. Y este año tiene Copa Libertadores.

El partido se fue por el mismo cono de sombras por el que había entrado. Ni siquiera hubo autocrítica: Bareiro e Insua se quejaron del estado del campo. “La pelota picaba mal, por eso los dos jugábamos pelotas largas”, dijo el delantero paraguayo. En realidad, a los dos los paralizó el temor a perder. Arriesgaron poco y mal. Tampoco les sobra recursos para salir de la mediocridad por la que atraviesan. Fue un clásico desechable, vacío de fútbol, más de género cinematográfico: una de terror.