Huele a pan de muerto

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 31 (EL UNIVERSAL).- El pan de muerto es una costumbre que nace de la unión de la cultura prehispánica y española; fruto del sincretismo, como el mismo Día de Muertos que celebra creencias de los pueblos originarios y ritos de la religión católica.

La calaca panificada. Se dice que esta representación de este manjar, con el que disfrutamos cada hueso, tiene su origen en una ofrenda a la diosa Cihuapipiltin, quien representaba a las mujeres que fallecían al dar a luz. Para evitar que sus ánimas se quedaran vagando en pena, causando enfermedades, se le ofrecían panes hechos con maíz o amaranto, a los cuales se les daban formas de mariposas o rayos.

Además, relata fray Diego de Durán sobre la ofrenda de Huitzilopochtli, que la gente "no comía otra cosa que no fuera tzoalli con miel", esa mezcla de amaranto y miel de avispa o maguey. Y precisaba que del otro lado del océano Pacífico, en Segovia, España, había “pan de ánimas” y en Aragón, "huesos de santo" elaborados de mazapán. En las ofrendas mexicanas mestizas se incluye el tradicional pan de muerto amasado con ingredientes de ambos mundos y algunos giros que desafían la imaginación.

EL VIVO AL BOLLO. En la Ciudad de México, hay un lugar que esta temporada se llena de vida: Mixquic, uno de los siete pueblos originarios de Tláhuac. Allí son típicas las “despeinadas”, unas rosquitas salpicadas con azúcar rosada. A veces se les decora con una cruz o mariposas, ya que se creía que, al morir, las niñas se convertían en mariposas.

En el Estado de México, aún se hornean las “muertes”, un pan antropomorfo hecho de yema de huevo; de esta misma masa se realizan conejos y borregos con un toque de canela.

Además, se preparan las gorditas de maíz quebrado que se ofrecen cada año, los tlaxcales, hechos de maíz fresco en forma de triángulo y los “huesos”, hechos de masa blanca y mantequilla decorados con azúcar.

En Morelos, se acostumbra un pan antropomorfo con bracitos, mientras en Hidalgo, incluso elaboran cajitas que asemejan féretros.

Actualmente, la receta más popular lleva esencia de azahar para evocar el recuerdo de los difuntos o señal de su entrada al inframundo.

Asimismo, están los que tienen la misma forma y pueden llevar vainilla y anís así como ajonjolí que, dicen, representa las lágrimas de las ánimas.

Otra pieza que ha cobrado popularidad es aquella que se empaniza con totomoxtle (hoja de maíz tatemada) y se rellena de dulce de camote.