FOTOS: Última gira de Roger Waters, marcada por su rechazo a Trump

PABLO PARDO – Meadowlands (New Jersey).

Roger Waters ha hecho una de las carreras más exitosas en la historia del rock a base de contar a la audiencia todo lo que no le gusta. No le gustan las guerras – en particular, la de Las Malvinas, la del Golfo de 1991, y la invasión de Irak –, ni los republicanos, ni los conservadores británicos (muy especialmente, Margaret Thatcher), ni las dictaduras latinoamericanas. Ni Enrique Peña Nieto. Ni Michel Temer. Tampoco le gustaba su primera esposa, y ni siquiera su propia madre. Igual que la televisión por cable. Y la dependencia de nuestra sociedad con el dinero.

Ni, por supuesto, Donald Trump.

Así es como Roger Waters, primero como líder de Pink Floyd en los años de más éxito de esa banda británica – de 1973 a 1985 –, y luego en solitario, se ha construido una carrera de éxito. Entre sus hitos está el segundo y el quinto discos más vendidos de la Historia, Dark Side of the Moon (solo superado por Thriller, de Michael Jackson), y The Wall , respectivamente, y la gira con mayor box office de ningún artista en solitario, que es la que llevó a cabo desde 2010 hasta 2013 interpretando, precisamente, The Wall, y que recaudó 458 millones de dólares.

Ahora, a los 73 años, Waters se ha embarcado en un nuevo proyecto. Por un lado, su primer disco de rock en 25 años, Is This the Life We Really Want? (la respuesta es sorprendentemente balanceada para un pesimista profesional como él), producido por Nigel Godrich, que ha ganado fama con Radiohead y también ha colaborado con Paul McCartney. Por otro, una nueva gira mundial, titulada Us and Them, que arrancó el viernes 26 en Kansas City, y siguió el domingo en Louisville (Kentucky). Serán 55 conciertos en arenas de Estados Unidos y Canadá, en la gira que va a disputar a la de Joshua Tree, de U2, el título de tour del año en esos países.

Despedida en Latinoamérica

En la primavera de 2018 está previsto que vaya a Europa, aunque por ahora no hay fechas, y después a Asia, Oceanía y, finalmente, a Latinoamérica, donde tiene planeado llevarla a estadios. Waters es extremadamente popular en la región. En 2012, llenó 9 noches consecutivas el estadio de River Plate, y en septiembre pasado, 400.000 personas le vieron en México DF, en tres conciertos en los que pidió la dimisión de Enrique Peña Nieto. Dos canciones del tercer recital, en el Zócalo, han sido colgadas en YouTube por el propio Waters en su canal oficial: Pigs (Three Different Ones) y Time.

Entre los fans de su trabajo en América Latina, hay un nombre que nadie esperaría: Jorge Luis Borges. El escritor argentino adoraba Pink Floyd y en sus cumpleaños, no quería que le cantarán la tradicional canción. Quería que sonara el clásico de la banda británica The Wall, un disco que es la autobiografía de Roger Waters, que entonces estaba en el grupo. Fueron, eso sí, pocos cumpleaños en los que Borges pidió esto, porque el disco salió en noviembre de 1979 y Borges falleció en 1986. “Le encantaba. Decía que esa música era muy poderosa, muy intensa”, explica la viuda del escritor, María Kodama, en una entrevista.

Us and Them toma su nombre de una canción de Pink Floyd. Y eso ya indica que es una gira basada en la nostalgia. El domingo 21, Waters hizo un ensayo general de su espectáculo para la prensa y amigos. Y, de los 19 temas que tocó con su banda de 6 músicos y 2 coristas (las cantantes del grupo de pop indie neoyorkino Lucius, Doris Laessig y Jess Wolfe), 15 eran de la antigua banda. Solo cuatro están en Is This the Life We Really Want? Un día antes, Waters, político siempre, había arremetido contra el presidente de Brasil, Michel Temer, al colgar en su página de Facebook la foto del mandatario en una réplica de la portada de su disco con la leyenda, en portugués, Essa é a vida que realmente queremos?

Contra el muro y el presidente Trump

¿Qué es lo que le molesta a Waters en 2017? Lo más obvio, Donald Trump, al que dedica varias canciones de Pink Floyd como Another Brick In The Wall, Money, y, en especial, Pigs. Three Different Ones (Cerdos. Tres diferentes), a la que ha convertido en un manifiesto contra el presidente de Estados Unidos con unos efectos visuales muy parecidos a los del concierto de México, que luego repitió dos noches en Coachella, en California. De hecho, el montaje de esta gira es una versión reducida de los 5 conciertos masivos que Waters dio en otoño. Unos conciertos que tenían un significado simbólico, porque eran a un lado y a otro de la frontera en la que Donald Trump quiere construir su famoso – y siempre aplazado – muro.

“Trump ha marcado las vidas de todos nosotros”, explica Waters en un estudio de mezclas en Manhattan, antes de pasar a imitar al presidente de Estados Unidos: “Imagínatelo en la oscuridad de su cuarto, de noche, con su teléfono, tuiteando contra alguien que le cae mal”. El ex líder de Pink Floyd afirma que Us and Them “es parte de la resistencia contra Trump porque ya hay algún tipo de resistencia. Otra cosa es que vaya a organizarse o no”.

Crítica a las nuevas tendencias de música

La obsesión de Waters, dentro y fuera de Pink Floyd, ha sido dar significado a sus conciertos y a sus discos. En esta gira, el escenario replica la térmica de Battersea, que sale en la portada del disco Animals, y que se descuelga del techo en los momentos más políticos del espectáculo. Es algo que Waters cree que le perjudica en términos comerciales. “La mejor manera de presentar algo al público es quitándole todo el significado”, se lamenta. Y ahí, deja ver otra cosa que le desagrada: la música del rapero canadiense-estadounidense Drake.

“No quiero ser antipático con Drake, ¡pero…!”, dice Waters con ironía y teatralidad, antes de continuar: “¿Has visto o has oído a Drake? Y yo contenté: “No. Claro que no”. Y luego vi que su canción más favorita es… es… ¿cómo se llama? ¡Hotline Bling! Y miré cuántos ‘streams’ ha tenido. Nada menos que 1.200 millones. ¡La gente ha escuchado eso 1.200 millones de veces! Así que dije: “A la mierda, tengo que escucharlo”. Y lo puse. Y vi que era eso: la nada ab-so-lu-ta. No tiene contenido”.

Waters es muy británico. Muy irónico. Y muy teatral. Así que se pone a imitar a Drake mientras habla: “Tiene una voz grave que es, en cierto sentido, relajante, supongo, y que a lo mejor la gente encuentra sexy. Y tiene un video muy bien hecho, en el que aparece bien vestido, un tipo negro guapo… Pero ¿1.200 millones de streams? ¿Por qué? Porque está desprovisto de contenido. Esa canción es la nada”. Justo lo contrario que lo que él quiere vender en la que será, casi con total seguridad, su última gran gira mundial y, con ella, un paso más hacia el inevitable punto final de Pink Floyd, justo 50 años después de la publicación de su primer disco, The Piper at the Gates of Dawn.