Hice una obra de arte, como un Picasso. Campeón cubano quiebra a su rival con un boxeo venenoso y calculador

Erislandy Lara lo hizo ver demasiado fácil. Había cierto nivel de expectativa para ver qué traía un veterano curtido como Danny García, pero al final quedó claro que la trayectoria del peleador de raíces boricuas ha llegado prácticamente a su final y que el cubano sigue siendo parte de la élite del boxeo.

Después de recibir un conteo de protección en el octavo, García no pudo salir para el noveno dejándole el camino listo el sábado en la noche a Lara rumbo a la victoria en la cartelera de respaldo donde Saul “Canelo’‘ Alvarez venció a Edgar Berlanga por decisión unánime.

“Lo estaba lastimando con mis embates, y ese último golpe fue grande’‘, explicó Lara. “Sentí que pude boxear de forma hermosa. Fue una obra de arte, como un Picasso. Danny no me pudo tocar, Él es un gran boxeador y un futuro miembro del Salón de la Fama, igual que yo’‘.

Seguramente ambos entrarán al Templo de los Inmortales del boxeo, pero García lo hará más rápido que Lara, porque en su esquina, bajo el cuidado atento de su padre, se pudo observar a un hombre quebrado, a quien le había quedado demasiado grande el salto a las 160 libras.

García tuvo peleas legendarias en 140 y 147, pero ya en el peso welter quedaba claro que su pegada y reflejos no eran los mismos, y que otros peleadores le estaban pasando por delante en la carrera por la permanencia en el pelotón de vanguardia, como bien quedó demostrado este 14 de septiembre.

A eso habría que sumarle que García venía de una prolongada ausencia de dos años, mientras que Lara se ha mantenido con mayor actividad o al menos más campamentos de la mano del profesor Ismael Salas en la academia de Las Vegas.

“Estoy bien’‘, indicó García. “Venía de dos años de inactividad e intenté ser legendario, pero no fue mi noche. Sin excusas. “No pensé que el tiempo fuera me afectaría de esa manera, pero no voy a poner excusas. No pude encontrar mi ritmo. (Lara) contó con un jab fuerte y también supo controlar bien la distancia’‘.

Ciertamente, aunque el público no apreció del todo el estilo depurado e inteligente de Lara, lo cierto es que una vez más disertó en el uso de los recursos y la distancia, luciendo muy bien a sus 41 años, como único sobreviviente de una generación de oro.

Sin apresurarse ni sucumbir a las presiones de la afición, Lara fue atacando de manera paulatina con su jab y una zurda ocasional que colocaba encima de García como si fuera un francotirador, al punto que en el octavo llegaba un conteo y luego el nocaut técnico.

“Mi movimiento lateral combinado con mi jab largo me permitió conectar mis golpes más contundentes, igualito a como uno lo aprende en la escuela boxística cubana’‘, agregó Lara. “Ya estoy listo para el próximo desafío. Vine para quedarme, y me queda mucho boxeo en el tanque”.