"Para hallar una fosa sólo hay que cruzar la calle"

TIJUANA, BC., septiembre 9 (EL UNIVERSAL).- Cuando Roberto despertó ese día y decidió pasear a su perro pensó que sería una tarde tranquila para terminar un pesado día de trabajo. Lo tomó, le puso la correa y salieron de casa a caminar en los alrededores de la colonia Prado del Águila. Mientras paseaban, su mascota se detuvo a mordisquear algo y cuando se acercó descubrió que era el cuerpo de una persona, apenas a unos metros más un par de hoyos y palas también fueron descubiertas. Ese día él y su mascota hallaron una fosa.

En Baja California trabajan alrededor de 27 colectivos buscadores. Son grupos que buscan a sus familiares desaparecidos ante la falta de apoyo de las autoridades para avanzar en sus investigaciones y tener de regreso a sus seres queridos.

"Para hallar una fosa en Tijuana ya no es necesario salir a buscar, parece que sólo es necesario salir de casa y cruzar la calle", lamentó Paula Sandoval, presidenta del colectivo Familiares Unidos Buscando a Nuestros Desaparecidos.

Hace poco más de una semana decenas de familias conmemoraron el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada en La Gallera, un terreno enclavado en la colonia Maclovio Rojas donde fueron hallados más de 300 pedazos de huesos humanos y masa muscular de personas desaparecidas en sosa cáustica por Santiago Meza López, alias El Pozolero.

Ese día las familias que construyeron el lugar y que lo visitan anunciaron que ese espacio se convertiría en el primer albergue para buscadores en Baja California, la intención, explicaron, es que las familias que llegan de otros estados y países tengan un lugar digno dónde quedarse para continuar con su búsqueda en esta región.

"Ya es muy difícil buscar, es muy desgastante porque es un trabajo muy pesado físicamente, pero más mentalmente, es trabajar para conseguir apoyo en máquina, material y pelear hasta por palas, por lo menos que no tengan que preocuparse de lo más básico", dijo Sandoval.

Tijuana se ha convertido en una ciudad muy hostil, lamentó la activista, las búsquedas ya no se pueden realizar con la certeza de que no va a pasar nada. Hace unos días, dijo, los padres de Dany, un joven desaparecido, fueron atacados a balazos en su propia casa, pero los atentados también ocurren durante las acciones de búsqueda.

Prado del Águila es una de esas colonias a donde no se entra por error ni sin autoridad. Escondida entre los límites al sur, entre Tijuana y Playas de Rosarito, durante los últimos meses es el epicentro de la violencia cobijada por la lejanía de la mancha urbana y el desinterés de las policías de ambos municipios.

Roberto en realidad no se llama Roberto, ha preferido renunciar a su nombre en esta publicación ante el miedo de ser identificado y sufrir el enojo de los criminales que mantienen el control del área y que casi diario llegan al sitio para utilizarlo como un campo de exterminio.

"Tengo miedo, no sé a quién denunciar porque hablamos y no vienen o incluso aquí vive gente de las corporaciones", explica con el miedo reflejado en la voz de un padre de familia que teme por él, su esposa y sus hijos, "¿Usted cree que ellos no saben? Prefiero hablar, aunque sea así, a escondidas, porque ya no se puede vivir con tanto miedo".

Los buscadores del Colectivo Erick Carrillo también hallaron cinco cuerpos enterrados en las inmediaciones de donde el perro de Roberto desenterró el primer cadáver. Días después llegó la primera autoridad al lugar a revisar los casos.

Pero tardaron más en hallarlos que la delincuencia en matar y enterrar a otros. Habían pasado solamente dos días cuando un par de balazos despertaron a Roberto y a los vecinos, ese sonido tan familiar que se escapa cuando alguien jala del gatillo, los vecinos saben muy bien qué significa: más muertos y más fosas.

"Nuestros niños creciendo entre fosas y muertos", lamenta Roberto, "¿Puede usted creerlo? Entre fosas y muertos".