La generación Z vive acontecimientos amenazantes para la humanidad: ¿está destinada a cambiar el futuro?

Los nacidos entre 1998 y 2016 son los primeros en compartir conciencia ecológica e igualitaria de forma global. Y la pandemia les ha hecho también la primera generación en la historia en vivir globalmente un acontecimiento amenazante que ha suspendido la forma en que vivimos y la vida misma, sin mayores distingos. Los efectos están por verse. Su visión del mundo no tendrá precedentes

Millennial wearing a face mask safe from Coronavirus, Covid-19. Focus on the blonde woman hands
Estamos ante una generación que tiene las herramientas para ejecutar los cambios y que acaba de vivir (y aún está viviendo) un fenómeno pandémico que aumentó su conciencia sobre las desigualdades de la sociedad, las fragilidades de la vida y los efectos perniciosos que tiene la intolerancia

Trabajo para sociólogos. La concepción del mundo y de la vida que deja la pandemia en la generación Z podría tener repercusiones en el tiempo que vendrá. Y sus respectivas consecuencias para el futuro. Es la primera vez en la historia de la humanidad que una generación completa vive en su totalidad y de primera mano la finitud de la vida, la posibilidad de que todo lo existente desaparezca, que todo como la conocemos se esfume en un santiamén.

Ya era una generación que tenía un concepto realista y catastrófico del orden del planeta, considerando el caos climático, las consecuencias que ya se viven por las indiscriminadas emisiones de carbono; las absurdas creencias intolerantes que aún irrespetan religión, sexo, origen étnico, cultural o económico; y las desigualdades sociales.

Pero el covid vino a confirmárselos como a una globalidad. Las amenazas ya sabidas se materializaron en sus vidas en forma de pandemia: un virus que no respetó niveles socioculturales ni grado de riqueza, procedencia cultural ni nivel de educación les ha dado la razón respecto a la fragilidad de la vida que tenemos y de lo absurdos o inoportunos que ciertos valores y hábitos son, visto lo endeble que es la existencia misma.

Un nuevo mundo

Simula, en modo figurado, un proceso parecido al que viven las sociedades atravesadas por la guerra que, cuando es superada, deja a las comunidades con un número de traumas, sí, pero también con una consciencia que otras sociedades que no se han visto sometidas a la intemperancia bélica, desconocen.

Bueno, eso, la generación Z es una generación global que sale de una "guerra", en términos metafóricos (y no tanto). Una pandemia que se llevó a seres queridos, trabajos familiares, suspendió la vida tal como la conocíamos. Suspendió la amistad, la escuela, la universidad, la vida social y familiar. Es la generación llamada a liderar el futuro y ¿un nuevo mundo? Ya ellos traían un equipaje distinto, éste parece haber sido un nuevo impulso en la misma dirección.

Será, sin duda, una generación distinta.

En la opinión de Fernando Vela García, estudiante de la Escuela de Negocios de Monterrey y articulista de opinión, como parte de esa generación, él mismo vislumbra el rol de su grupo etareo en un texto de la página web de su universidad: "nosotros hemos adoptado tendencias de respuesta a problemáticas actuales como el cambio climático, la violencia contra las mujeres y el desempleo, pero hoy en día actuaremos en reparo a la pandemia. Para ello necesitamos formar parte de una comunidad solidaria, con nuestro apoyo sumamos esfuerzos en la disminución de la propagación del COVID-19, al disponer de nuestras habilidades en el uso de la tecnología, el manejo del lenguaje visual, el autoaprendizaje, en nuestra capacidad de adaptación al cambio y a la multitarea, y en el control simultáneo de distintos dispositivos. Por consiguiente, nuestra solidaridad es imprescindible para contribuir en el resurgimiento y advenimiento del sistema económico a la pandemia".

Cambios

Es una afirmación que expresa en sí misma la presencia de un cambio. Un individuo que apenas roza los 20 años y se imagina insertado en una problemática mundial, local y circunstancial, apelando a las herramientas de las que dispone su generación y, al mismo tiempo, al valor político/cultural de la solidaridad, no sólo como valor humano, sino como herramienta de superación de obstáculos.

Aunque son jóvenes, tienen una conciencia ciudadana que antes era una excepción y ahora resulta ser más general. Y más allá de la superación de los problemas que afrontan, parecen estar dispuestos a producir cambios.

Olivia Charowska, de 16 años, consultada en The Guardian, Inglaterra, expresa un indicio de lo que podrían ser las consecuencias de la pandemia en esta generación: "Tomé un curso de política debido a las desigualdades que hemos experimentado durante la pandemia. Es increíble compartir este curso con otros miembros de mi generación. Somos jóvenes, estamos entusiasmados y tenemos ideas sobre cómo cambiar el mundo, las rebotamos y pensamos cómo podríamos hacer las cosas de manera diferente. Somos optimistas y estamos inspirados".

Por momentos pareciera que a esta generación, además de sufrimiento, la pandemia ha traído también empuje.

El futuro

En el portal Planeta Generación Z, que estudia el mundo, los valores y el perfil de los nacidos entre 1998 y 2016, un reporte sobre el impacto de la pandemia en este grupo etario lo confirma: "ha sido un evento sísmico que esta generación ha absorbido desde sus vísceras. Pero más que haberla cambiado, ha confirmado muchas de sus creencias por lo que, más bien, ha acelerado y enfatizado sus puntos de vista. Es algo que no le había ocurrido nunca antes a ninguna generación".

El reporte añade una observación muy interesante que, además, significa una descontinuación de hábitos de generaciones anteriores, y que podría tener impacto no sólo en lo ecológico, sino en estilos de vida. "Es una generación menos interesada en los lujos y el consumo", explica el reporte, "a la cual le motiva más formar parte de una fuerza de trabajo, de una comunidad".

Estamos en presencia de un fenómeno que ha potenciado las ya particulares características de una generación que se figura un mundo distinto al que tenemos, que tiene las herramientas para ejecutar esos cambios y que acaba de vivir (y aún está viviendo) un fenómeno que aumentó su conciencia sobre las desigualdades de la sociedad, las fragilidades de la vida y los efectos perniciosos que tiene la intolerancia.

Difícilmente sea una lectura que haya sido masiva en esa generación, pero nunca pareció más apropiada esa idea del libro Un hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl , el neurólogo y psiquiatra que se convirtió por tiempo prolongado en el soporte de sus compañeros de campo de concentración, en tiempos de nazis, y que afirma que "el hombre es hijo de su pasado, mas no su esclavo. En cambio, es padre de su porvenir".

Ya el tiempo nos dirá.

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