‘Hablando con Chago’, invitación insospechada a una sabia conversación
El programa Spotlight on Cuba de la cuadragésima segunda edición del Festival de Cine de Miami, que se celebra del 3 al 13 de abril, se concentra en la filmografía que aborda historias y circunstancias de la mayor de Las Antillas.
De las ocho películas incluidas en sus presentaciones, sólo dos desarrollan argumentos que mantienen cierta distancia con la batahola castrista.
Se trata de los documentales: “Chirino”, dirigido Jorge Soliño, que aborda la vida y obra de un clásico de la música cubana e internacional, Willy Chirino, y “Hablando con Chago”, realizado por Emilio Oscar Alcalde, invitación insospechada a una sabia conversación, en la intimidad de su hogar, con el multifacético artista y escritor Santiago Rodríguez que seguidores y amigos conocen como Chago.
Estas dos obras funcionan como bienvenidas atenuantes dentro de la agobiada cinematografía cubana, donde es difícil eludir la responsabilidad de registrar, para la posteridad, momentos que pudieran resultar injuriosos o absurdos para actuales o futuras generaciones.
Chago es un octogenario de baja estatura con algunos achaques de movilidad que le dificultan mantener los dinámicos desplazamientos que siempre lo caracterizaron.
Es, también, un tomador empedernido de café cubano negrísimo y desde su infancia en la distante ciudad de Guantánamo le dio por coleccionar fotos y postales de los más afamados actores y actrices de Hollywood.
Esa cuantiosa colección, con algunas imágenes de gran valor histórico, ha sobrevivido su estancia en La Habana adonde fue para desperezar el bochorno provinciano, y luego el exilio en Miami que pudiera considerarse la internacionalización de su exitosa carrera artístico-literaria.
Chago disfruta el diálogo, se siente motivado y así encapsula el afán coleccionista durante su niñez: “Con la llegada de la revista anual ‘Who’s Who in Hollywood?’ (a la remota Guantánamo) el caldo estaba listo para ser cocinado. Una profesora de piano, grosera y odiosa me sacó del coro que preparaba porque yo no tenía facultades para el canto, pero allí ocurrió el milagro. En una mesa del comedor, el nieto mudo de la anciana abría sobres, sacaba fotos, los artistas sonreían sobre el tapete. Al verme petrificado, el niño me hizo señas de que me fuera al piano. No podía. Entonces abrió la gaveta, sacó una postal, la colocó dentro del bolsillo de mi camisa y me empujó”.
Chago cuenta que luego su hermana intercedió y lo ayudó a encontrar varias direcciones de diferentes estudios cinematográficos de Estados Unidos y un modelo de carta donde lo único que cambiaba era el nombre del destinatario.
En 1951, llegaron las primeras fotos: Stewart Granger y Deborah Kerr. “El resto es historia” enfatiza Chago. “Aún las conservo. Y la primera que el nieto de la profesora metió en mi bolsillo también: Jeff Chandler”.
Chago es una suerte de asceta. En la más consumista de las sociedades, -la miamense-, no repara en propiedades, ni bienes más allá de los que sirven a sus afanes formativos y culturales.
Le basta la pantalla de un televisor o computadora para ver cine compulsivamente, el teclado donde elabora puntualmente su literatura maldita sobre Miami, así como espacio para elucubrar una colorida iconografía salvaje e ingenua.
Si lo pones a elegir entre intelectual, escritor, artista o cinéfilo, prefiere artista, sin dudarlo un instante, y de tal modo elabora su respuesta: ‘De esta palabra, como el tronco de un cedro y no precisamente del Líbano, brotan las ramas de escritor, cinéfilo, conversador infatigable, huyendo de la soledad que a veces se acomoda con los años y del feo vocablo “intelectual” semejante a un bicho raro’.
Con su hermoso tributo cinematográfico, Emilio Oscar Alcalde confirma lo que muchos sospechaban: la existencia del cinéfilo “cubense”, una especie que ni la agotadora dictadura ha podido extinguir.
La isla es pródiga en dichos encantadores de serpientes. Chago es de los que suena su cascabel y nos seduce con ojillos fulgurantes de inteligencia que no podemos eludir. Es un provocador aguerrido: “Yo hago el amor todos los días después de recuperar una vieja película excusada durante el camino. El cine es satisfacción, salud, orgasmo pleno”, apunta el poeta.
Más allá de sus retos, que mucho le satisfacen, “Hablando con Chago” muestra la reflexión de un pensador popular, sin escollos conceptuales, siempre dispuesto a dispensar su soberbio conocimiento de las delicias del séptimo arte.
“El cine no sólo es satisfacción, sino como diría Borges, ‘me parece’ un poco de amor y disciplina. Una profesión y a la vez obsesión como otra cualquiera de envergadura”, termina diciendo Chago para dejar asentada su filiación emocional.
Presentación del documental “Hablando con Chago” como parte del programa Spotlight on Cuba, del Festival de Cine de Miami, 5 de abril a las 2:30 p.m. Koubek Center, 2705 SW 3rd St. Miami, FL 33135. Información y entradas: https://miamifilmfestival.com
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