El giro estratégico del independentismo vasco tras el fin de ETA

Un mural con la docena de presos de Hernani que todavía están en la cárcel
Un mural con la docena de presos de Hernani que todavía están en la cárcel

HERNANI.– Los mensajes que envían las paredes de Hernani, un pueblo de la provincia de Guipúzcoa considerado feudo del nacionalismo vasco, no son muy diferentes a los de antes de 2011, cuando el grupo independentista ETA dejó las armas tras ser derrotado por las fuerzas de seguridad del Estado. En los muros, se pueden ver retratos de los presos de ETA, y carteles a favor de la independencia o el socialismo. Sin embargo, sus habitantes, independientemente de su ideología, coinciden en que el fin de la violencia ha reducido dramáticamente el clima de tensión que atenazaba al pueblo.

“Hernani siempre estuvo en primera línea en cuanto a sufrimiento durante el conflicto. El fin de la violencia se vivió con esperanza, y nos ha permitido trabajar en otras cosas que antes no se podía”, comenta el alcalde Xabier Lertxundi, de solo 39 años. Su partido, EH Bildu, es una plataforma que incluye varios partidos de la izquierda abertzale (nacionalista, en lengua vasca).

El principal de ellos es Sortu, heredero de la antigua Herri Batasuna, el histórico brazo político del independentismo vasco que nunca condenó los atentados terroristas de ETA, el brazo militar. La izquierda abertzale siempre ha gobernado Hernani desde la transición a la democracia, con la excepción del período en que el partido estuvo ilegalizado. En las últimas elecciones municipales, en 2019, revalidó la mayoría absoluta con el 45% de los votos, superando al Partido Nacionalista Vasco (PNV), nacionalista moderado y conservador.

20/10/2011 ETA anuncia cese definitivo de su actividad armada S
20/10/2011 ETA anuncia cese definitivo de su actividad armada S

ETA se creó en 1959 en respuesta a la asfixiante dictadura del general Franco. Además de la izquierda, la represión franquista se cebó especialmente con cualquier expresión de las identidades nacionales periféricas, sobre todo, la vasca y catalana. ETA y su mundo no se integraron en el proceso de transición después de la muerte de Franco al considerarlo una farsa.

A pesar de la “guerra sucia” y el terrorismo de Estado del grupo GAL, a medida que se asentaba la democracia, ETA fue perdiendo apoyo social. En el momento de anunciar su disolución, se hallaba tan débil que no pudo obtener ninguna contrapartida política, tampoco algún tipo de amnistía para sus presos. Sus atentados dejaron un total de 829 víctimas mortales, entre ellas, más de 300 civiles.

Por ello, arreglar la situación de los presos, es el objetivo. “La independencia no está en la agenda ahora. Hubo expectativas durante el “proceso” en Cataluña. Al fracasar allí, aquí se desinfló. La prioridad de EH Bildu es solucionar las consecuencias del conflicto, sobre todo la situación de los presos”, sostiene Martxelo Otamendi, director del diario Berria, el único escrito íntegramente en lengua vasca.

Para la izquierda abertzale es importante el fin de la dispersión de los presos lejos del País Vasco, una de las estrategias de los sucesivos gobiernos españoles en la lucha contra ETA. De los cerca de 200 presos etarras, ahora solo quedan poco más de treinta en cárceles de fuera del País Vasco.

Giro político

El giro estratégico de la izquierda abertzale es de prácticamente 180°. Hace apenas diez años, algunos de sus líderes no dudaban en calificar al PSOE de “fascista”, y buena parte de su acción política se desarrollaba en la calle, con movilizaciones continuas. Ahora EH Bildu es un socio del gobierno de Pedro Sánchez y su principal labor se desarrolla en las instituciones. En 2020, el partido cruzó el Rubicón al votar a favor de los presupuesto de Sánchez. En teoría, lo hizo a cambio de medidas sociales y de inversiones en el País Vasco. Ahora bien, en el entorno abertzale se comenta que la situación legal de los presos forma parte de una especie de “agenda oculta” de los tratos con Sánchez.

17/09/2022 El coordinador general de Euskal Herria Bildu, Arnaldo Otegi, interviene durante la conferencia política de su partido, en el Palacio Euskaduna, a 18 de septiembre de 2022, en Bilbao, Vizcaya, Euskadi (España). En este acto EH Bildu ha ratificado el Código Ético de la formación que afecta a representantes y bilkides. La transparencia, la colaboración y el cuidado son los pilares básicos de esta nueva herramienta para la coalición vasca. POLITICA H.Bilbao - Europa Press

A nivel interno, un giro tan radical y rápido ha suscitado incomprensión solo en sectores minoritarios. “Aquí, en el pueblo, la militancia lo ha entendido y lo ha apoyado. Y la muestra es que hemos crecido en votos y militancia”, asegura Lertxundi.

Con este cambio, EH Bildu pretende competir a nivel electoral con los moderados del PNV, hegemónicos en el País Vasco en las últimas cuatro décadas, y que suelen actuar como una especie de lobby en Madrid de los intereses vascos pactando siempre con el ganador de las elecciones, ya sea PP o PSOE. En las últimas elecciones autonómicas vascas, en 2020, el PNV obtuvo el 39% de los votos, por 27% de EH Bildu, que casi dobló al tercer partido, el PSOE.

Lo radical del cambio explica, en parte, que le haya surgido un serio competidor en sus feudos. Se trata del llamado GKS, un movimiento juvenil que se nutre de algunos antiguos militantes de la izquierda abertzale. A nivel ideológico, se sitúa en el comunismo ortodoxo, y critica el “aburguesamiento” de EH Bildu.

“Se han convertido en un partido socialdemócrata. Para nosotros la cuestión de la independencia no es una prioridad. Hay que hacer una revolución para cambiar el sistema, y esta debe ser a escala internacional”, cuenta uno de sus militantes, que apenas supera los 20 años. GKS asegura que no piensa concurrir a las elecciones. Su objetivo, ganar la calle que ha abandonado la izquierda abertzale.