¿Hay forma de contrarrestar el síndrome de las piernas inquietas? Un suplemento podría ser la respuesta

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NUEVA YORK.– El magnesio suele ser promocionado como un antídoto contra el mal dormir. Pero si bien algunos médicos dicen que está bien ingerirlo en forma de suplementos para combatir algunos problemas del sueño, como los causados por el síndrome de piernas inquietas, también aclaran que hay escasa evidencia de sus beneficios como inductor del sueño.

El magnesio, un mineral abundante en el cuerpo humano, cumple un rol crucial en muchas funciones psicológicas. También refuerza el sistema inmune, contribuye a regular el azúcar en sangre, y mejora la función de nervios y músculos. Algunos científicos sospechan que el déficit de magnesio empeora la calidad del sueño, generando disrupciones en las señales nerviosas y alterando los niveles de las hormonas inductoras del sueño, como la melatonina.

Pero los niveles de magnesio de la mayoría de la gente son normales, ya que se incorpora de manera natural con una dieta medianamente sana. El mineral está presente en una amplia variedad de vegetales y carnes, como las legumbres, los frutos secos, las semillas, el pescado y el yogur. Y aunque la ingesta de magnesio de muchas personas no cumple con el mínimo diario recomendado por instituciones médicas, los casos de verdadero déficit de magnesio son muy infrecuentes.

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Varios estudios realizados a lo largo de los años analizaron si los suplementos de magnesio pueden mejorar la calidad del sueño, pero la mayoría fueron ensayos pequeños y mal planificados, lo que impide sacar conclusiones firmes. Una revisión sistemática publicada en abril analizó tres ensayos clínicos que estudiaron los efectos de los suplementos de magnesio sobre el insomnio en 151 adultos mayores, y concluyó que en general arrojaban “evidencia pobre o muy pobre”.

En un estudio publicado en 2012, los investigadores reclutaron a 46 adultos mayores con insomnio crónico y los dividieron en dos grupos. A uno le indicaron tomar 500 miligramos de magnesio todos los días durante ocho semanas, y al otro grupo se les dio un placebo. Al finalizar el estudio, los investigadores descubrieron que en comparación con el grupo placebo, los que tomaron magnesio informaron una mejora en de los indicadores “subjetivos” del insomnio: al acostarse se dormían más rápido y se despertaron menos veces en medio de la noche. Sin embargo, los investigadores encontraron que no mostraban ninguna diferencia en el total de horas dormidas.

En general, el magnesio casi no tiene efectos colaterales, y en dosis bajas no debería causar daño. Según el Instituto Médico de Estados Unidos, los adultos sanos pueden tomar hasta 350 miligramos diarios de magnesio en forma de suplemento sin inconveniente. Una ingesta igual o menor a esa dosis difícilmente tenga efectos adversos. Pero en dosis más altas, el magnesio puede desencadenar problemas intestinales, como diarrea, señala la doctora Colleen Lance, directora médica del Centro de Desordenes del Sueño del Hospital Hillcrest de Cleveland, Ohio. La especialista dice que si bien la evidencia a favor del magnesio en casos de insomnio es débil, no está mal que la gente lo intente.

“A mis pacientes les digo que prueben a ver si les funciona –dice Lance–. Tal vez no ayude, pero probablemente no haga ningún mal”.

Piernas inquietas

Uno de los casos en los que recomienda el magnesio es en pacientes con síndrome de piernas inquietas, un trastorno del sistema nervioso que desata un deseo irrefrenable de mover sus extremidades, en general en medio de la noche, interrumpiendo el sueño. En teoría, dice Lance, el magnesio puede ayudar, porque facilita la emisión de señales eléctricas de los nervios, aunque la evidencia de sus beneficios para las “piernas inquietas” es limitada y ambigua, y puede no funcionar en todo el mundo.

Un pequeño estudio de 1998 descubrió que las personas con ese trastorno experimentaban menos interrupciones del sueño tras tomar magnesio. Sin embargo, una reciente revisión sistemática de estudios anteriores concluyó que “no está claro” si el magnesio ayuda a aliviar el síndrome. Según Lance, hacen falta más investigaciones, pero mientras tanto les dice a sus pacientes con ese problema que tal vez valga la pena probar si les funciona. “Les decimos a los pacientes que intenten tomar magnesio en horas de la noche para ver si mejora un poco la situación.”

Uno de los tratamientos más efectivos para el insomnio es la terapia cognitiva conductual
Uno de los tratamientos más efectivos para el insomnio es la terapia cognitiva conductual

Sin embargo, el insomnio crónico no suele ser un problema que se solucione con una pastilla. Cuando le llega un paciente que se queja de sufrir insomnio, Lance suele realizarle una evaluación para descubrir las causas de fondo de sus noches sin dormir. Y por lo general descubre que los pacientes tienen problemas para conciliar el sueño o seguir durmiendo debido a un trastorno no diagnosticado, como la apnea del sueño o el síndrome de piernas inquietas. También hay muchas mujeres que tienen problemas para dormir relacionados con la menopausia. Algunas personas no pueden dormir profundamente porque en su entorno hay demasiado ruido, como tener un cónyuge que ronca o un perro que ladra durante la noche. Otros pueden tener dificultades para dormir debido a la ansiedad laboral, económica, o alguna otra situación estresante que estén atravesando.

Uno de los tratamientos más efectivos para el insomnio es la terapia cognitiva conductual, (TCC), que ayuda a las personas a resolver los comportamientos subyacentes que llevan a la interrupción del sueño. Hay terapias como la ventilación por “presión positiva de las vías respiratorias” (CPAP) que pueden ayudar a las personas con apnea del sueño. Y en algunos casos también pueden funcionar algunos medicamentos, como los suplementos de melatonina, pero Lance advierte que el verdadero insomnio no se cura con una pastilla.

“Lo que notamos es que muchos pacientes tienen algún problema subyacente, pero igual buscan que una pastilla les solucione el problema –dice la especialista–. Por el contrario, lo que hay que hacer es encontrar y abordar el problema de fondo”.

Por Anahad O’Connor

(Traducción de Jaime Arrambide)