Harris apela al orgullo latino y a la ira contra Trump en la recta final

Carteles políticos en una calle de Hazleton, Pensilvania, el 28 de octubre de 2024. (Hannah Beier/The New York Times)
Carteles políticos en una calle de Hazleton, Pensilvania, el 28 de octubre de 2024. (Hannah Beier/The New York Times)

ALLENTOWN, Pensilvania — Walter Mendoza, de 30 años, estaba exasperado con su madre, Ana, cuando entraron en Supremo Foods, en Allentown, Pensilvania, la semana pasada.

Walter Mendoza mencionó que tuvieron que reducir su lista de compra al mínimo, de lo cual culpó furioso al presidente Joe Biden: “¡Porque tu presidente hizo que estos precios subieran tanto!”, le dijo a su madre.

“Porque tu presidente la regó en grande”, replicó Ana Mendoza, gerente de almacén de 52 años, a su hijo partidario de Trump. “La inflación vino después de la pandemia en la que él la regó, hermano”.

Las discusiones sobre precios y presidentes tienen lugar en todo Estados Unidos, pero en el caso de los Mendoza hay mucho en juego.

La campaña de 2024 ha marcado el ingreso a la contienda de alrededor de 36 millones de votantes latinos que ahora tienen derecho a voto en el país, un grupo tan numeroso, disperso geográficamente y dividido políticamente que será crucial para decidir quién gana la Casa Blanca.

Tras años de dominio demócrata, Donald Trump ha hecho incursiones firmes entre estos votantes. Esa fuerza amenaza la ruta hacia la victoria de la vicepresidenta Kamala Harris, no solo en los estados disputados del suroeste, sino también en Georgia y Pensilvania, donde incluso comunidades latinas relativamente pequeñas pueden resultar determinantes en una contienda reñida.

Un cartel de apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris en una ventana arriba de una bandera puertorriqueña en Reading, Pensilvania, el 27 de octubre de 2024. (Hannah Beier/The New York Times)
Un cartel de apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris en una ventana arriba de una bandera puertorriqueña en Reading, Pensilvania, el 27 de octubre de 2024. (Hannah Beier/The New York Times)

En los últimos días de la campaña, los demócratas han lanzado un mensaje de cierre que esperan que detenga el éxodo. Después de meses centrándose en cuestiones económicas, se han abalanzado sobre el insulto de un cómico partidario de Trump que dijo que Puerto Rico era “una isla flotante de basura” en un mitin en el Madison Square Garden.

Los demócratas creen que el mayor énfasis en la identidad étnica atraerá a los votantes latinos que se habían inclinado por Trump o que se habían planteado no participar en las elecciones. Los demócratas sacaron al aire nuevos anuncios en los que repiten los comentarios y han recurrido a un desfile de celebridades para hacer hincapié en lo que está en juego.

“Les aterra tanto su poder”, dijo el dramaturgo Lin-Manuel Miranda a un grupo de jóvenes latinos partidarios de Harris en Filadelfia la semana pasada. “Usen ese poder a su favor si no quieren ver ese futuro para su país”.

Tal vez en ningún sitio sean tan urgentes estas iniciativas como en Pensilvania, donde la contienda está empatada y los latinos representan más del 5 por ciento del electorado. Una serie de ciudades industriales con una creciente mayoría latina, como Allentown, Hazleton y Reading, se han convertido en un caldo de cultivo para las campañas. La semana pasada, Trump se reunió con votantes en Allentown, que cuenta con una gran comunidad puertorriqueña, y Harris celebrará su propio mitin allí el lunes.

Tras conversar con más de tres docenas de votantes latinos en el este de Pensilvania se observó que los votantes están muy comprometidos y profundamente divididos. Mientras que algunos perciben la retórica antiinmigrante de Trump como una amenaza directa para su comunidad y se muestran contrariados, otros la celebran, convencidos de que reforzará su propia seguridad en Estados Unidos.

El número de votantes latinos en Pensilvania casi se ha triplicado en las dos últimas décadas. Este crecimiento refleja el panorama nacional: se espera que más del 30 por ciento de los latinos que voten este año lo hagan por primera vez.

Durante meses, las encuestas nacionales han mostrado que los demócratas perdían terreno, llegando a su peor momento este verano, cuando Biden aún era el candidato. El apoyo entre los latinos repuntó después de que Harris entró en la carrera, pero no regresó a los niveles que tenía Biden hace apenas cuatro años y sigue muy por debajo de los puntos de referencia del expresidente Barack Obama.

A mediados de octubre, una encuesta del New York Times/Siena College reveló que Harris tenía el 56 por ciento del voto de la comunidad latina, por debajo del 62 por ciento de Biden en 2020. Trump tiene el 37 por ciento, manteniéndose estable desde hace cuatro años.

Puede que una caída del apoyo de los votantes hispanos no sea devastadora para Harris si mantiene el mismo nivel de apoyo en todos los demás grupos demográficos. Pero si también pierde el apoyo de los votantes jóvenes o de los votantes negros, por ejemplo, es poco probable que gane la Casa Blanca. Ambas campañas han reconocido este año que ya no pueden ganar solo con los votantes blancos.

Víctor Martínez, propietario de varias emisoras de radio en español en el este de Pensilvania y presentador de El Relajo de la Mañana desde Allentown, dijo que su audiencia había recibido más atención de los demócratas que nunca. Martínez, un partidario activo de Harris, dijo que la campaña de Trump había rechazado sus peticiones de entrevistas y no se anunciaba en sus emisoras.

Agregó que, la semana pasada, después del mitin del Madison Square Garden, varias personas llamaron para decir que antes “les importaba un bledo” pero que ahora se sentían motivadas para votar contra Trump.

“Hay un sentimiento de orgullo: nos insultaste y ahora verás”, dijo.

En las redes sociales hubo muchas muestras de ese enfado. Nicky Jam, una estrella puertorriqueña del reggaetón con 44 millones de seguidores en Instagram, apoyó a Trump en septiembre. Pero a finales de la semana pasada, revocó su apoyo en un post de Instagram. Nicky Jam no apoyó a Harris, pero Bad Bunny, la superestrella puertorriqueña que se ha mantenido al margen de la política continental, sí lo hizo.

Las líneas divisorias que separan a los votantes latinos no son diferentes de las que separan a otros votantes: género, religión, nivel educativo y edad. Al igual que los votantes en general, los latinos mencionan sistemáticamente la economía como su principal problema.

La campaña de Trump ha desestimado lo que podría considerarse un acercamiento tradicional a los hispanos (por ejemplo, ha gastado mucho más en medios de comunicación en español), pero en su lugar ha buscado el apoyo de líderes evangélicos latinos locales, populares músicos de hip-hop y estrellas de las redes sociales. La campaña también ha abierto varias oficinas de campaña en ciudades con gran presencia latina en todo el país, incluida Reading.

Aunque, en un inicio, su campaña se distanció de los comentarios del cómico, Trump nunca se disculpó. En cambio, presumió el apoyo que tiene entre los votantes hispanos.

“Nadie ama a nuestra comunidad latina y a nuestra comunidad puertorriqueña más que yo, nadie”, dijo a la multitud en Allentown, tres días después del mitin del Madison Square Garden.

Varias encuestas han demostrado que Trump es popular entre los votantes latinos que llegaron al país como inmigrantes y un gran número de votantes latinos dicen que no les preocupan los comentarios en contra de los migrantes de Trump ni sus posturas de mano dura contra la inmigración, incluidos sus planes de deportación masiva.

“Si haces las cosas legalmente, si obedeces las reglas, estarás bien”, afirmó Normando Santos, un partidario de Trump que emigró de México a Hazleton hace más de 20 años. “No estoy preocupado”.

La encuesta Times/Siena reveló que aproximadamente 4 de cada 10 votantes hispanos dijeron que no se tomaban muy en serio al expresidente cuando hablaba. La mitad de los hombres hispanos dijeron que la gente se toma sus palabras demasiado en serio.

c.2024 The New York Times Company