Estos graduados de Miami Beach High se reunieron en el estadio de los Dolphins. Un compañero de clase es dueño del equipo

La clase de 1958 de la preparatoria Miami Beach se reunió en el campo de Hard Rock Stadium el pasado fin de semana. Tenían una buena razón para ello: uno de sus compañeros es dueño de los Miami Dolphins.

Stephen Ross fue el anfitrión de la reunión en el estadio para sus compañeros de clase, uno de los actos de una serie de reuniones para celebrar el 65 aniversario de la clase.

En la Preparatoria Miami Beach, la clase de 1958 tenía 429 alumnos. Compartían historia, religión y cultura, lo que dio lugar a un vínculo muy estrecho entre toda la clase.

“En donde yo crecí, nadie tenía que cerrar la puerta con llave”, dijo Howard Halpern, hombre de negocios y miembro de la clase del 58. “Incluso podías dejar la llave en el auto”.

“No éramos muy buenos en deportes, pero teníamos muchos chicos y chicas inteligentes”.

Eso quedó patente el pasado fin de semana, cuando Halpern y varias docenas de miembros de aquella clase asistieron a su reencuentro. La reunión para este grupo de personas de 83 años incluyó un almuerzo en Joe’s Stone Crab en South Beach el sábado por la tarde, una fiesta en Miami Shores Country Club esa misma noche y asientos a nivel de club en el partido del domingo entre los Dolphins y los Raiders.

Ross, propietario de los Dolphins y miembro de la clase del 58 de Beach High, recibió a sus compañeros en el campo antes del partido del domingo contra los Raiders de Las Vegas en el estadio de Miami Gardens.

Pero Ross está lejos de ser la única historia de éxito de esa Clase del 58:

▪ George Solomon, por ejemplo, fue subdirector del Washington Post.

▪ Howard Halpern, quien cumplió 83 años justo tres días antes de la reunión, creó y luego vendió dos emprendimientos multimillonarios.

▪ Stuart Blumin, autor de ocho libros, es profesor emérito de Historia en la Universidad de Cornell.

La clase también incluye a 24 antiguos alumnos de la Preparatoria Miami Beach que se hicieron médicos.

La escuelka, cuyo nombre original es el de la pionera familia Fisher, abrió en 1926 y es la escuela del condado más antiguo.

En el 58 estaba en 1424 Drexel Avenue y el apodo de la escuela era los Typhoons, pero después de mudarse a su ubicación actual en 2231 Prairie Avenue en 1960, el apodo fue cambiado a Hi-Tides. Los colores también cambiaron de azul y dorado a escarlata y plateado.

Independientemente de los cambios, el espíritu de la escuela sigue vivo a través de estos compañeros de clase.

“A mucha gente de nuestra clase le ha ido bien”, dijo Blumin, señalando que 15 miembros de la clase del 58 están en el Salón de la Fama de la escuela, más que cualquier otra clase. “Era una buena comunidad y un alto porcentaje de nosotros fue a la universidad”.

“Casi todos procedíamos de padres o abuelos inmigrantes”, dijo, “y nuestro alumnado era bastante ambicioso, pero no de forma codiciosa, sino que queríamos sacar el máximo partido a nuestra vida”.

Así lo han hecho y también se han mantenido en contacto a lo largo de las décadas.

De los 429 graduados, unos 200 siguen vivos. Setenta miembros de la clase participaron en los actos del pasado fin de semana y algunos de ellos vinieron de lejos para compartir las festividades.

Blumin viajó desde Nueva York para estar con sus compañeros y Barry Shein, fundador de una empresa de gestión de inversiones, voló desde Indiana.

Está claro que el reencuentro significa mucho para los graduados del 58.

“Nunca se sabe, pues para muchos de nosotros esta podría ser nuestra última reunión”, dijo Blumin. “¿Quién sabe cuántos de nosotros estaremos para la reunión de los 70 años?”

Ese sentimiento de “tiempo prestado” no se le escapa al Dr. Richard Berger, otro graduado del 58.

Berger, quien fue el primer cardiólogo colegiado de Cayo Hueso y sigue ejerciendo en Cayo Largo y Miami, dijo que la reunión era agridulce.

“De los chicos y chicas con los que me juntaba en Beach High, [...] la mayoría ya han fallecido”, dijo Berger. “Eran muchos de mis amigos más queridos y cercanos”.

Sin embargo, Berger sigue teniendo muchos amigos y sigue tratando a algunos de sus compañeros de la escuela, quienes le llaman “cada vez que enferman”.

Pero en sus tiempos de Beach High, Berger era conocido como el mejor atleta de la escuela.

Como jugador de baloncesto, llegó al primer equipo All-County en su último año, con un promedio de 25.5 puntos y 15 rebotes.

Berger, quien medía seis pies tres pulgadas, también fue receptor de béisbol en todos los campeonatos. En una ocasión, los New York Giants le ofrecieron $3,000 para firmar un contrato profesional, pero lo rechazó para jugar al baloncesto en la universidad.

Berger dijo que la leyenda del baloncesto Wilt Chamberlain le escribió una carta invitándolo a su alma mater Kansas en un viaje de reclutamiento, pero Berger también rechazó esa oferta y jugó en la Universidad de Tulane.

A pesar de todo, Beach High ha permanecido cerca de su corazón.

“Muchos de los chicos habían perdido a sus padres en la Segunda Guerra Mundial”, dijo Berger de sus compañeros de clase. “Estábamos muy unidos. Niños ricos, niños pobres... todos nos caíamos bien”.

Halpern, estadounidense de primera generación, está de acuerdo.

Había pasado por 14 escuelas antes de llegar a Miami Beach High. Sus padres —su padre húngaro y su madre polaca— trabajaban en restaurantes y bares y se mudaron para intentar encontrar una vida mejor.

“Pero, una vez que llegué a Beach High, fue como encontrar un hogar instantáneo”, dijo Halpern. “Tengo la bendición de formar parte de esta clase”.