El "Fuhrer Andino" que pudo inspirar (o no) a los neonazis de Estados Unidos

El preocupante auge de un movimiento ideológico arraigado en la idea del supremacismo blanco y la simbología de la Alemania nazi

La puesta en práctica de la ideología neonazi ha tenido consecuencias fatales entre las minorías raciales, sexuales y religiosas de los Estados Unidos (Foto: Reuters)
La puesta en práctica de la ideología neonazi ha tenido consecuencias fatales entre las minorías raciales, sexuales y religiosas de los Estados Unidos (Foto: Reuters)

Había una vez un tal Martín Quispe Mayta que se hizo famoso en el mundo al autoproclamarse líder del grupo neonazi Movimiento Nacional-Socialista Andino del Perú.

Hombre de sangre quechua y rostro de piedra, Quispe Mayta apareció junto a sus huestes en los diarios vestido con el uniforme de las milicias “camisas pardas”, haciendo el saludo nazi, con un símbolo parecido a la esvástica nazi en el antebrazo y un odio bastante vocal hacia los judíos.

Aquella imagen del también llamado “Führer Andino” podía suponer la personificación de la célebre frase de Karl Marx: “La historia se repite primero como tragedia y luego, como farsa”.

Desde muy joven, Quispe Mayta quedó marcado por las lecturas de esa oda al antisemitismo que es El judío internacional, de Henry Ford, y de Mi lucha, nada menos que se admirado Adolfo Hitler, el mismo que no lo habría pensado cinco minutos para mandado a un campo de concentración.

Quispe Mayta abogaba a viva voz por su expulsión de los judíos del Perú, pues los consideraba como los responsables de todos los problemas de los peruanos, incluyendo los suyos propios, en una línea que pasaba por Winston Churchill, Theodore Roosevelt, Fidel Castro, el Che Guevara, Abimael Guzmán –líder del grupo terrorista Sendero Luminoso– hasta remontarse al brutal –y analfabeto– criador de cerdos y conquistador del Perú, Francisco Pizarro.

“El judío Pizarro y su banda de judíos genocidas mataron a millones de peruanos nativos en su misión de poseer nuestro oro", dijo el neonazi de marras al diario británico The Guardian en 2012.

(Cabe señalar que, según el Congreso Judío Mundial, en el Perú, un país con una población por encima de los 34 millones de habitantes, apenas viven unos 1.900 judíos).

Una ideología tóxica

Una década después de su salto a la fama, poco se sabe del paradero del Führer Andino. Indagué y ninguna novedad hallé en la prensa peruana o en los foros de internet. El ChatGPT tampoco supo actualizarme de sus andanzas recientes. Ignoro si logró registrar o su Movimiento Nacional-Socialista Andino del Perú como partido político. ¿Acaso se lo tragó la Tierra?

Aun así, es posible inferir, al menos especular, que Quispe Mayta sirvió de inspiración para los distintos grupos de neonazis que han proliferado en Estados Unidos en los últimos años. ¿Por qué no?

El neonazismo es definido como una especie de movimiento ideológico arraigado en la idea del supremacismo blanco y en el que confluyen las taras de la xenofobia, el racismo, el antisemitismo, el anti LGBTQ+ y el nacionalismo, y esto aunado a la simbología y la terminología de la Alemania nazi y de los movimientos fascistas de la era del Holocausto.

Añádase a esto la disponibilidad de las redes sociales e internet para difundir su ideología tóxica y reclutar seguidores, y el cóctel está servido.

No pocos, por cierto, se asumen como devotos de Adolfo Hitler, aunque se cuiden de llevar el característico bigote “cepillo de dientes” del Führer de verdad.

La
La "Marcha de las camisas rojas" congregó a varios grupos de neonazis a las puertas de Disney World (Foto: Getty Images)

La marcha de las camisas rojas

A principios de septiembre varios grupos de neonazis –sus desnudeces recubiertas por ropajes rojos e insignias– marcharon por las calles de Orlando, Florida, y se congregaron a la entrada del reino mágico de Disney World en la denominada “Marcha de las camisas rojas”.

Llegaron, pues, haciendo ruido, ondeando sus banderas con la esvástica, haciendo el saludo nazi, vociferando cosas “¡Heil, Hitler!”, “¡Poder blanco” y difundiendo mensajes racistas, antisemitas o anti-LGBTQ.

Disney World, por cierto, ha sido escenario de un enfrentamiento entre el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y el gigante del entretenimiento tras la promulgación de una ley estatal conocida como “Don't Say Gay” que prohíbe a las escuelas enseñar a los niños pequeños sobre la orientación sexual o la identidad de género.

En fin, según la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés), una organización contra la difamación de los judíos, en la marcha participaron grupos neonazis como la Orden del Sol Negro, la Liga de Defensa de los Goyim, la Red de Libertad Aria o la Tribu de Sangre, entre otras.

Y piensa uno al verlos: si estos tipos, por los general hombres blancos de mediana edad, fornidos y/o gordinflones, y siempre enojados, se limitaran a reñir con Micky Mouse, el Pato Donald o Buzz Lightyear, hasta podrían resultar tan pintorescos como el quechua neonazi, Martín Quispe Mayta.

Lamentablemente no es el caso, pues, una vez puestas en práctica, las creencias de estos individuos les han costado la vida a muchos estadounidenses...

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Te odio a ti, te odio a ti y te odio a ti

Una semana antes de celebrarse “La marcha de las camisas rojas”, en la ciudad de Jacksonville, también en Florida, un hombre armado con un fusil de asalto AR-15 y una pistola Glock, entró en una tienda concurrida por personas negras y comenzó a disparar. Mató a tres personas y luego se quitó la vida.

Las autoriades determinaron posteriormente que se trató de un crimen de odio.

Su perpetrador, Ryan Christopher Palmeter, un sujeto de 21 años que había escrito varios manifiestos en los cuales detallaba su odio hacia los afroamericanos. Al momento de la matanza llevaba un uniforme de estilo táctico y en la empuñadura de su Glock había imágenes alusivas a la simbología nazi.

Lo más preocupante del asunto es que, según expertos, no se trató de un hecho aislado, la obra de un lobo solitario o un chiflado, sino que forma parte de un patrón más amplio de terrorismo supremacista blanco.

En la última década, este patrón ha fomentado un clima de violencia contra las comunidades negras, asiáticas, latinas, musulmanas, LGBTQ+ y judías de la nación.

Veamos algunos casos:

  • En mayo de 2023, Mauricio García, un latino de 33 años con esvásticas tatuadas en su cuerpo y un historial de misoginia y odio racial, abrió fuego con su AR-15 en una estacionamiento de un centro comercial de Allen, un suburbio de la ciudad de Dallas, en Texas, matando a ocho personas e hiriendo a siete. En sus víctimas se contaron una familia coreana-estadounidense, dos hermanas latinas, una ingeniera de la India, un migrante de Venezuela.

  • Meses antes, en noviembre de 2022, Anderson Lee Aldrich, 22 años, irrumpió en un bar LGBTQ+ armado con un fusil AR-15, un chaleco antibalas de estilo militar y varios cargadores de munición. Mató a cinco personas e hirió a otras 25.

  • En mayo de 2022, el supremacista blanco Payton Gendron, de 18 años, mató con un fusil AR-15 a diez afroamericanos en un supermercado en la ciudad de Búfalo, en Nueva York.

Hace cuatro años, un supremacista blanco, autor de un manifiesto de odio contra los mexicanos, mató a 23 personas en El Paso, Texas en lo que se considera el ataque más mortífero contra latinos en la historia moderna de Estados Unidos (Foto: Reuters).
Hace cuatro años, un supremacista blanco, autor de un manifiesto de odio contra los mexicanos, mató a 23 personas en El Paso, Texas en lo que se considera el ataque más mortífero contra latinos en la historia moderna de Estados Unidos (Foto: Reuters).
  • En un agosto de 2019, Patrick Crusius, de 21 años, autor de un manifiesto de odio contra los mexicanos y, en general, los hispanos, abrió fuego con su fusil AK-47 en un Walmart ubicado en la ciudad de El Paso, Texas: 23 personas resultaron muertas y otras tantas, heridas, en lo que se considera el ataque más mortífero contra latinos en la historia moderna de Estados Unidos.

  • En octubre de 2018, Robert Bowers, un sujeto de 46 años que no escondía su odio hacia los inmigrantes (“invasores”) y los judíos (“enemigos de los blancos”), entró en una sinagoga en Pittsburgh, Pennsylvania, con un fusil AR-15. Mató a 11 personas e hirió a otras seis, en lo que se considera el ataque más mortífero contra la comunidad judía en la historia de Estados Unidos.

Amenaza terrorista

Latinos, negros, judíos, LGBTQ+, asiáticos, indios, inmigrantes, musulmanes… la lista del odio de los neonazis y demás hierbas supremacistas blancas podría extenderse casi ad infinitum.

Tanto es así que, recientemente, el presidente Joe Biden calificó al supremacismo blanco como “la amenaza terrorista más peligrosa” que enfrenta la nación.

A su vez, el director del FBI, Chris Wray, dijo ante el Congreso que los “extremistas violentos por motivos raciales o étnicos” constituyen una de las mayores amenazas a la seguridad nacional y que el número de investigaciones sobre terrorismo interno –y esto incluye a los neonazis– ascendieron a 2.700 a finales de 2022, más del doble en comparación con 2020.

De modo que, de aquel Martín Quispe Mayta a las redes terroristas neonazis estadounidenses de la actualidad hay un trecho largo y espinoso de esvásticas, fusiles AR-15 y fanatismo que no debe ser pasado por alto, y menos en un ambiente de polarización política como el que si vive en el país.

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