‘¡Un desmayado!’: sobrevivir al calor de Texas en prisiones sin aire acondicionado

Un recluso descansa en la Prisión Estatal López en Edinburg, Texas, el 19 de agosto de 2022. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times).
Un recluso descansa en la Prisión Estatal López en Edinburg, Texas, el 19 de agosto de 2022. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times).

HOUSTON — La semana pasada, al tercer día con temperaturas de 38 grados, Joseph Martire, quien estaba encerrado sin aire acondicionado en una prisión de Texas al norte de Houston, comentó que empezó a ofuscarse. Su respiración se volvió pesada.

Martire, quien ha estado preso durante casi 16 años, esperaba salir en libertad en unas semanas. Sin embargo, recuerda que ese día hacía tanto calor que llegó a preguntarse si iba lograrlo. Estaba cubierto de sudor y se sentía tan mareado que tuvo que apoyarse contra una pared. En algún momento, se desmayó.

“Es medio raro despertarse con unos dedos en los ojos y no saber cómo llegaste ahí”, mencionó Martire, de 35 años, para referirse a las medidas para reanimarlo presionando puntos de presión alrededor de los ojos. A final de cuentas, lo trasladaron a un área médica de urgencias con aire acondicionado. “Me tuvieron ahí dos horas, bebiendo agua con hielo, agua con sal, tomándome la temperatura, comprobando que seguía vivo”, comentó.

La ola de calor que durante varias semanas hizo arder Texas ha sido particularmente brutal y peligrosa dentro del inmenso sistema penitenciario del estado, donde la mayoría de los reclusos, y los guardias que los vigilan, han pasado momentos difíciles sin aire acondicionado.

En más de una decena de entrevistas realizadas esta semana, reclusos actuales y pasados, así como sus familiares y amigos, describieron una lucha elemental de supervivencia al interior de las prisiones, en el que los reclusos dependen de agua tibia, toallas mojadas y ventiladores que soplan aire caliente. Algunos inundaban sus celdas con el agua del sistema combinado de lavabo y escusado y se acostaban en el concreto húmedo para aliviarse. Otros, desesperados por llamar la atención de los guardias, encendían fuego o gritaban al unísono para pedir agua o ayuda para un recluso que se hubiera desmayado.

“Si alguien cae, empezamos a golpear los casilleros y las puertas y gritamos: ‘¡Un desmayado!’”, comentó Luke, un recluso de 41 años que, junto con Martire, está en una prisión de Huntsville, Texas. King señaló que, con el calor, eso ha pasado “por lo menos a diario”.

Un recluso suda en una celda de la Prisión Estatal López en Edinburg, Texas, el 19 de agosto de 2022. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times).
Un recluso suda en una celda de la Prisión Estatal López en Edinburg, Texas, el 19 de agosto de 2022. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times).

Las condiciones de sobrecalentamiento dentro de muchas prisiones —donde las temperaturas pueden alcanzar los 43 grados o más— han sido un problema conocido durante años y no solo en Texas. En todo el sur, las prisiones de estados que suelen ser calurosos como Luisiana, Alabama y Misisipi tampoco proporcionan aire acondicionado centralizado en la mayoría de los casos, según un informe de 2019. Y la cúpula de calor que se ha asentado sobre Texas en las últimas semanas se ha desplazado cada vez más hacia el este y ha ocasionado temperaturas extremas en esos estados sureños.

En Texas, la Cámara de Representantes, bajo el control de los republicanos, este año propuso un gasto de 545 millones de dólares para instalar aire acondicionado en la mayoría de las prisiones estatales. La Cámara también aprobó por una mayoría abrumadora un proyecto de ley para exigir que la temperatura en las prisiones no supere los 29 grados ni baje de los 18 grados. La ley estatal de Texas ya exige que las cárceles de los condados mantengan la temperatura dentro de ese rango.

El proyecto de ley para exigir el enfriamiento murió en el Senado estatal. Y, a pesar de tener un excedente histórico, el presupuesto final del estado no incluyó dinero específicamente para el aire acondicionado de las cárceles, aunque las autoridades carcelarias del estado han ampliado poco a poco las instalaciones de enfriamiento dentro de sus presupuestos actuales.

Terry Canales, representante estatal demócrata del sur de Texas, culpó al vicegobernador Dan Patrick, un republicano conservador que dirige el Senado, de la falta de acción. La oficina de Patrick no respondió a una solicitud para ofrecer comentarios.

“Desde la década de 1980, viene la narrativa de que tenemos que ser inflexibles con el crimen y la instalación de aire acondicionado en las prisiones nos hace ver blandos con los reclusos”, comentó Canales, quien propuso la legislación de la temperatura y ha presentado proyectos de ley para abordar el calor en las cárceles en cada una de las dos últimas sesiones legislativas.

“La verdad es que el estado está pagando millones de dólares al año en demandas relacionadas con el calor y nos enfrentamos a una escasez crónica de funcionarios penitenciarios”, añadió. “No es normal. Estar en la cárcel ya es un castigo, como para que además deban aceptar ser torturados”.

El Departamento de Justicia Penal de Texas, el cual está a cargo de las prisiones, no le ha atribuido al calor excesivo ninguna de las 32 muertes de reclusos registradas este mes ni ha reportado muertes relacionadas con el calor desde 2012. Los defensores de los reclusos han cuestionado esas estadísticas. Un estudio de 2022 sobre las muertes de presos en Texas concluyó que, en promedio, más de diez al año podían atribuirse al calor en prisiones sin aire acondicionado.

“Tomamos varias precauciones para disminuir los efectos de las altas temperaturas para los reclusos dentro de nuestras instalaciones”, mencionó en un comunicado Amanda Hernández, vocera del departamento. “Estas iniciativas funcionan”. Hernández señaló que, en lo que va de junio, ha habido cinco reclusos con lesiones relacionadas con el calor que necesitaron atención médica “más allá de los primeros auxilios”. El pasado junio, hubo tres casos de este tipo.

Hernández agregó: “Al igual que los texanos que no tienen acceso a aire acondicionado en sus casas”, los reclusos pueden mantenerse frescos por otros medios: agua helada, ventiladores y “acceso a zonas de descanso con aire acondicionado cuando lo necesitan”. Señaló que el departamento había tomado medidas para identificar a los reclusos con mayores vulnerabilidades potenciales al calor y les había dado prioridad para estar en zonas con aire acondicionado.

El departamento opera 98 instalaciones, de las cuales 31 cuentan con aire acondicionado total y 14 no tienen ningún tipo de método de enfriamiento. El resto solo tiene aire acondicionado en algunas zonas. El departamento ha agregado aire acondicionado cada año y ahora cuenta con más de 43.000 “camas frías” —casi una tercera parte de las que hay en el sistema—, según Hernández. El departamento ha debatido planes para a la postre instalar aire acondicionado en todas las prisiones, con un costo proyectado de más de 1000 millones de dólares, pero todavía no tiene el financiamiento.

Mientras tanto, varios reclusos actuales y sus familias mencionaron que los presos estaban sufriendo debido al calor y que a menudo no tenían acceso a las zonas de descanso prometidas, ya sea por escasez de personal o porque se les negaba el permiso. Otros afirmaron que había pocos ventiladores disponibles o que el agua de sus duchas de la prisión—destinadas a ser medios para refrescarse— ofrecía poco alivio.

“Él me dice: ‘Me siento terrible, tengo que ir a ducharme’”, comentó Cynthia Anguiano, de 41 años, para describir una conversación con su prometido, quien cumple una larga condena debido a un tiroteo mortal. “Y entonces el agua sale casi caliente”.

Las temperaturas excesivas dentro de las prisiones también han sido un problema para los empleados y guardias, declaró Jeff Ormsby, director ejecutivo de la Federación Estadounidense de Empleados Correccionales Estatales, de Condados y Municipales de Texas, un sindicato que representa a los trabajadores de prisiones.

“Ha sido muy difícil. Nos han llamado varias personas para decirnos que van a renunciar por culpa del calor”, mencionó Ormsby. “Es una situación desastrosa. Las condiciones de trabajo son horribles. Las agresiones aumentan en verano debido al calor. Simplemente es un factor de estrés”.

Un empleado de una prisión comentó que el calor era tan intenso que su ropa de trabajo a menudo estaba empapada de sudor y que a veces se sentía tan ofuscado que tenía que sentarse. El empleado, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias por quejarse de sus condiciones laborales, señaló que este mes había visto cómo se llevaban a un colega en ambulancia.

c.2023 The New York Times Company