Fue un genio del ajedrez y una gloria de Cuba. Una mirada a la ilustre carrera de Capablanca a 82 años de su muerte

Se le conoció como la “La máquina de jugar ajedrez” y ha sido el único campeón mundial de Cuba y de Latinoamérica en la historia.

Ubicado por derecho propio entre las grandes figuras del deporte cubano y latinoamericano. Para muchos expertos del juego ciencia, uno de los cinco mejores ajedrecistas de todos los tiempos.

José Raúl Capablanca Graupera nació el 19 de noviembre de 1888, en el Castillo del Príncipe, instalación militar de la Habana colonial. Su padre fue José María Capablanca Fernández y su madre María Graupera Marí.

En su carrera acumuló un total de 302 victorias, 246 tablas y 35 derrotas. Su trayectoria fue reconocida por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).

Capablanca, junto a Ramón Fonst en esgrima, Kid Chocolate en boxeo, Adolfo Luque, José Méndez, Cristóbal Torriente y Martín Dihigo en béisbol, fueron las principales figuras del deporte cubano en las tres primeras décadas del pasado siglo.

Aprendió a mover las piezas mirando jugar a su padre, al que venció en 1892 cuando solo tenía cuatro años de edad. La proeza se difundió y entonces se le comenzó a llamar ‘’el niño prodigio’’, que con exactitud fue el segundo luego del estadounidense Paul Charles Morphy, otro ajedrecista que murió cuatro años antes de nacer Capablanca.

Su padre lo llevó al Club de Ajedrez de La Habana donde se midió y venció a jugadores adultos, entre ellos figuras reconocidas. Capablanca se convirtió en campeón de Cuba a los trece años de edad (1901) cuando derrotó al entonces titular el Maestro Juan Corzo.

Esta hazaña solo se repitió cuando el norteamericano Bobby Fischer alcanzó el campeonato de su país a los catorce.

Al siguiente año (1902) se efectuó de manera oficial el primer Torneo Nacional Cubano de Ajedrez, terminando el entonces jovencito en cuarto lugar.

Desde ese momento participó en torneos importantes en Europa y Estados Unidos.

Capablanca se graduó de bachiller en el Instituto de Matanzas y por sus buenos resultados académicos, el señor Ramón San Pelayo financió sus estudios universitarios en Estados Unidos.

Esta leyenda cubana fue un maestro perfecto del pitcheo y el primer lanzador latino en ser estrella en Grandes Ligas

Viajó a Nueva York para estudiar inglés y lo hizo en la Escuela Woodycliff de New Jersey, ingresando en 1906 para la carrera de Ingeniería Química en la Universidad de Columbia.

Su pasión por el ajedrez lo llevó a cursar solo dos años de estudio dedicándose a jugar en diferentes ciudades de Estados Unidos y visitando con frecuencia el Manhattan Chess Club, en Nueva York.

En 1905 (17 años) se mide por primera vez al entonces campeón mundial Emanuel Lasker y lo derrota.

Luego supera al Gran Maestro norteamericano Frank J.Marshall y en 1911 en el Torneo Nacional de Estados Unidos termina tercero igualado con Oscar Chajes y fue superado por Marshall.

Asiste al fuerte torneo de San Sebastián donde logra el primer lugar venciendo a figuras importantes de la época.

En 1912 publica una revista de este deporte en La Habana y actúa en simultáneas. Luego parte a una exitosa gira internacional donde visitó las ciudades de Buenos Aires, Montevideo y San Petersburgo.

A pesar de haber sido una estrella en Grandes Ligas, esta leyenda del pitcheo cubano es el gran olvidado en Cooperstown

En 1915, en Nueva York, comparte el primer lugar con Lasker, a quien volvió a superar. A partir de 1919 se le comenzó a llamar la “Máquina de Jugar Ajedrez’’ cuando en el Torneo Hastings acumuló 10 triunfos y un empate, sin derrotas.

En 1921 contrae matrimonio en La Habana con Gloria Simoni Betancourt, con quien tuvo una hija Gloria de Los Ángeles Capablanca y un hijo José Raúl Capablanca Simoni.

Luego se divorcia para casarse con una princesa rusa, Olga Eugenyevna Chubarova.

Publica la obra “Fundamentos del Ajedrez’’ donde incluye seis de los diez reveses que había sufrido hasta ese momento y expresa: “Se aprende más en las derrotas que en las victorias’’.

El campeonato mundial entre Capablanca y Emanuel Lasker se celebró entre el 15 de marzo y el 27 de abril de 1921 en La Habana, Cuba.

Lasker había nacido en Prussia (hoy Barlinek, Polonia), luego se naturalizó alemán y por último estadounidense. El matemático y filósofo fue el segundo campeón mundial después de haber superado a Wilhelm Steintz.

A tres años de su muerte, un repaso a la carrera de la leyenda de la pelota cubana “Cheíto’’ Rodríguez, el Señor Jonrón

Su reinado tuvo una duración de 27 años (1894-1921).

La bolsa del torneo sumó $20,000, de ella $11,000 era para el campeón (Lasker) y $9,000 para el retador, con un dinero extra de $5,000 ($3,000 para el ganador y $2,000 para el derrotado).

El tiempo límite en cada partida era de 15 movimientos por hora y el árbitro fue Alberto Ponce.

El campeonato tuvo una duración de 14 partidos y Capablanca terminó invicto con cuatro victorias y diez tablas para sumar nueve puntos, con cinco unidades para Lasker.

Con su brillante triunfo, Capablanca se reafirmó como el mejor jugador del mundo. Tal era su nivel de juego que entre 1918 y 1922 ganó casi todos sus partidos. Por ello, se le puso el apodo: “La Máquina Invencible’’.

SU DERROTA EN 1927

Muchos le llamaron a esta batalla entre Capablanca y Alexander Alekhine: “El Mozart contra el Beethoven del Ajedrez’’.

Capablanca y Alekhine tenían dos personalidades diferentes. El cubano con un talento natural único era el dueño de la fama, la gloria y las mujeres.

Por sus modales finos era la figura favorita de la época en un momento donde se le consideraba casi imbatible en torneos largos.

Fue un artista en el montículo y es uno de los mejores pitchers cubanos de todos los tiempos. Ahora cumple 90 años

Pocos se atrevieron a pronosticar su derrota, pues antes de comenzar el Mundial nunca había perdido con su rival en sus 12 partidos previos, con un balance de cinco victorias y siete empates.

Por la seguridad que tenía en su juego, entrenaba y se esforzaba menos. Y para algunos expertos, esta fue una de las razones que le costó la derrota.

El retador ruso naturalizado francés era un estudioso del juego que se preparaba con esmero. Muchos aseguran que llevaba en sus manos un pequeño tablero de bolsillo para practicar jugadas fuera de la competencia y tenía un gato que se llamaba ‘’ajedrez’’.

Procedía de una familia adinerada.

Bajo la sombra del campeón, sentía que se jugaba la vida en la batalla contra el cubano. Se puede decir que Alekhine era un genio con voluntad, mientras que Capablanca tenía un genio mayor, pero sin el mismo esfuerzo. Ambos protagonizaron una de las más grandes rivalidades en la historia del ajedrez.

Este campeonato mundial se celebró en Buenos Aires, Argentina, entre el 16 de septiembre y el 29 de noviembre de 1927. La batalla fue intensa y terminó en 34 partidas, con seis victorias para Alekhine y tres para Capablanca, con 25 tablas.

El cubano intentó de manera infructuosa buscar la revancha ante Alekhine, pero el nuevo campeón siempre lo evitó.

Tuvieron varias partidas fuera de campeonato y en todas Capablanca se llevó el triunfo.

Murió a los 53 años, el 8 de marzo de 1942 a las cinco y media de la mañana en la ciudad de Nueva York.