La hazaña del pueblo ucraniano que frenó la invasión con un pequeño ejército de civiles: “Somos objetivo de los rusos, aquí fueron humillados”

destrucción del armamento ruso en Bashtanka
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BASHTANKA.- Olexander Beregovyi tiene 40 años y es uno de los varios alcaldes de pequeños pueblos que, durante la primera fase de la “operación especial” de Vladimir Putin, en marzo, hizo historia. Con ninguna experiencia militar, cuando Bashtanka estuvo a punto de ser tomada, lideró un pequeño ejército de poco más de cien civiles de las Fuerzas Territoriales de Defensa (FTD) que frenó a los invasores. Formado por vecinos, concejales, agricultores, con determinación, patriotismo y garra, logró resistir el avance de los rusos en un punto central del sur de Ucrania, donde hasta ahora Putin solo conquistó la cercana región y ciudad de Kherson.

Aquí estamos al norte de Mykolaiv, ciudad crucial para que no caiga Odessa que queda muy cerca de Kherson, y al suroeste de Kryvyj Rih, donde nació el presidente, Volodimir Zelensky.

Más allá de esta hazaña, que hizo que su nombre se sumara a esa lista de alcaldes-héroes que frenaron al enemigo en zonas estratégicas de Ucrania, Beregovy admite que es imposible cantar victoria. Y reconoce que teme que los rusos puedan volver en cualquier momento.

Alcalde de Bashtanka: Olexander Beregovyi
Elisabetta Piqué


Olexander Beregovyi, el alcalde de Bashtanka (Elisabetta Piqué/Roma, Italia)

“Solo los muertos no tienen miedo. Nosotros somos gente normal, viva, así que es normal tener miedo, pero estamos preparados para enfrentar a los rusos otra vez y más, si es necesario”, dice. “Y esta vez estamos mejor armados, así que estamos listos para enfrentarlos aún mejor”, agrega, en una entrevista con LA NACION en el despacho del Palacio de la Municipalidad, un edificio que se ha convertido en el cuartel general de otra zona de guerra.

No solo él, al mejor estilo Zelensky, está vestido con ropa color verde militar, sino todos los funcionarios, hombres y mujeres, que nos cruzamos allí y por las calles de Bashtanka. Sobre la mesa de su oficina se ven varios lanzacohetes portátiles bazuca y afuera, decenas de soldados de las FTD custodian el lugar, cuya entrada ostenta una red de camuflaje militar.

destrucción del armamento ruso en Bashtanka
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El ejército de civiles de Bashtanka logró contener el avance ruso en marzo (Gentileza/)

“Sé muy bien que soy un objetivo de los rusos, que aquí fueron humillados: no sólo perdieron muchísimo equipamiento de guerra, armas, vehículos, muy caros, así como tropas, sino que también capturamos a 28 de sus soldados”, asegura el alcalde, que ostenta el habitual optimismo de quienes tienen posiciones de liderazgo en esta exrepública soviética invadida. “Los ucranianos somos famosos por ser un pueblo muy valiente, somos cosacos, somos una nación de guerreros. Y nosotros sabemos hacer bien dos cosas: luchar y cultivar la tierra. Así que, cuando el enemigo está acá, combatimos bien y cuando el enemigo no está, podemos alimentar a nuestras familias y al mundo”, afirma el alcalde, que antes de ser electo al frente de Bashtanka, hace un año y medio, estaba al frente de una pequeña empresa agrícola.

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Un soldado ruso muerto en Bashtanka, al comienzo de la invasión (Gentileza/)

Padre de dos hijos pequeños que, junto a su esposa, fueron evacuados a otro lugar -que, por supuesto, no quiere revelar por seguridad-, el alcalde tampoco puede decir cuántas personas murieron en los combates que hubo aquí ni dónde fueron llevados los prisioneros de guerra rusos.

¿Se cometieron aquí crímenes de guerra, como ocurrió en Bucha, Irpin y demás localidades del norte de Kiev, cruciales en su momento para que no cayera la capital? “Aquí los rusos no tuvieron tiempo de cometer atrocidades porque los echamos enseguida”, contesta el alcalde, que muestra en su celular la foto de un soldado ruso tirado en la calle e imágenes de la destrucción dejada por los invasores que, admite, están al acecho.

destrucción del armamento ruso en Bashtanka
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Destrucción del armamento ruso en Bashtanka (Gentileza/)

“Hace unas semanas bombardearon nuestro hospital y sabemos que es probable que vuelvan porque Bashtanka es un lugar clave, el punto desde el cual los rusos pueden avanzar hacia todos lados”, explica.

Fiel reflejo de que las cartas no están echadas y que la situación es más que fluida en este pueblo que queda a una hora de auto desde Mykolaiv -que volvió a ser atacada esta mañana-, el alcalde prefiere no mostrar en un mapa de su ciudad para dar precisiones sobre la actual situación militar.

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Destrucción del armamento ruso en Bashtanka (Gentileza/)

Preparados para la ofensiva

Pero con solo recorrer Bashtanka -que solía tener 12.000 habitantes y ahora está semivacía, ya que el 70% se ha ido y solo muy pocos han comenzado a volver-, es claro que todo el mundo se está preparando para una nueva ofensiva. El ir y venir de camionetas de soldados del ejército regular es imponente, así como de camiones militares que transportan los legendarios misiles katiusha, de fabricación soviética y demás elementos de logística.

Vitaly Homersky, brazo derecho del alcalde, diputado de la región de Mykolaiv y persona que también lideró a ese pequeño ejército de civiles que echó a los rusos en marzo, también reconoce que aún no hay nada que festejar. Y admite que está preocupado. “Creemos que Ucrania va a ganar y haremos todo lo necesario para ello, pero desafortunadamente tememos que las fuerzas rusas vuelvan porque tenemos información interna, de inteligencia, de que se están reagrupando acá cerca... Así que estamos esperando a ver qué pasa”, dice, negándose a dar más detalles.

Si bien en el centro, que ostenta una tradicional iglesia ortodoxa con cúpulas redondas doradas, ya fueron removidas las carcasas de los tanques marcados con la fatídica “Z” y demás vehículos militares rusos, resabio del asalto, las señales de destrucción son evidentes. Como en muchísimas otras partes, los rusos se ensañaron con objetivos civiles. Se ven dos farmacias del centro arrasadas y carbonizadas por golpes de artillería. Una de ellas se encuentra al lado de un antiguo mosaico soviético que recuerda la gesta de Yuri Gagarin, el primer hombre que viajó al espacio, que increíblemente sigue intacto.

Al pasar por allí y ver a periodistas, una mujer mayor con un pañuelo en la cabeza y dientes de oro, saca afuera toda su indignación. “¡Miren lo que nos hicieron! ¿Vinieron a liberar Ucrania? ¿Pueden ver lo que hizo la ‘operación especial’ de estos bastardos idiotas? ¿Cómo nos pudieron hacer esto? ¡Es horrible!”, grita, señalando la farmacia arrasada, mientras empuja un cochecito de bebé en el que lleva unas verduras.

Ludmila
Elisabetta Piqué


Ludmila, una ucraniana en Bashtanka, durante una salida para hacer las compras (Elisabetta Piqué/Roma, Italia)

“Yo me acuerdo cuando los nazis estuvieron acá en la Segunda Guerra Mundial, tenía 10 años”, agrega. “¡Pero entonces no fue tan terrible como ahora! ¡Construimos y arreglamos esta ciudad durante años y ellos vinieron y destruyeron todo!”, dispara esta mujer que dice llamarse Ludmila, con los ojos llenos de lágrimas. “¡No deberían haber hecho esto! ¡No deberían! ¡No deberían!”, repite, una y otra vez, yéndose.

Muy cerca, en un quiosco que vende café, hay un grupo de soldados del ejército ucraniano armados hasta los dientes y con aspecto cansado, junto a su camioneta, que no es un vehículo militar, sino un coche normal, blanco. Para entender mejor qué está pasando en esta zona de guerra, intentamos hablar con uno de ellos. Aunque obviamente no puede dar información, finalmente revela que estamos más cerca de lo pensado de la línea de combate en este intercambio:

-¿Vienen del frente de batalla?

-No puedo responder.

-Si están acá, quiere decir que el frente está cerca.

-No puedo responder.

-¿Qué tal está el tiempo en el frente?

-Más o menos como acá.