Griselda llega a Netflix. Conoce a la verdadera ‘madrina de la cocaína’ de Miami
Griselda Blanco, la “madrina de la cocaína”, es el centro de una nueva serie de Netflix protagonizada por Sofía Vergara.
Este es un vistazo a la persona real detrás del personaje de la serie, con base en los archivos del Miami Herald:
Las múltiples caras de Griselda Blanco
Historias de archivo sobre la ‘madrina de la cocaína’
VIDA Y MUERTE DE GRISELDA BLANCO
Publicado el 5 de septiembre de 2012
La historia de Griselda Blanco se contaba a menudo en cifras: se prostituía a los 14 años y movía 300 kilos de cocaína al mes a los 40 años.
Conocida como la “Madrina” del tráfico de cocaína, tenía hasta 20 alias y, según la leyenda, ordenó unos 250 asesinatos. La policía habla de unos 40. Murió el lunes a los 69 años en la carnicería Cardiso, en la Calle 29 en un barrio de Medellín, donde la ex madrina fue abatida a tiros tras una vida de drogas y asesinatos. Su último acto en la tierra fue comprar carne por valor de $150.
La pionera del tráfico de cocaína, que dejó su huella ensangrentando las calles de Miami, murió de la misma forma en que fue arrestada en 1985: con una Biblia en el pecho. Fue un final previsible para una vida marcada por la violencia, la cárcel y la impunidad; un legado casi olvidado hasta que los cineastas la hicieron famosa. Al menos tres largometrajes y una serie de HBO con Blanco como protagonista estaban en preparación en el momento de su muerte.
“Encontró la religión en los últimos años”, dijo su ex amante Charles Cosby, quien espera empezar a rodar a principios del año próximo una película titulada Hustle sobre su relación con Blanco. “Al mismo tiempo, no se puede llevar una Biblia a un tiroteo”.
El lunes por la tarde, un hombre de mediana edad se bajó de la parte trasera de una moto frente a una carnicería de un tranquilo suburbio de Medellín, entró, sacó una pistola y disparó a Blanco dos veces en la cabeza antes de volver tranquilamente a su moto y desaparecer en la ciudad.
Mientras la mujer agonizaba en el suelo, su nuera embarazada, que había estado esperando en el auto, le puso una Biblia en el pecho.
Nadie de los que presenciaron el ataque supo hasta más tarde que la víctima era una de los narcotraficantes más violentos y poderosos de la historia de Miami. Según un testigo entrevistado por The Miami Herald, el asesino era un hombre de unos 40 o 50 años que se mostró tranquilo y sereno durante todo el ataque.
“Era un profesional”, dijo el testigo. “Era una venganza del pasado”.
Un portavoz de la policía dijo que se sabía que Blanco estaba en Medellín desde hacía ocho años, después de que cumplió 19 años en cárceles de Estados Unidos y fue deportada, pero que no había investigaciones abiertas sobre sus actividades y que no había evidencia de que siguiera implicada en el narcotráfico.
“Si fuera un caso de homicidio en Estados Unidos, la lista de sospechosos sería infinita”, dijo el cineasta Alfred Spellman, cuyos documentales Cocaine Cowboy ayudaron a revivir la leyenda de Blanco. “Sería el caso más difícil de resolver: mucha gente la quería muerta”.
Blanco se inició en la delincuencia robando carteras. Con el tiempo se trasladó a Nueva York, donde empezó a traficar con marihuana. Pero la hierba ocupa mucho espacio, y Blanco vio un mercado lucrativo en la cocaína, que era más fácil de meter en fajas y otras prendas interiores que había fabricado para eso especialmente, dijo Bob Palombo, el ex agente de la DEA que ayudó a atraparla.
“Hipnotizaba a la gente”, dijo Palombo. “Podía seducirte con su perspicacia y convertirte en un fiel seguidor. También había miedo: cualquiera que trabajara para ella sabía que no pediría a nadie que hiciera lo que ella no haría”.
Su papel en la historia como una despiadada mujer capo de la droga que mataba a su antojo fue recogido en una biografía de 1990. Más tarde, Spellman la presentó en dos documentales y ahora es productor ejecutivo de una serie dramática de la HBO basada en las películas.
Palombo también tiene un proyecto cinematográfico: tanto él como Blanco vendieron los derechos de su historia a First Born Films, que está terminando un guión. Mark Wahlberg saltó a los titulares a principios de año al anunciar que Jennifer López le perseguía para interpretar a Blanco en otra película en la que está trabajando para Paramount.
Bio Channel y National Geographic hicieron recientemente un programa sobre Blanco, dijo Palombo.
“No hay nada malo en la competencia, sobre todo en la taquilla”, dijo Cosby, ex traficante de crack.
Explicó que su afecto por Blanco no era muy distinto de la admiración que un jugador de basquetbol de la secundaria sentiría por Michael Jordan. Cosby estaba en el negocio y admiraba a la gurú de su oficio.
“Griselda tuvo mala fama”, dijo. “Todos hemos hecho cosas. No la juzguen por lo que oyen en los medios. Creo que el número de asesinatos que se rumorea que ordenó es exacto. Al mismo tiempo, ¿cuántos años hace de eso? Todos cometemos errores”.
Pero Palombo dijo que la venganza es profunda.
“En esa línea de trabajo, todas las deudas se saldan”, dijo.
El fiscal federal adjunto Stephen Schlessinger, que procesó a Blanco, dijo que no se atreve a aventurar cuántos asesinatos ordenó.
“Sin duda serían docenas”, dijo Schlessinger. “No tenemos ni idea de cuántos asesinatos autorizó en Colombia. Era una completa sociópata. Asesinaba a la gente a la primera de cambio. Mataba a cualquiera que le disgustara, por una deuda, porque se equivocaban en un envío o porque no le gustaba cómo la miraban”.
Inventó algunas de las técnicas que se convirtieron en métodos habituales de contrabando y asesinato, y se la acusa de haber sido responsable de la muerte de al menos dos de sus ex esposos. Pero Blanco solo fue acusada penalmente de tres homicidios, en un caso que se vino abajo cuando se reveló que el testigo estrella mantenía relaciones sexuales telefónicas con las secretarias de la fiscalía estatal de Miami-Dade. Schlessinger recuerda que Blanco también consiguió un buen trato en su caso federal, porque el abogado defensor Roy Black llegó a un acuerdo con el juez sin que el fiscal federal lo supiera.
“Me sorprendió mucho saber que la habían matado”, dijo Schlessinger. “La dábamos por muerta hace años”.
Schlessinger dijo que estaba en la casa de Blanco en California el día de 1985 en que Palombo finalmente hizo su arresto después de una década de investigación.
“Palombo se acercó a ella y le dio un beso enorme”, dijo Schlessinger. “Le dijo: ‘¡Griselda! Me alegro mucho de verte’. Era la verdad: llevaba diez años siguiéndole la pista”.
Palombo recuerda cómo la interrumpió mientras estaba tumbada en la cama leyendo la Biblia.
“Se sobresaltó bastante”, dice.
La sorpresa fue menor en el rascacielos de El Poblado, donde, según los medios colombianos, vivía la capo, en un valle de bambúes y torres de lujo excavadas en la ladera de Medellín.
“La gente aquí tiene mucho dinero y nadie sabe quiénes son ni de dónde vienen”, dijo el guardia de seguridad de uno de los rascacielos. “Es muy cerrado”.
Blanco era conocida por pasear libremente por las calles sin guardaespaldas ni ostentosas muestras de riqueza. Compraba a menudo en la carnicería Cardiso de la esquina, y los trabajadores desconocían el brutal pasado de su cliente.
“Su aspecto físico había cambiado mucho: parecía bastante gorda”, dijo el testigo de su asesinato.
Le sorprendió que sus vengadores la dejaran vivir tanto tiempo. Quizás, teorizó, les sobrevivió.
“Debido a su pasado judicial –pasó mucho tiempo en la cárcel– la dejaron vivir mucho tiempo”, dijo. “De esta gente, ¿quién queda? Muy pocos. La gente ya no se preocupa por ella”.
A la mañana siguiente del asesinato, la carnicería estaba llena de clientes y no había rastro de la ejecución del día anterior. En Medellín, que aún arrastra las cicatrices de la guerra de Pablo Escobar contra el Estado colombiano, la vida avanza deprisa. El día anterior, la policía que estuvo en el lugar ni siquiera tomó declaración a la mayoría de los testigos del asesinato, según el testigo.
“Había muy poco que contar”, se encogió de hombros.
‘MADRINA DE LA COCAÍNA’
Publicado el 4 de septiembre de 2012
Griselda Blanco, la capo de la droga conocida por su sangriento estilo de venganza callejera durante la época de los “cocaine cowboys” de Miami en los años 70 y 80, fue asesinada a tiros en Medellín por un sicario en motocicleta el lunes.
Blanco, de 69 años, pasó casi dos décadas entre rejas en Estados Unidos por tráfico de drogas y tres homicidios, incluido el de un niño de dos años en Miami en 1982.
Llamada la “Madrina de la Cocaína”, fue deportada en 2004 a Colombia, donde mantuvo un perfil bajo. La policía nacional colombiana confirmó su asesinato a última hora del lunes. Según la prensa colombiana, dos pistoleros en motocicleta se acercaron a Blanco cuando salía de una carnicería en Medellín, su ciudad natal. Uno de ellos le disparó dos tiros en la cabeza, según el diario El Colombiano.
Fue el tipo de muerte que muchos le habían predicho: A Blanco se le atribuye la invención de la idea del “asesino de la moto”, que pasaba junto a las víctimas y las rociaba con balas.
“A todos nos sorprende que no la hayan matado antes, porque se hizo muchos enemigos”, dijo el lunes el ex detective de homicidios de Miami Nelson Andreu, quien la investigó. “Cuando matas a tantos y haces daño a tanta gente como hizo ella, es solo cuestión de tiempo que te encuentren e intenten igualar el marcador”.
La ex capo estaba con una nuera embarazada, que resultó ilesa. Según El Colombiano, la mujer dijo a la policía que Blanco ya no estaba implicada en el crimen organizado y que esperaba vivir de las ventas de varias propiedades que poseía. Blanco llegó a personificar el derramamiento de sangre de los “cocaine cowboys” de la década de 1980, cuando narcotraficantes rivales emboscaban descaradamente a sus rivales en público.
Criada en los barrios marginales de Medellín, comenzó su carrera delictiva como carterista y llegó a dirigir un imperio que, según se dice, enviaba 3,400 libras de cocaína al mes por barco y avión. Se la consideraba una pionera colombiana en el contrabando de drogas a Estados Unidos, precursora de los grandes cárteles que dominaron el mercado en la década de 1980.
Incluso encargó a una tienda de lencería de Medellín el diseño de sujetadores y fajas con bolsillos especiales para guardar la cocaína, una herramienta usada por sus mulas de la droga que volaban a Miami. Dirigía la organización con tres de sus cuatro hijos, dos de los cuales fueron asesinados posteriormente en Colombia.
Blanco era conocida por su extravagante estilo de vida: uno de sus hijos se llamaba Michael Corleone, en homenaje a las películas de El Padrino. Tres de sus esposos murieron en actos violentos relacionados con el narcotráfico. Pero fue su mal genio y su inclinación por la violencia implacable lo que atrajo la atención de las fuerzas del orden y del público. Los investigadores la relacionaron con el atentado con metralleta perpetrado en 1979 en el centro comercial Dadeland Mall, que conmocionó a Miami.
Los detectives estimaron de forma conservadora que estaba detrás de unos 40 homicidios. Solo fue condenada por tres homicidios. En dos de ellos mató a los traficantes de drogas Alfredo y Grizel Lorenzo en su casa de South Miami, mientras sus tres hijos veían la televisión en otra habitación. No habían pagado $250,000 por cinco kilos de cocaína que Blanco supuestamente les había entregado.
También fue condenada por ordenar un tiroteo que causó la muerte de Johnny Castro, de dos años, quien recibió dos disparos en la cabeza cuando viajaba en un auto con su padre, Jesús “Chucho” Castro. Blanco tenía como objetivo a Jesús Castro, antiguo matón de la organización de Blanco.
Los detectives se enteraron de los detalles íntimos del asesinato gracias a Jorge Ayala, el carismático asesino a sueldo que posteriormente testificó contra Blanco. Ayala declaró a la policía que Blanco quería matar a Castro porque le había dado una patada en el trasero a su hijo.
“Al principio estaba muy enfadada porque no habíamos dado con el padre”, dijo Ayala a la policía. “Pero cuando se enteró de que le habíamos dado al hijo por accidente, dijo que se alegraba, que estaban en paz”.
Blanco fue arrestada en 1985 en un caso de tráfico de cocaína en Nueva York. Finalmente, estuvo 13 años bajo custodia federal antes de ser entregada a las autoridades de la Florida.
Blanco parecía destinada al corredor de la muerte de la Florida, pero el caso de los homicidios de la fiscalía sufrió un duro revés. El motivo: Ayala –el principal testigo del caso– mantuvo relaciones sexuales telefónicas con secretarias de la Fiscalía Estatal de Miami-Dade.
Tras una investigación, tres secretarias fueron despedidas y un veterano fiscal renunció. Fiscales especiales de Orlando tomaron el relevo y Blanco llegó a un acuerdo de culpabilidad en 1998. Blanco fue sentenciada a tres penas concurrentes de 20 años, de las que solo tuvo que cumplir un tercio debido a las directrices vigentes en el momento de los asesinatos.
Incluso a su regreso a Colombia, se cree que conservaba una inmensa fortuna. En los últimos años, los jóvenes de Miami conocieron a Blanco a través de dos documentales sobre los Cocaine Cowboys realizados por los cineastas Billy Corben y Alfred Spellman.
“Esto es el clásico ‘vive por la espada, muere por la espada’”, dijo Corben el lunes. “O, en este caso, vive por el asesino de la moto, muere por el asesino de la moto”.