Financiación de pymes: el tamaño importa

Las pymes, pequeñas y medianas empresas, son el vehículo en que las ideas se implementan y, por ello, los agentes más importantes en la creación de nuevos empleos, lo que las ha convertido en motor del desarrollo. Hoy existen pocas dudas sobre ello en el ámbito académico, político e incluso en la opinión pública, pero para lograr que todos lo veamos así, ha sido necesario un cambio de escala gradual.

Comenzó tímidamente en los años ochenta, coincidiendo con el redescubrimiento del valor de la pequeña iniciativa empresarial en la economía, y no llegó a ser evidente hasta finales de los años noventa y principios de este siglo.

De Galbraith al apoyo a las pymes

Durante ese período, jalonado por crisis importantes, se produce un cambio de escala en los pilares de la política económica. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en los países desarrollados, las ideas de John Kenneth Galbraith Galbraith alentaron una estrategia de crecimiento económico basada en las grandes empresas, y se consideraba a las pymes unidades productivas condenadas a la ineficiencia por su reducida dimensión. A partir de los ochenta, en cambio, se constata la pérdida de competitividad de la gran empresa.

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Los efectos económicos positivos de las pymes para un país explican que instituciones públicas y privadas hayan querido apoyar al colectivo de las pymes durante los últimos más de cien años, al principio tímidamente con leyes como la Sherman Antitrust en EE. UU. en el año 1890 y luego ya mas intensamente tras la crisis del petroleo, luchando contra los fallos de mercado (o de gobierno) que les impiden crecer.

La financiación especializada

Este cambio de escala en las políticas empresariales apenas ha sido estudiado, mientras que las actuaciones públicas gozan de gran producción académica. Vamos a analizar su importancia con el ejemplo de un caso concreto y reciente: la financiación especializada del Banco Sabadell, aunque podría también estudiarse los casos del extinto Banco Popular o de los exitosos y consolidados bancos americanos Chase Bank y Bank of America.

Tanto los dos bancos españoles como las entidades financieras estadounidenses, tan antiguas como esa primera ley americana de apoyo a las pymes, han estado ofreciendo productos y servicios financieros a este tipo de compañías durante muchas décadas, adaptándose a las necesidades cambiantes de las empresas y sabiendo ayudar a la pequeña escala en todas las coyunturas.

Origen emprendedor del Banco de Sabadell

El Sabadell fue fundado a finales de 1881 por un grupo de más de cien pequeñas empresas, todas talleres, industrias y comercios locales. Se unieron para financiar y proporcionar apoyo a las industrias textiles y manufactureras de la región, en plena expansión, pero con dificultades crecientes de acceso al crédito.

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Esa clara vocación fundacional de apoyo al tejido industrial y comercial de su entorno permitió al banco vallesano crecer rápidamente. Además, la cercanía casi física a sus clientes, de los que muchas veces se convertía en socio estratégico, le aportó un valor diferencial.

Importancia de la anticipación

Las necesidades de las pymes han cambiado de forma radical a lo largo de los últimos 143 años, pero también el paso del tiempo ha demostrado la importancia de la anticipación, el acompañamiento y la asesoría con ese pequeño tejido empresarial desde la época de la Restauración hasta el momento actual.

La base del servicio ha sido siempre el conocimiento profundo de los distintos sectores de actividad, así como la aportación de crédito a cortísimo plazo, casi siempre la necesidad más apremiante para este tipo de empresas especialmente en momentos de crisis económicas, desde la Gran Depresión de 1929 a la de 2008, hasta la más reciente provocada por la pandemia de covid-19.

Tejido de pequeñas y medianas empresas

La industria textil catalana fue la primera gran beneficiaria de esa aportación, pero poco a poco fueron añadiéndose otros sectores y colectivos en el resto de España. De hecho, hoy es difícil encontrar una asociación de autónomos o un mercado municipal que no haya recibido la visita de un empleado de este banco español.

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Algunos ejemplos de esta política empresarial para ese colectivo que pueden considerarse como buenas prácticas serían la mencionada financiación a corto y medio plazo, y especialmente los créditos a la exportación, o la adopción de tecnologías para el comercio electrónico y la automatización; sin olvidar la financiación alternativa como es el venture debt para pymes tecnológicas. Para valorar el impacto de todas estas herramientas en el tejido empresarial español, basta mencionar que la entidad gestiona más del 41.2 % del crédito relacionado con pymes.

La banca ‘relacional’ y la financiación de pymes

Algunos expertos han argumentado que, en un momento de restricción crediticia como el que siguió a la gran crisis de 2008, la llamada “banca relacional” debía jugar un papel clave en la ayuda a las pequeñas y medianas empresas. Lo definían como un modelo que pondera positivamente el contacto cercano con los prestatarios, ya que produce una mejora de la productividad de la contratación de crédito, especialmente en el caso de las pymes.

De ello, los autores extraían una consecuencia: las entidades financieras de menor tamaño, por su mayor conocimiento del territorio y contacto más cercano con la clientela, son las que en el pasado habían extraído mayor ventaja.

Buenas prácticas en un mercado bancario consolidado

Fruto del proceso de reconfiguración bancaria tras esa crisis financiera, pocas entidades quedan de ese esfuerzo por acercarse a las pymes. El ejemplo del hoy desaparecido Banco Popular, clásico líder de la financiación a pymes, es una muestra de lo anterior. No podemos permitirnos que el tamaño importe para mal en la financiación bancaria y las pequeñas empresas se queden sin suficientes entidades que les entiendan y les ayuden.

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Una oferta especializada a la pequeña escala, como las vistas en este artículo, evidencian cómo desde la iniciativa privada se puede apoyar la fortaleza y el crecimiento de las pymes sin perjudicar la cifra de negocio y, por supuesto, la sostenibilidad de las finanzas públicas. Al mismo tiempo es un acicate para que más agentes privados tomen ejemplo y se incorporen a esta estrategia exitosa de asociación con las pymes.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Iñaki Ortega Cachón es consejero asesor del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE