Guillermo Ochoa y una nueva tragedia en su carrera: otro descenso a la vista y como suplente

Guillermo Ochoa en un partido entre Salernitana y Monza en febrero pasado. (Ivan Romano/Getty Images)
Guillermo Ochoa en un partido entre Salernitana y Monza en febrero pasado. (Ivan Romano/Getty Images)

Guillermo Ochoa afrontó su última aventura europea con la encomienda de evitar el descenso de la Salernitana. Era necesario: para eso lo llevaban porque se trataba de un portero con experiencia en ese rubro. En su estancia por Europa (2011-2019), el portero mexicano se especializó en competir con clubes que peleaban por la salvación. Aunque dos descensos figuran en su hoja de ruta, en Francia con el Ajaccio y en España con el Granada, sus atajadas eran una garantía de que se podía llegar con vida a las últimas instancias.

Por ejemplo, en el Ajaccio, club que se mantuvo a flote durante tres campañas en gran medida gracias a las intervenciones de Ochoa. En Granada únicamente estuvo una campaña y eso bastó para perder la categoría, pero Ochoa hizo cuanto pudo. Un récord reflejó esa ambivalencia: el portero con más atajadas en una misma campaña en la historia de La Liga, y también fue el arquero más goleado de todos los tiempos.

Cuando volvió al América, en el verano de 2019, parecía que sus pasos estaban definidos: retirarse en el club de sus amores y esperar una última Copa del Mundo, la de 2022, para alcanzar el récord de Antonio Tota Carbajal con cinco mundiales disputados. El futbol hizo de las suyas. Ochoa no pudo ganar ningún título con Las Águilas —lo lograron sin él, un año después de su partida con Malagón como meta titular—. Y tampoco fue Qatar 2022 su última cita mundialista, según su propia voluntad de continuar en el Tri y llegar al Mundial de 2026, que será parcialmente en casa y para el que Ochoa llegará con 41 años.

Ese objetivo provocó que Ochoa decidiera calarse de nuevo en el futbol de máxima competencia. Su destino fue Italia, en una liga en la que no había competido nunca, pero con un contexto familiar para él: salvar al equipo del abismo. Lo logró durante la primera campaña y de manera cómoda: Salernitana acabó en el sitio 15, a once puntos del Spezia, su más cercano perseguidor en la lucha por la permanencia.

Para aquella campaña, Ochoa fue contratado de manera libre, pues terminó contrato con el América, pero originalmente fue un reemplazo: Luigi Sepe, el titular, estaba lesionado. Luego pelearon el puesto, aunque Ochoa tuvo cierta ventaja. La salida de Sepe lo dejó como aparente indiscutido.

El entrenador Stefano Colantuono, que llegó en febrero para reemplazar a Filippo Inzaghi, no ha encontrado solución a los males de un equipo que ha ganado sólo dos partidos en toda la campaña. Y tomó la decisión de afrontar la lucha por el descenso sin Ochoa, que lleva cuatro partidos en el banco. Se trata, a nivel individual, de su momento más crítico en Europa. Antes había sido suplente, en el Málaga, pero se trataba de un equipo de mediatabla. Su reemplazo ha sido Benoit Costil, que tampoco ha evitado el hundimiento del barco, con un naufragio al descenso que está más cerca de consumarse que nunca.

Hoy no podría ser peor la realidad para este modesto club con Guillermo Ochoa o sin él. Cayeron 4-1 ante la Lazio como visitantes y siguen hundidos en el fondo de la clasificación: 15 puntos en 32 partidos. Hellas Verona, lugar 17 (corte de salvación), tiene 27 puntos con 31 partidos. El destino de Salernitana se definirá en las próximas semanas, pero hasta ahora han decidido afrontarlo sin Ochoa, un portero que en teoría debía ayudarles justamente en este escenario. No ha sido así. El mexicano está viendo cómo su aventura europea se consume desde la suplencia, sin poder meter las manos.

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