Del futuro del Mercosur a los derechos humanos: los focos de tensión que enfrentaron a los presidentes

El presidente de Chile, Gabriel Boric, y el presidente de la Argentina, Alberto Fernández
El presidente de Chile, Gabriel Boric, y el presidente de la Argentina, Alberto Fernández - Créditos: @Gustavo Garello

Luego de una extensa jornada que en el gobierno de Alberto Fernández no dudaron en calificar de “histórica”, las delegaciones de los 33 países miembros de la Celac, más ilustres invitados como Estados Unidos, China y la UE, se reunieron en el muy custodiado hotel Sheraton de Retiro.

Al margen de la sensación de objetivo cumplido que se respiraba en la organización del evento, ya que con la vuelta de Brasil y su presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la Celac tuvo asistencia perfecta de representantes de la totalidad de sus miembros (si bien fueron sólo 15 presidentes), distintos focos de tensión generaron debates y disidencias entre los miembros de la comunidad de naciones fundada por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez hace más de una década, y que la Argentina presidió durante 2022.

Maduro y el eje bolivariano, en jaque

Rodeado de polémica y discusiones en torno a su llegada, con manifestaciones y una presentación judicial incluidas, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, decidió a último momento no viajar a Buenos Aires, siguiendo el camino iniciado por el nicaragüense Daniel Ortega, cuestionado por distintos gobiernos (incluido, por ejemplo, el del presidente chileno, Gabriel Boric) por su política de derechos humanos y el encarcelamiento de opositores. Ambos designaron a sus cancilleres (Iván Gyl, por Venezuela, y Denis Moncada, por Nicaragua), y estuvieron acompañados por otros representantes del eje bolivariano, como el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, yd su par de Honduras, Xiomara Castro. Algunos de los temores de Maduro se convirtieron en realidad, aunque no se trató de una “emboscada” (como denunció en el video el propio Maduro), sino de críticas directas, por parte del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien habló de la Celac como de un “club ideológico”, y “astillas del mismo palo”, como el chileno Boric, quien durante el debate de los presidentes pidió lisa y llanamente “elecciones libres” en Venezuela.

El enojo de Ecuador

En medio de un conflicto desatado por las acusaciones de tráfico de influencias en favor de un familiar, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decidió a última hora cancelar su viaje a Buenos Aires. El frustrado pedido de asilo, solicitado por el Gobierno en favor de la exministra de Rafael Correa María de los Angeles Duarte dejó secuelas en el vínculo bilateral, más allá de la presencia en Buenos Aires del canciller ecuatoriano Juan Carlos Holguín, habitual promotor de la “discusión democrática” en la Celac, una postura en franca minoría que también se puso de manifiesto en esta cumbre.

Uruguay y el Mercosur

El retorno de Lula al poder de Brasil ilusionaba al Gobierno con generar un polo que se oponga y frene las intenciones del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, quien un día antes de reunirse con Luiz Inácio Lula da Silva en Montevideo insistió en el hotel Sheraton en la necesidad y el derecho de suscribir acuerdos bilaterales (China, Oceanía) por fuera del corsé del Mercosur. Algo incómodo a priori en un foro con mayoría de gobiernos de la Patria Grande, Lacalle Pou hizo oír su voz disonante en materia de acuerdos comerciales, y sin dudar lo extendió a la política de derechos humanos en el eje bolivariano. Sin nombrarlos, habló de la Celac como un “club ideológico”, aunque pareció dejar una puerta entreabierta al afirmar, durante la conferencia, que “cuando sea grande voy a ser analista político” para opinar sobre el régimen de Maduro.

Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández
Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández - Créditos: @Matilde Campodonico

Perú y las quejas de Castillo

La intentona golpista del por entonces presidente de Perú, Pedro Castillo, contra el Congreso de su país le costó el puesto y su detención, pero el hecho despertó miradas contrapuestas entre los miembros de la Celac. Mientras el ala bolivariana (Cuba, Honduras) y el chileno Gabriel Boric apoyaron a Castillo, pidieron su liberación y denunciaron un golpe en su contra, Argentina y Brasil se mantuvieron en una posición intermedia pidiendo “una solución pacífica”. Cabe recordar que Fernández y la Cancillería reconocieron velozmente a Dina Boluarte cómo presidenta interina, y por eso estuvo en la cumbre su canciller, Ana Gervasi Díaz.

La sucesión

En medio de la llegada de los vuelos -los últimos fueron los vecinos Lacalle Pou y Mario Abdo Benítez, de Paraguay- comenzaron las charlas por la sucesión al frente de la Celac, que la Argentina presidió durante este año, y que terminaron con el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, ocupando ese lugar para 2023. La decisión consensuada, afirmaron desde el Gobierno y la Cancillería, era desde un inicio la de apoyar la postulación de Gonsalves, para cumplir con el acuerdo pactado con Nicaragua y en representación del Caribe, a quien -repitieron en Cancillería- ”le correspondía” la presidencia en 2023. Hasta última hora, subsistió la posibilidad de alguna oposición a esa postulación, que abriera una discusión que se zanjaría con la conformación de un triunvirato, o eventualmente la continuidad de la Argentina al frente de la Celac. Finalmente eso no ocurrió, y aunque el peso específico del nuevo presidente esté en duda, los acuerdos políticos para mantener la calma se cumplieron.

Sin avances concretos

Luego de una extenuante jornada de debate, las posturas contrapuestas entre los distintos países quedaron expuestas en temas álgidos, por ahora sin consenso aparente. Más allá de las declaraciones de cortesía que hablan de “unidad en la diversidad”, ninguna de las partes parece haber modificado posturas, más allá de la exhortación de Lacalle Pou a salir de las “ideologías” y transformar en “hechos concretos” las “buenas intenciones” de generar desarrollo y bienestar. Entre ellas la intención de Lula, ansioso por asegurar “tres comidas al día” para millones de brasileños por debajo de la línea de la pobreza.