WIDER IMAGE-En Haití, velatorios festivos y sepultureros vudú ayudan a familiares a dar último adiós

Por Valerie Baeriswyl y Andre Paultre

GRAND-BERA, Haití, 21 sep (Reuters) - Ensayo fotográfico: https://reut.rs/3hHkLiA

Anaira Jules, quien vivió toda su vida en una pequeña aldea de la zona rural de Haití, nunca había pisado un avión. Pero para su último viaje fue enviada en un ataúd blanco y reluciente con forma de aeronave, con cola y ojos de buey iluminados.

Los deudos entraron en estado de trance o lloraron en el funeral de la mujer de 77 años en la iglesia de Grand-Bera, en el departamento central de Artibonito. Una banda de música acompañó después el gran cortejo que llevó el féretro con forma de avión al cementerio.

La noche anterior al funeral, unas 200 personas jugaron al dominó y a las cartas, bebieron té de jengibre y clerén -el rústico ron haitiano- y comieron platos locales bajo una lona en el exterior de la casa familiar mientras un DJ ponía música evangélica.

"Desde que era pequeña, mi madre me decía que era importante para ella que su funeral saliera bien", dijo la hija menor de Jules, Fredeline Alfred, de 30 años. "Mi hermana mayor era la encargada y le gusta lucirse".

Un velatorio festivo y un funeral fastuoso con un despliegue de emociones dramáticas y bandas de música: estos son algunos de los ritos de muerte de Haití, que, al igual que sus bodas, suelen ser acontecimientos sociales extravagantes a pesar de la pobreza del país.

Los ritos se consideran importantes para garantizar un paso seguro al más allá -las incineraciones y las donaciones de órganos son poco frecuentes porque se considera que los difuntos aún necesitan sus cuerpos-, pero también son una forma de marcar la posición social de la persona.

Las tradiciones de la religión afrocaribeña vudú se mezclan a menudo con las cristianas. Los sepultureros vudú -llamados croque-mort ("mordedor de muertos" en francés)- prescriben lo que las familias deben colocar en los ataúdes para garantizar un viaje seguro y asegurarse de que los muertos no se conviertan en zombis.

Alfred dijo que su familia no celebró un funeral hasta tres semanas después de la muerte de su madre, ya que necesitaban tiempo para repintar su casa para recibir a los invitados y construir una nueva tumba.

Alquilaron un autobús para transportar a los invitados desde fuera de la ciudad, instalaron una lona en el patio y colocaron mesas y sillas para el velatorio, que suele ser un acto festivo en Haití en el que los dolientes pueden optar por bailar, cantar o contar chistes hasta el amanecer.

Durante varios días después del funeral, la gente siguió congregándose allí.

Yolvida Desruisseaux, de 28 años y que recientemente enterró al padre de su padrino, dijo que esta tradición de convertir un funeral en un evento social de varios días era un bálsamo para el alma de las familias en duelo.

"La familia está triste, pero es bueno tener este tipo de ambiente para poder sonreír un poco", dijo. "Los invitados a veces nos ayudan con las tareas de la casa y charlan con nosotros para ayudarnos a pasar lo peor".

En el cementerio donde estaba enterrado el padre de su padrino, un doliente disparó balas al aire, en señal de respeto.

(Reporte de Valerie Baeriswyl y Andre Paultre; escrito por Sarah Marsh; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)