Había gente vomitando en el camión: La historia de un cubano inmigrante rumbo a la frontera
Cristian Mena, de 23 años, no quería cumplir el Servicio Militar de carácter obligatorio para los jóvenes en Cuba. A su entender, la isla está regida por una tiranía, y él no quería obedecerla.
Oriundo de La Habana, pasaba el tiempo escuchando la música de los Aldeanos, un popular dúo de raperos cubanos conocido especialmente por su posición antigubernamental y sus rimas frontales.
Un video de Cristian en YouTube muestra el momento en que unos policías en la capital cubana lo encaran mientras escucha la música del grupo.
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Luego, podría decirse que su desacuerdo con el sistema político y el cúmulo de necesidades materiales, así como la crisis generalizada, lo convencieron de hacer todo lo posible por marcharse del país. Con ese propósito, vendieron la casa donde vivía y el dinero le sirvió para costearse la salida con su familia.
De norte a sur y viceversa
Primero tomaron un vuelo a Guyana, uno de los pocos países de la región que no exige visado a los ciudadanos de la isla. De ahí, cruzó la frontera por Brasil hasta territorio uruguayo, una nación con la que se sintió agradecido por acogerlo, pero hasta ahí le siguió la sombra de la represión.
El joven denunció haber sufrido xenofobia, por extranjero, y homofobia, por su homosexualidad. También expuso amenazas de personas desde el anonimato debido a su postura política contra la izquierda. Pero afirma que de nada le sirvieron.
En otras imágenes, se advierte cuando la policía de Uruguay le pide quitarse un pulóver con un letrero contra el gobernante y el gobierno cubano, llamando “asesino” a Miguel Díaz-Canel. El incidente ocurrió frente a la embajada cubana en Montevideo. Según refiere, lo arrestaron y la misma policía lo desafió a manifestarse en su país, en lugar de hacerlo en Uruguay.
A pesar de las pruebas que presentó, las autoridades uruguayas no hicieron nada al respecto, lamenta Cristian. En la inauguración de un hospital a la que asistió el presidente Luis Lacalle Pou, el joven fue a apoyar al mandatario y lo agredieron los detractores del político.
Llegó a sentirse acosado en la calle. También en el trabajo que desempeñaba como empleado de seguridad. Empezó a temer por su vida. De acuerdo con Cristian, su manera de pensar condujo incluso a que lo despidieran. Otra vez, tenía que marcharse.
“Uruguay, te voy a extrañar. Cinco años estuviste conmigo”, expresó a manera de despedida.
Diez horas sobre un camión
Cristian tomó un vuelo hasta Nicaragua. Había hecho sus cuentas, incluyendo los gastos con coyotes. Se decidió por la opción que consideraba mejor y más económica. El resto de la travesía la emprendería por tierra. Primero cubriría el tramo hasta Tapachula y luego hasta el DF. En el camino, lo llevaron hasta un reducido espacio con decenas de personas, incluyendo niños, en el que ni siquiera contaban con baño.
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Después, al grupo lo transportarían en un camión que tenía apenas unas ranuras para respirar por el techo. Cristian le describe a el Nuevo Herald un angustioso viaje de 10 horas, con todos los pasajeros abatidos por el calor. Al cabo de un tiempo, algunas personas llegaron a vomitar y él vio cuando una mujer casi se desmaya. Adentro se pasaban una botella con alcohol para que el olor los hiciera sentir mejor.
En sus redes sociales, Cristian ha documentado también su recorrido. Cruzando los ríos o con el cuerpo cubierto de lodo. Pueden verse igualmente las condiciones de hacinamiento donde ha descansado. En Facebook, el joven cubano ha sumado más de 11 mil seguidores.
“Acá con mosquitos, sin ventilador, con tierra en los pies, sin bañarme, lograremos nuestro sueño, ya la espalda no me da más por dormir en el piso, en la tabla o apretado en un camioncito”, detalla entre sus publicaciones.
Su sueño es el de tantos migrantes cubanos: Verse a sí mismos, por primera vez, en libertad.
¿Salto de fe?
Cristian cumple su trayecto en medio de un escenario de incertidumbre en la frontera, con el creciente temor de las personas a ser deportadas. Recientemente, la Administración Biden anunció que establecería nuevos requisitos para los solicitantes de asilo al igual que mecanismos para acelerar la expulsión en los puntos de control fronterizo, bajo criterios como el historial criminal de los inmigrantes y la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, Cristian debe confiar en su suerte. “No me guio por las noticias, al final siguen pasando por las fronteras”, afirma a este diario. De igual forma, piensa que, mientras Biden esté en la Casa Blanca, sus chances de entrar son mayores.
En menos de un lustro, más de 300 mil cubanos han entrado por la frontera de forma irregular a Estados Unidos. Las cifras superan ampliamente a otras migraciones masivas, como la del Mariel en la década de los 80 y la crisis de los balseros en los 90.
Cifras del servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) hasta el cierre de abril, demuestran que el número de cubanos en la frontera de Florida se ha incrementado en los últimos meses. Otro número significativo ha podido llegar de manera segura a través del programa de parole humanitario, que comenzó en enero de 2023.
“A todos los cubanos que estamos emigrando en estos momentos, el que nos sirve es Biden”, sostiene Cristian.
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