Hallazgo paradójico: la fijación obsesiva con la enfermedad aumenta el riesgo de muerte, según un nuevo estudio
WASHINGTON.– Los dos ciudadanos suecos que fueron examinados en un reciente estudio médico tenían antecedentes similares: ambos nacieron el mismo año y viven en el mismo país. Pero según los resultados de la investigación, uno de ellos, con diagnóstico de hipocondría, es mucho más propenso a morir de una grave enfermedad.
Los investigadores de Suecia estudiaron a personas con y sin hipocondría, también conocida como hipocondriasis, un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la preocupación y el miedo obsesivo e infundado a enfermarse o estar padeciendo alguna enfermedad.
Publicado este mes en la revista científica JAMA Psychiatry, reveló que las personas con diagnóstico de hipocondría tienen un 84% más de probabilidades que las personas sin ese trastorno de morir de decenas de enfermedades, especialmente del corazón, la sangre y los pulmones, así como de suicidarse.
“El hallazgo es un poco paradójico, ¿no?”, dice el investigador David Mataix-Cols, profesor de psiquiatría y neurociencia del Instituto Karolinska de Estocolmo. “Se preocupan tanto por la salud y la muerte que terminan aumentando su riesgo de morir”, sentencia.
Investigaciones anteriores ya habían revelado que las personas con algún diagnóstico de salud mental tienen más probabilidades de morir más jóvenes que quienes no tienen esos trastornos. Mataix-Cols, de 52 años, recuerda que empezó preguntándose si esos resultados también eran válidos para las personas hipocondríacas, y que ese interrogante impulsó su investigación.
Muchos hipocondríacos siguen paranoicos con la enfermedad aunque los médicos les aseguren que están perfectamente sanos, señala Mataix-Cols. Para colmo, la costumbre de buscar información en internet sobre los síntomas que creen sentir no hace más que agudizar la ansiedad de esos pacientes.
“Esas personas viven con un enorme sufrimiento y desesperación”, apunta el investigador.
Nueve meses de observación
Hace alrededor de un año, los investigadores comenzaron a recopilar datos de los censos nacionales de Suecia y de bases de datos de salud entre 1997 y 2020. Allí identificaron a 4129 personas diagnosticadas como hipocondríacas y compararon a cada una de ellas con un grupo de diez personas del mismo sexo, edad y lugar de residencia que no tenían hipocondría. En la comparación, los investigadores también tomaron en cuenta el estado civil, el nivel educativo y los ingresos familiares de esos pacientes.
Durante los nueve meses que duró el proceso de observación, murieron 268 hipocondríacos y 1761 personas sin hipocondría. En promedio, los hipocondríacos murieron unos cinco años más jóvenes que quienes no padecían ese trastorno.
Los investigadores también descubrieron que la hipocondriasis puede afectar la calidad de vida: las personas no hipocondríacas resultaron tener más probabilidades de casarse, estudiar y ganar más dinero que las hipocondríacas.
Y como la hipocondría está infradiagnosticada, Mataix-Cols señala que si se tienen en cuenta los casos no diagnosticados, el mayor riesgo de muerte podría ser incluso más pronunciado.
“Entre los médicos existe una tendencia a ningunear o minimizar las preocupaciones de salud de los hipocondríacos como algo inventado o producto de su trastorno”, apunta Mataix-Cols.
El investigador tiene algunas teorías sobre sus hallazgos. Por ejemplo, que la vida de los hipocondríacos podría ser más corta debido al estrés crónico, que también podría llevarlos a automedicarse con alcohol y drogas. También afirma que algunos pacientes incluso evitan consultar con el médico por temor a que les diagnostiquen una enfermedad grave.
Mataix-Cols espera descubrir otros aspectos de la hipocondriasis, por ejemplo, cómo afecta la capacidad de los pacientes para avanzar en sus estudios y en sus carreras. Por el momento, aclara, hay que dedicar más atención y recursos a atender a las personas con hipocondría, un trastorno que puede tratarse con terapia cognitivo-conductual (TCC) y antidepresivos.
“Existen buenos tratamientos –expresa el investigador–. Y la mayoría de los hipocondríacos no los recibe o no sabe de su existencia”.
Por Kyle Melnick
(Traducción de Jaime Arrambide)