Ferrari eligió a Carlos Sainz y quebró el dominio de Red Bull y de Verstappen
Una victoria de equipo. Un triunfo de estrategia. Un éxito agónico, pero merecido. Ferrari regresó a la cima, con Carlos Sainz Jr. como bandera de la Scuderia. Un festejo que terminó con el aplastante dominio de Red Bull Racing, que se impuso en todos los escenarios del calendario hasta el Gran Premio de Singapur. Una celebración que finalizó con la serie histórica de diez primeros puestos que encadenaba el bicampeón Max Verstappen, terminó quinto, en la Fórmula 1. Los múltiples errores que envolvieron desde hace un largo tiempo, argumentos para ensayar enérgicos cambios de rumbos en la estructura de Maranello, fueron sepultados en el agobiante circuito urbano de Marina Bay: una idea firme, de conjunto, llevada a la práctica sin fisuras con el piloto español como líder y con Charles Leclerc aceptando el rol de escudero para desatar la euforia de los tifosi, tras 14 meses sin sonrisas.
Fue una conquista que descubrió un plan de equipo, pero también la firmeza y la capacidad de Sainz Jr. para expresar lucidez en los pasajes críticos de la carrera y extraer el máximo en cada espacio del programa: dominó en entrenamientos, se adueñó de la pole-position y firmó la victoria, ofreciendo una versión madura y consistente que aleja las versiones de una posible salida de Ferrari.
En épocas de revuelo, Sainz Jr. enseñó las garras y elevó el listón. Demostró ambición y dedicación para sobreponerse a las críticas y componer un fin de semana perfecto, ratificando el salto cualitativo para ser considerado piloto líder. En Singapur dirigió a Ferrari de modo imperial y firmó su segundo éxito personal en el Gran Circo, luego de un desenlace de carrera apretado en el que relució la inteligencia para utilizar a Lando Norris (McLaren) como dique para el apetito que reflejaba Mercedes, con George Russell y Lewis Hamilton. Un gran premio delicado por el agobio de la humedad, que repercute en el físico y embota el cerebro, también por las dificultades de un circuito que se traza entre muros. El primer eslabón del triunfo lo marcó el madrileño en la clasificación, al anotarse con el mejor registro en la Q3: una partida perfecta, al apagarse los semáforos, un segundo episodio para juntar pruebas para enlazar la victoria.
La imperial victoria de Carlos Sainz Jr. en Singapur
La degradación del neumático y el mejor ritmo de carrera de Mercedes, las dos aristas que preocupaban al garaje. Lejos de enredarse, Ferrari se aferró al manual: prioridad para Sainz Jr., relegando a Leclerc. El monegasco largó tercero, pero la Scuderia lo calzó con neumáticos blandos para que atacara a Russell en la partida y se ofreciera como escudero del español. Ese movimiento fue el primero para defender la posible victoria del madrileño, una jugada como en los viejos tiempos en donde la Ferrari mejor ubicada era la que tenía prioridad de triunfo. “Todo se trataba de limitar la degradación de los neumáticos y llegar a los objetivos de vuelta con cada compuesto, pero tuvimos que detenernos antes de lo previsto por el ingreso del Auto de Seguridad [en la vuelta 20, por el incidente de Logan Sargeant (Williams)]… Tuve que bajar el ritmo, pero a la vez no darles oportunidades a Russell”, apuntó quien ganó por primera vez en la F.1 en Silverstone, el año pasado, en una carrera también dramática, pero en la que el box lanzó órdenes desopilantes, en las que pedía que fuera Leclerc quien se llevara el triunfo.
Con el británico de Mercedes en los espejos, Sainz Jr. resultó un témpano al volante. Manejaba la ventaja y ralentizaba la carrera, lo que se traducía en administrar las gomas y apretar al que se ofrecía como máximo rival con otros pilotos. El plan marchaba de maravillas, hasta que el motor del Alpine de Esteban Ocon se apagó y motivó un Safety Car Virtual, con 19 giros para el final. Los Mercedes tomaron la ventana, calzaron neumáticos medios nuevos y se lanzaron a la caza del español, desde los puestos cuatro y cinco. Leclerc no logró frenarlos y el cronómetro le daba tiempo para que las Flechas de Plata llegaran a la cola de la Ferrari del madrileño en las vueltas finales. El escudo pasó a ser Norris, excompañero y un amigo -el abrazo apenas se bajaron de los autos reflejó la unión que los emparenta-, al que dejó venir para que activara el DRS y así frenara a Russell o en su defecto a Hamilton. “Sentí que tenía la tranquilidad para ejecutarlo, porque había un buen auto para ganar y yo estoy en un muy buen momento en lo personal. Podía estar bajo esa presión de que si se comete un error todo irá mal, pero sentí tener el control en todo momento. Tenía un plan y lo seguimos, y cuando estuvimos bajo presión tuve ese puntito de calma para darle el DRS a Lando”, comentó, con la felicidad del deber cumplido y con el cansancio que se expresaba en el rostro.
No falló en su estrategia, como tampoco lo hizo el equipo de mecánicos en el pitlane. Norris desquició a Russell, que terminó en el último giro contra el muro, dilapidando su podio y perjudicando a Hamilton, que viajaba con mejor ritmo como para cazar a Sainz Jr. La jugada maestra rindió dividendos para quien en Singapur resultó el mejor de todos desde los entrenamientos. La bandera a cuadros cayó lenta sobre la Ferrari, las campanas sonaron en Maranello y la bandera del Cavallino Rampante lucirá en su esplendor en la fábrica. La Scuderia logró la victoria con Sainz Jr., el piloto que, desde el reinicio, luego del parate de media temporada, se ofrece sólido supera en el Mundial a su compañero de garaje y aporta las soluciones que realzan el espíritu de Ferrari.