“Es un honor estar aquí, donde empecé mi carrera”: Miami hace reverencia a Miguel Cabrera

En todos los estadios en que ha sido agasajado, los videos de tributo comienzan con la misma imagen: Miguel Cabrera y ese primer cuadrangular contra los Rays que les dio el triunfo a los Marlins en 11 entradas, como un anuncio de lo que vendría.

Ahora el Tour de la Despedida del venezolano junto con los Tigres de Detroit ha recalado con la misma organización que le dio la oportunidad de brillar ese 20 de junio del 2003, cuando todo parecía perdido y los peces se encontraban 10 juegos por debajo de .500 sin imaginar cuanto habrían de cambiar sus fortunas.

“Estoy emocionado porque aquí fue donde empecé y me dieron la oportunidad de jugar en Grandes Ligas’‘, comentó Cabrera en una conferencia de prensa. “Me firmaron en 1999 y que este último año de béisbol para mí esté jugando aquí es algo extraordinario’‘.

De extraordinaria puede catalogarse la carrera de Cabrera, quien fue dos veces Jugador Más Valioso de la Liga Americana, ganador de la Triple Corona, con 12 asistencias al Juego de las Estrellas, ganador del Bate de Plata en siete ocasiones y cuatro veces campeón de bateo, para no hablar de sus más de 3,000 hits, 500 jonrones y un promedio histórico superior a .300.

Solo tres peloteros en la historia han logrado eso: Hank Aaron, Willie Mays y Cabrera, quien en cinco campañas con los peces sumó 138 cuadrangulares y en cuatro de ellas superó las 100 carreras impulsadas, bateó para .300 y formó parte de cuatro equipos de estrellas.

Y como si fuera poco, campeón de la Serie Mundial del 2003.

“Tuve mucha suerte de ser campeón en mi primer año de Grandes Ligas’‘, agregó Cabrera delante de decenas de periodistas. “Agradecido y contento de que haya pasado eso. A medida que jugaba playoffs y ganaba experiencia, subía mi nivel de juego’‘.

En Detroit seguiría sumando cifras y premios, pero Cabrera nunca abandonó Miami, donde vive y siempre entrenó, porque todos los éxitos de abril a septiembre los refundaba cada invierno en esta región y esta ciudad que ahora le abre las puertas como al hijo pródigo que regresa, aunque se le haya cambiado justo antes del gran salto.

En retrospectiva, la existencia de un Miguel Cabrera es de las pocas cosas que enaltecen a los Marlins que todavía siguen buscando su cultura ganadora y su identidad entre la maroma de intentar competir sin dejar de ser un mercado del medio hacia abajo.

De alguna manera, cuando Cabrera entre en el Salón de la Fama, porque esa es una verdad como un templo, un pedazo los Marlins también lo hará junto a él y eso habrá que agradecerlo por siempre, ahora que cierra un ciclo de dos décadas de trayectoria.

“Es un honor estar aquí, donde empecé mi carrera, así poder jugar uno o dos juegos será algo muy importante para mi’‘, resaltó carrera, quien recibió un homenaje de parte de los peces y los aficionados. “Va a estar mi familia y con suerte podremos ganar también