Al otro lado de la frontera con Israel, Hizbulá esconde explosivos y minas

Un pozo de túnel en una cresta en el sur de Líbano que fue mostrado por el ejército israelí a periodistas internacionales durante una visita escoltada, justo al otro lado de la frontera en el sur de Líbano el domingo 13 de octubre de 2024. (Isabel Kershner/The New York Times)
Un pozo de túnel en una cresta en el sur de Líbano que fue mostrado por el ejército israelí a periodistas internacionales durante una visita escoltada, justo al otro lado de la frontera en el sur de Líbano el domingo 13 de octubre de 2024. (Isabel Kershner/The New York Times)

SUR DEL LÍBANO — Al iniciar la tarde del domingo habíamos entrado en el sur del Líbano en un convoy de vehículos blindados a través de una brecha abierta por las fuerzas israelíes en el serpenteante muro fronterizo.

Un camino de terracería natural en un bosque de árboles espinosos y matorrales conducía a un pequeño claro. Aquí, en el sector occidental del sur del Líbano, a casi 300 metros al norte de la frontera con Israel, las fuerzas israelíes nos mostraron lo que describieron como un puesto militar secreto de Hizbulá, equipado con grandes cantidades de explosivos y minas.

El puesto avanzado era el segundo de los dos emplazamientos que el ejército israelí mostró a los periodistas internacionales durante una visita supervisada a la zona, dos semanas después de que Israel invadió el sur de Líbano en busca de Hizbulá. Los emplazamientos se encontraban en una zona montañosa, frondosa y escasamente poblada, próxima a la costa mediterránea, que ahora controla.

En el puesto avanzado, los israelíes expusieron las minas, así como un cofre metálico con la inscripción “Explosive” (explosivo), con letras y números en inglés y ruso, que contenía municiones. También se exhibían botas, cascos, un cargador de paneles solares y otros pertrechos. Según los militares presentes en el lugar de los hechos, en la fosa pequeña había espacio para unos diez combatientes: un equipo de explosivos, dijeron, cuya misión era abrir una brecha en el muro fronterizo de hormigón.

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El propósito declarado de la invasión de Israel al sur del Líbano era degradar las capacidades militares de Hizbulá, el grupo paramilitar respaldado por Irán, y empujar a sus combatientes más al norte. Israel no ha precisado hasta dónde se adentrarán sus fuerzas en Líbano ni cuánto tiempo permanecerán en el país.

Los mandos militares sobre el terreno se mostraron sorprendidos por el grado de atrincheramiento de Hizbulá en posiciones avanzadas a poca distancia al norte del muro fronterizo, lo que demuestra que la organización ha realizado meticulosos preparativos para llevar a cabo su plan de invadir el norte de Israel, amenazado desde hace tiempo.

Un soldado israelí muestra a periodistas internacionales material que, según el Ejército israelí, pertenece a Hizbulá, durante una visita supervisada a lugares fortificados al otro lado de la frontera, en el sur del Líbano, el domingo 13 de octubre de 2024. (Isabel Kershner/The New York Times)
Un soldado israelí muestra a periodistas internacionales material que, según el Ejército israelí, pertenece a Hizbulá, durante una visita supervisada a lugares fortificados al otro lado de la frontera, en el sur del Líbano, el domingo 13 de octubre de 2024. (Isabel Kershner/The New York Times)

Hasán Nasralá, el líder de Hizbulá asesinado el mes pasado por un ataque israelí en un refugio subterráneo cercano a Beirut, “hablaba abiertamente de conquistar Galilea”, comentó el general brigadier Yiftach Norkin, comandante de la 146.a División de fuerzas de reserva que estaba trabajando para desmantelar la infraestructura subterránea de la zona. Desde hacía más de una década, Nasralá había hecho declaraciones públicas en las que juraba apoderarse de partes de Galilea, en el norte de Israel.

No hay indicios de que Hizbulá tenga intención de llevar a cabo tal plan, ni de cuándo lo hará. La última vez que libró una guerra contra Israel fue en 2006. Pero Norkin afirmó que la cantidad y calidad del armamento que Hizbulá había llevado a esos puestos avanzados, a menos de 800 metros de la frontera, demostraba que “no era solo palabrería”.

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The New York Times no pudo verificar de manera independiente la información proporcionada el domingo por los funcionarios israelíes sobre el paradero y el alcance de los depósitos de armas descubiertos, ni el nivel de los preparativos de Hizbulá para invadir a Israel.

Los mandos militares afirmaron que, dada la fortaleza de Hizbulá, un ataque como ese podría haber sido mucho más devastador que el asalto dirigido por Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023.

Ese ataque provocó la contraofensiva israelí de un año de duración en la Franja de Gaza. Al día siguiente, Hizbulá comenzó a disparar contra posiciones israelíes en solidaridad con Hamás, lo que desató una escalada del fuego que desplazó a decenas de miles de civiles a ambos lados de la frontera de Israel con Líbano.

Tras el asesinato por Israel de Nasralá y otros altos mandos de Hizbulá y la posterior invasión del sur de Líbano, los meses de conflicto transfronterizo de baja intensidad se han transformado en una guerra más extensa.

Nos dirigimos al primer lugar por un camino de tierra que las excavadoras militares habían cortado a través de la maleza, conocida en Israel como las reservas naturales de Hizbulá.

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Una bandera israelí ondeaba en un pequeño montículo, junto con los emblemas de algunas de las brigadas israelíes sobre el terreno.

Los soldados supervisaron nuestra visita y, en virtud de las restricciones impuestas, tuvimos que ceñirnos al convoy, aceptar no revelar ubicaciones exactas y abstenernos de fotografiar los rostros de los soldados. También se nos ordenó identificar a los oficiales que nos informaron solo por su rango y nombre de pila, de acuerdo con las normas del Ejército, a menos que se especificara lo contrario.

En la primera parada, vimos dos túneles que conducían a una red de escondites y depósitos de armas a una profundidad de al menos un piso. A menos de 200 metros había una base utilizada por las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.

Norkin dijo que en esta corta sección del sistema de túneles se encontró un lanzamisiles antitanque, junto con aberturas que permitían a los combatientes disparar a Israel desde el subsuelo.

En la segunda ubicación, en el claro del bosque, Norkin dijo que al principio, los soldados no pudieron encontrar ningún rastro de Hizbulá. Pero entonces observaron señales marcadas en los árboles y siguieron el rastro. En un tronco cercano se veía un símbolo verde. Una pequeña esvástica había sido dibujada en un tocón junto a una carretilla volcada.

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El teniente coronel Tomer dijo que las fuerzas habían encontrado cientos de escondites similares de armas y pertrechos. Las municiones eran nuevas y estaban bien almacenadas, dijo, algunas con fechas de fabricación del año pasado. Las granadas propulsadas por cohetes estaban engrasadas y envueltas en plástico para protegerlas de las inclemencias del tiempo.

Los combatientes de Hizbulá venían vestidos de civiles, como granjeros, dijo, y añadió: “Una vez dentro del monte, eres prácticamente invisible”.

c.2024 The New York Times Company