Fue deportado a un país en el que nunca vivió y murió allí al no poder tratar su diabetes

El único país al que Jimmy Aldaoud podía llamar hogar era Estados Unidos, su lengua era el inglés y sus referencias y tribulaciones eran estadounidenses. Aunque era de ascendencia iraquí, Aldaoud en realidad nació en un campo de refugiados en Grecia en 1979 y llegó a Estados Unidos cuando era un bebé de seis meses.

Su hogar fue la ciudad de Detroit pero, a los 41 años de edad, fue deportado a Irak donde, al padecer diabetes y carecer de insulina, murió pocas semanas después de haber sido dejado a su suerte en un aeropuerto iraquí por las autoridades estadounidenses.

“Les imploré [a los agentes de inmigración]. Les dije que nunca había visto este país, nunca había estado aquí. Pero ellos me forzaron”, contó Aldaoud en un video de Facebook que el publicó desde Irak pocos días antes de fallecer el martes pasado.

Jimmy Aldaoud, en un video tomado en Irak y publicado en Facebook. Aldoud fue deprotado a Irak pese a que nunca había estado en ese país y había vivido en EEUU desde que era un bebé. Al no poder tratar la diabetes que padecía, Aldaoud falleció semanas después de su deportación. (Facebook)
Jimmy Aldaoud, en un video tomado en Irak y publicado en Facebook. Aldoud fue deprotado a Irak pese a que nunca había estado en ese país y había vivido en EEUU desde que era un bebé. Al no poder tratar la diabetes que padecía, Aldaoud falleció semanas después de su deportación. (Facebook)

De acuerdo al relato de Politico, Aldaoud era técnicamente ciudadano iraquí, pero nunca vivió en Irak, no hablaba árabe, ni tenía vínculos con ese país.

Prácticamente toda su vida la hizo en Detroit, era integrante de la Iglesia católica caldea, una comunidad con numerosa presencia en Estados Unidos que sufrió en Irak intensa persecución y fue especialmente golpeada por el Estado Islámico (ISIS), y aunque tuvo severos problemas con la ley estadounidense por haber cometido diversos delitos, en realidad era ajeno a Irak.

Como muchos individuos de la comunidad caldea, Aldaoud vivió en Estados Unidos con estatus migratorio irregular y, como él, muchos caldeos iraquíes han recibido órdenes de deportación.

Ciertamente, el historial delictivo de Aldaoud lo colocó rápidamente en la mira de las autoridades de la Policía de Inmigración (ICE), que durante la administración de Donald Trump han escalado la persecución y deportación de indocumentados. Aldaoud, por ejemplo, fue hallado culpable de agresión armada, violencia doméstica, robo y allanamiento de morada y entre 1998 y 2017, señala Politico, fue sentenciado en 20 ocasiones.

Por ello, al tratarse de un extranjero con antecedentes penales, se le impuso en dos ocasiones orden de deportación.

Además de su diabetes, Aldaoud sufría de esquizofrenia, vivió como indigente en Detroit y se afirma que sus problemas legales en buena medida tenían que ver con su enfermedad mental.

Pero no fue sino hasta junio de 2017, cuando el gobierno iraquí aceptó recibir deportados como parte del acuerdo que llegó con el gobierno estadounidense para que Irak fue retirado de la lista de países a cuyos ciudadanos se les negó la entrada a Estados Unidos (el llamado “veto musulmán”), que la suerte de Aldaoud dio un giro.

Él, como otros caldeos e iraquíes, se volvieron sujetos de deportación incluso si, como fue el caso de Aldaoud, en realidad su nexo con Irak fuese meramente nominal. Con la posibilidad de deportación abierta, oficiales de ICE actuaron y arrestaron, de acuerdo a The Washingon Post a más de un centenar de iraquíes con antecedentes penales en junio de 2017. Aldaoud fue uno de ellos.

La Unión Americana de Derechos Civiles (ACLU) presentó una demanda en defensa de ese colectivo de iraquíes arrestados, alegando que su deportación a Irak los colocaría en riesgo de “persecución, tortura y muerte” y logró que un juez frenará las deportaciones.

Aldaoud fue liberado en diciembre de 2018, pero se quitó irregularmente el brazalete GPS que rastreaba sus movimientos (portarlo era, es de suponer, una condición para su liberación) y en abril de 2019 fue nuevamente arrestado, acusado de robo.

Y justo en abril pasado, indicó el Post, un tribunal de apelaciones desestimó la demanda de la ACLU y abrió la puerta a la deportación de esos iraquíes.

Aldaoud fue así deportado en junio pasado a Irak, un país que le era por completo extraño. Su expulsión fue tan súbita que las hermanas que él tiene en Estados Unidos no se enteraron de ello sino hasta que Aldaoud les llamó desde Irak, narró The New York Times.

Y aunque, de acuerdo a Politico, abogados indicaron que ICE entregó a Aldaoud medicamentos para continuar su cuidado en Irak, la condición de Aldaoud se deterioró.

En el citado video que publicó en Facebook desde Irak, Aldaoud dijo que no tenía casa, dormía en la calle, y había sufrido vómitos por falta de insulina. Esa carencia, según diversas fuentes, acabó provocándole la muerte el martes pasado.

“No entiendo el idioma…. Estoy durmiendo en la calle. Soy diabético y requiero inyecciones de insulina. He estado vomitando, durmiendo en la calle, tratando de encontrar algo de comer. No tengo nada aquí”, dijo Aldaoud en el citado video de Facebook.

“El lloraba literalmente todos los días”, dijo al Times Rita Aldaoud, hermana del deportado, quien añadió que él habría preferido regresar a una cárcel en Estados Unidos en lugar de seguir en Irak.

Con ayuda de ACLU y organizaciones en Irak, se informó, la familia de Aldaoud logró conseguirle un lugar donde quedarse, pero la imposibilidad de lograr tratamiento para su diabetes, indicó el Post, le habría conducido a la muerte.

Sus defensores dicen que el hecho de que Aldaoud hubiese vivido indocumentado y tuviese antecedentes penales, con todo, no justificaba que él fuese sometido a la crueldad de ser arrojado a un país que en realidad le era totalmente ajeno y extraño, sufriendo además de esquizofrenia y diabetes.

“Esta es una falla total del sistema de inmigración… Esta persona debió haber sido protegida…”, dijo al Post el abogado de inmigración Edward Bajoka. Pero a juicio de ICE, la deportación de Aldaoud estaba justificada.

Legisladores tienen, con todo, una opinión distinta: dos representantes federales, por ejemplo, presentaron en mayo pasado una iniciativa de ley para frenar por dos años las deportaciones de iraquíes, pero ello no ha prosperado en el Congreso.

Ahora, el cuerpo de Aldaoud se encuentra, de acuerdo a The New York Times, en una morgue de Bagdad y aún no se sabe qué se hará con él. Por el momento deben concluirse los exámenes para certificar la causa de su muerte, pero eso llevará tiempo.

Pero al no tener familiares en Irak que puedan hacerse cargo de sus restos, parece que la desolación de Aldaoud no terminará con su muerte.