Histórico triunfo mexicano

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 18 (EL UNIVERSAL). - Bastó que conectara la pelota para que empezara el gran festejo.

Fue el trayecto más dulce a una base en la trayectoria de Luis Urías. Y no era para menos.

El de Magdalena de Kino, Sonora, produjo la carrera que al final significó el ahora ya legendario triunfo de la Selección Mexicana sobre la novena de Puerto Rico (5-4), porque por primera vez en la historia ha clasificado a las semifinales del Clásico Mundial de Beisbol.

Inolvidable noche coronada por un regreso nunca antes visto. El titubeante inicio de Julio Urías puso al Tricolor contra la lona. El zurdo de Culiacán permitió dos cuadrangulares y cuatro anotaciones, apenas en la primera entrada. Pero después de eso, el pitcheo nacional ofreció cátedra, no dejó que le hicieran más daño al equipo nacional, lo que fue muy importante hacia el final de la épica jornada.

Y la ofensiva hizo su parte y respondió, con Isaac Paredes como gran figura.

El tercera base de los Rays de Tampa Bay produjo tres de las cinco carreras mexicanas.

La primera, con un jonrón solitario que sirvió para despertar a un equipo que lucía noqueado hasta ese momento. Su batazo fue más que clave e inició el rally de tres anotaciones en la parte baja del séptimo inning, con el que se empató a cuatro...

Para dar paso al momento épico, el que convirtió el juego en una leyenda.

Hasta antes de este duelo de cuartos de final, Luis Urías no había remolcado carrera en el Clásico Mundial, se había visto mal, pero el manager mexicano Benjamín Gil le mantuvo la fe, nunca dejó de confiar en él, y el pelotero de los Brewers de Milwaukee le respondió con el hit que marcó la diferencia y abrió la puerta al histórico triunfo, que también tuvo como inolvidable estampa la espectacular atrapada del ídolo nacional Randy Arozarena en el jardín izquierdo, que abrió lo más que pudo los ojos y sacó la lengua al darse cuenta del gran lance que había realizado. Colofón a la más histórica noche del beisbol mexicano, la más dulce.