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Victoria de Saboya y la disputa dinástica entre los pretendientes a un trono que no existe

Manuel Filiberto de Saboya con su esposa, la actriz francesa Clotilde Courau, y sus hijas Victoria y Luisa, el año pasado. (vía Emanuele Filiberto di Savoia/The New York Times)
Manuel Filiberto de Saboya con su esposa, la actriz francesa Clotilde Courau, y sus hijas Victoria y Luisa, el año pasado. (vía Emanuele Filiberto di Savoia/The New York Times)

CARIGNANO, Italia — Víctor Manuel de Saboya, el hijo del último rey de Italia, le dio a su nieta un gran regalo cuando cumplió 16 años.

En un decreto formal de 2019, el “duque de Saboya, príncipe de Nápoles y por la gracia de Dios heredero directo del jefe de la Casa Real de Saboya”, modificó una ley medieval que durante siglos había restringido la sucesión en su línea real a los herederos varones.

Impulsó a su “amada nieta” Victoria Cristina Chiara Adelaide Maria en la cadena alimenticia real, convirtiéndola en la primera mujer en mil años en recibir la autoridad para eventualmente liderar a la familia y reclamar la monarquía extinta.

“Fue el mejor regalo que pudo darme”, dijo Victoria, quien ahora tiene 17 años y es una personalidad influyente en Instagram, desde su casa en París.

Mientras que el padre de Victoria, en Montecarlo, y la madre, en París, estaban tan encantados como sus abuelos, en Gstaad, por su ascenso a la cima de la posible familia real de Italia, una rama rival de los Saboya no estaba contenta. Para nada.

“Totalmente ilegítimo”, dijo el príncipe Amadeo de Saboya Aosta, primo y demandante rival, quien trabaja como ejecutivo de la empresa de neumáticos Pirelli en Moscú.

Y así comenzó el último capítulo de la disputa dinástica entre los pretendientes al trono de Italia. Hay sentimientos amargos, golpes, comités nobles en guerra, políticas de los ducados y, a partir del mes pasado, el estatus ascendente de Victoria en las redes sociales.

Pero la corona real por la que están luchando no existe.

Italia es una república, que abolió la monarquía hace 75 años por su desastroso apoyo a Mussolini, y los italianos tienen aproximadamente cero interés en una restauración real.

“Nunca digas nunca”, dijo el padre de Victoria, Manuel Filiberto, una personalidad de la televisión italiana que reclama el título de príncipe de Venecia, que también es el nombre de su restaurante de Los Ángeles que comenzó como un camión de comidas. (“Hacemos muchos estrenos de películas. Hicimos Jumanji”, dijo). Obviamente, dijo, la monarquía no regresará “mañana”, pero no tiene hijos varones y la familia necesitaba un jefe de la casa real para ejecutar sus órdenes históricas. Además, “muchas personas consideran que es posible el regreso de la familia”.

Pocos italianos quieren eso, incluso en Carignano, el hogar ancestral de la rama de la familia de Víctor Manuel, de la que Victoria se convirtió en princesa cuando cumplió 16 años.

“Nunca he oído hablar de ella”, dijeron adolescentes, gente de mediana edad que pasaba con las compras y ancianos con bastones mientras caminaban cerca de la Piazza Savoia, que alguna vez albergó un castillo y ahora es un estacionamiento.

Parecía que solo Paolo Castagno, el historiador local, sabía algo sobre Victoria o la disputa familiar por su ascensión. Mientras mostraba la tumba de uno de los antepasados ​​extremadamente lejanos de Victoria en una iglesia adornada con ángeles de estuco blanco, formuló una de las causas de la disputa actual.

“El dinero”, dijo Castagno, de 59 años. Solo los herederos al trono, dijo, controlan las órdenes que distribuyen títulos nobiliarios a cambio de pagos lucrativos a la familia. Al cambiar la ley de sucesiones, Víctor Manuel garantizó un futuro flujo de ingresos y prestigio para su familia.

“Ellos son los que son invitados a las bodas reales”.

Manuel Filiberto en la casa de un amigo en Roma. (Nadia Shira Cohen para The New York Times)
Manuel Filiberto en la casa de un amigo en Roma. (Nadia Shira Cohen para The New York Times)

Los Saboya, como aristócratas recientemente ilustrados, insisten en que el dinero no tiene nada que ver y que solo tienen motivaciones altruistas para cambiar el orden de sucesión, como fomentar los valores de la Unión Europea y promover los derechos de las mujeres. En la actualidad, Manuel Filiberto está creando una serie similar a The Crown sobre su abuela, la reina María José.

“Totalmente antifascista”, dijo.

“Una gran antifascista”, coincidió Victoria, quien la definió como un modelo a seguir.

Manuel Filiberto señala que muchos de los monarcas que quedan en Europa son mujeres, comenzando por la reina Isabel en el Reino Unido. Las casas reales tienen un mejor historial de empoderamiento femenino que el Parlamento de Italia, donde las mujeres están notoriamente subrepresentadas, dijo.

“Las monarquías”, dijo, “al menos les damos el poder a las mujeres”.

La esposa de Manuel Filiberto, la actriz francesa Clotilde Courau, a quien conoció mientras practicaban esgrima en un evento organizado por su amigo el príncipe Alberto de Mónaco, también resaltó a su hija como pionera en la igualdad de género.

“Es algo muy importante en la historia”, dijo Courau, quien vive con Victoria y su hermana menor en París. Agregó que, aunque deseaba que Victoria tuviera más tiempo para prepararse, “ella es, cómo se dice, la futura régnante” o gobernante.

Victoria, cuando se le preguntó si pensaba que Italia estaba lista para tenerla como reina o cabeza de familia, dijo que había escuchado que “Italia no es realmente progresista”.

“Pero”, agregó, “aprenderán”.

Ella ya está empezando a imponerse. El mes pasado, su padre la ayudó a mejorar su entonación y lenguaje para que hiciera una defensa de los derechos de los estudiantes de escuelas privadas francesas dirigida al presidente de Francia, Emmanuel Macron, desde su cuenta de Instagram.

El discurso, que ya tiene casi 300.000 vistas, representó el debut público de Victoria, quien es definida por su padre como una “princesa rocanrolera”.

Como el bisabuelo de su bisabuelo, Víctor Manuel II, que unió Italia, Victoria se siente mucho más cómoda en francés que en italiano. Cuando se le preguntó si quería ser la reina de Italia, calificó ese concepto como algo “abstracto” y dijo que solo está tratando de averiguar qué quiere hacer en la vida. Pasa sus días estudiando para los finales, modelando camisetas en Instagram, bailando con amigos y chismeando sobre el príncipe Enrique y Meghan en la escuela.

Pero, sobre todo, quiere diseñar su propia marca de moda.

“No quiero parecer diferente”, dijo. “Soy Victoria”.

Durante décadas, la rama descontenta de la familia, llamada Aosta, ha argumentado que los Carignano Saboya están mancillando el buen apellido. Algunos se opusieron al matrimonio del abuelo de Victoria, el hijo exiliado del último rey, con una exesquiadora acuática que no era noble.

Víctor Manuel IV, ahora de 84 años, tiene un don para insultar a los italianos. No ayudó a su reputación cuando fue acusado de matar accidentalmente a un turista alemán con un disparo de rifle desde su yate frente a la costa de Córcega en 1978. Un tribunal francés lo absolvió de homicidio involuntario.

En 2006, después de que Italia permitiera que él y su hijo, el padre de Victoria, regresaran al país, el patriarca cumplió condena en una cárcel de Potenza por cargos de participación en juegos de azar ilegales y prostitución, y aceptar sobres llenos de dinero en efectivo, lo que dijo que era una contribución a una orden noble. Finalmente fue absuelto.

En la lucha actual por la designación de Victoria, los Aosta han recurrido a una “Junta del Consejo de Senadores del Reino” no autorizada, también conocida como “La consulta”. Refiriéndose a los estatutos de la Casa de Saboya, los simpatizantes de los Aosta consideran que la ascensión de Victoria es inválida. Entre otras cosas, argumentan que la ley solo debería cambiarse cuando se restaure la monarquía.

El príncipe Amadeo, duque de Puglia, se negó a reunirse para una entrevista en la finca toscana de su padre, el príncipe Amadeo, duque de Aosta quien, según informes, recibió dos puñetazos en la cara de su primo, Víctor Manuel, en la boda de 2004 del futuro rey Felipe VI de España. Poco después de ese altercado, Amadeo afirmó ser el legítimo duque de Saboya.

“Para decirlo suavemente, no es una buena relación”, dijo Amadeo en una entrevista telefónica. Pero dijo que quería evitar una pelea pública a gritos con sus primos “por algo que no existe. Intento ser lo más digno que puedo debido a la gran responsabilidad de llevar ese nombre”.

La condescendencia regia es hereditaria.

“Ni siquiera les presto atención”, dijo Victoria sobre sus detractores.

Pero su padre, respaldado por una Consulta rival, definitivamente lo hace.

“Están viendo ovnis”, dijo Manuel Filiberto en el apartamento en Roma de un noble amigo de la familia, ubicado al final de la calle desde el Vittoriano, o Altar a la Patria, un monumento en honor a Víctor Manuel II.

Desdeña a los primos que, en sus palabras, nunca fueron lo suficientemente importantes como para siquiera exiliarse y que, habiendo fracasado en sus esfuerzos por suplantar a su padre y a él, ahora apuntaban a su hija.

“Ellos pensaban que, como no tengo hijos varones, finalmente tendrían lo que esperaron durante 150 años”, pero su padre frustró esos planes.

“Se jodieron”, dijo. “Y se enfurecieron”.

Toda esta responsabilidad empieza a pesarle a la joven Victoria, quien lleva una corona imaginaria.

“Es mucho”, dijo.

Su padre está tratando de que estudie más, vacacione menos y comprenda el valor del trabajo.

El mismo Manuel Filiberto ha sido un gran trabajador del mundo del espectáculo. En los últimos 20 años, ha intentado ganarse a un público italiano escéptico a través de su institución más venerada: la televisión de variedades.

Es uno de los jueces estrella en un programa de talentos en el que compitió durante su temporada de celebridades. Ganó Dancing With the Stars de Italia, estuvo a punto de ganar el concurso de canto de San Remo (“me jodieron”) con una canción que escribió llamada “Italia Amore Mio” y apareció en un espectáculo en el que probó profesiones normales. (“¿Qué fue lo peor? Quizás ser peluquero de perros”).

Ha sido el rostro de las aceitunas en escabeche y apareció en el comercial de una empresa de cigarrillos electrónicos. (“FumOk donde quieras, como un príncipe”).

Y el año pasado, apareció en un video corto en la televisión italiana anunciando sobriamente: “Tengo el deber de anunciar oficialmente el regreso de la familia real”. Era un comercial de The Crown, la serie de Netflix.

Los esfuerzos de Manuel Filiberto para aprovechar su celebridad con el fin de incursionar en una carrera política no han sido fructíferos y sabe que no liderará una restauración real. Dice que espera dejarlo todo, abdicar y navegar alrededor del mundo.

Sin embargo, advirtió que eso sucederá cuando su “hija esté preparada”.

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Jason Horowitz es el jefe del buró en Roma; cubre Italia, Grecia y otros sitios del sur de Europa. Cubrió la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos, el gobierno de Obama y el Congreso de Estados Unidos con un énfasis en perfiles políticos y especiales. @jasondhorowitz

This article originally appeared in The New York Times.

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