Familiares de presos políticos cubanos hacen llamado ‘a poner primero al ser humano que el dinero’

El preso político Roberto Pérez Fonseca pudo haber representado a Cuba en el mundo con su habilidad en el tenis. En su juventud quedaba siempre en los primeros lugares en las competencias nacionales, pero no pudo seguir en el deporte porque su familia no tenía dinero para el costoso equipo y las raquetas.

Su pasión por el deporte continuó y siempre que podía se unía a un equipo deportivo –de adulto prefería el baloncesto. Eso fue uno de los aspectos que cimentaron su popularidad en su pueblo de San José de las Lajas, en la provincia de Mayabeque, y que hizo que muchos lo siguieran cuando salió a la calle a pedir libertad el 11 de julio del 2021.

Pérez Fonseca, de 40 años, cumple una condena de 10 años en una cárcel de Quivicán por participar en las protestas que estremecieron a Cuba, y ya ha estado tres veces en celdas de aislamiento. Una vez permaneció seis meses en una celda oscura y tapiada, frente a una fosa llena de mosquitos.

“Los mosquitos se lo comían día y noche”, dice su hermano menor, Alberto Fonseca. “Lo único que le dan a los presos en aislamiento es una jarrita como de dos vasos de agua para el día entero. No tienen colchón ni sábana y los ponen en un espacio minúsculo”.

Roberto Pérez Fonseca, uno de los manifestantes del 11 de julio en San José de las Lajas, cumple una condena de 10 años en la prisión de Quivicán, desde donde protesta por la falta de atención médica y el trato a los presos políticos.
Roberto Pérez Fonseca, uno de los manifestantes del 11 de julio en San José de las Lajas, cumple una condena de 10 años en la prisión de Quivicán, desde donde protesta por la falta de atención médica y el trato a los presos políticos.

Aníbal Yasiel Palau Jacinto lo tuvieron ocho meses en una celda de castigo, apunta Fonseca, que no solo denuncia la situación de su hermano, sino de otros presos políticos, como este joven obrero que fue arrestado el 12 de julio del 2021 en el parque central de Güines por manifestarse y pedir libertad.

Fonseca, que reside en Canadá, envió un mensaje al mundo, desde la Casa del Preso en Miami, para no se olviden a los presos políticos cubanos, a quienes se les niega atención médica, se les castiga enviándolos a prisiones lejos de su ciudad y de sus familiares y se les quita el derecho a llamar a sus seres queridos, expresó.

“A mi hermano solo lo dejan hablar unos minutos, lo que quiere decir que al año solo habla dos horas con la familia, y cuando lo dejan, lo llevan esposado de pies y manos”, denunció Fonseca, que cuando su mamá, Liset Fonseca, le dijo que su hermano había salido a manifestarse el 11 de julio, “sintió un gran orgullo y a la vez una gran preocupación”.

Golpizas y torturas a los presos cubanos

Seis días después fue la policía política a buscar a Pérez Fonseca y a otros manifestantes de San José de las Lajas que habían salido en los videos que se hicieron virales en la isla y fuera de Cuba. Pérez Fonseca se ve en algunos de esos videos con una foto de Fidel Castro en la mano. También defendió de los golpes a un manifestante muy “flaquito”, lo que le ganó la ira de un represor conocido como “Rompehuezos” por la crueldad con que trata a los detenidos, contó su hermano Alberto.

“Entrando le dieron una golpiza en la estación de policía de San José de las Lajas. ’Esto de Fidel Castro te va a salir carito a ti’ “, apuntó Fonseca que le dijeron a su hermano, que estuvo seis días en la estación.

“Hasta mujeres policías los golpearon. Era como una cadena, como llegaban tantos presos, los golpeaban todos los policías cuando los iban a meter para el calabazo”, contó Fonseca.

Hoy Fonseca comparte también las denuncias de un grupo de familiares de presos, que se han unido en la iniciativa Cuba de Luto, para pedir la libertad de los presos políticos y condenar los malos tratos en las cárceles de Cuba.

Uno de esos lugares donde los manifestantes de la provincia de Mayabeque fueron maltratados fue en “la cárcel del sida”. Estaba en tan malas condiciones esa prisión que había sido destinada a presos que tenían el VIH, que para entonces estaba clausurada por las malas condiciones, cuenta Fonseca.

“Alli los golpearon, desnudos de espaldas, y los obligaron a gritar Viva Fidel y Viva Díaz Canel”, contó Fonseca.

Martha Perdomo, madre de Jorge y Nadir Martín Perdomo, dos jóvenes manifestantes del 11J en San José de las Lajas, también denunció los malos tratos a sus hijos, que estuvieron en esa cárcel.

“El día que se los llevaron presos fueron golpeados, ‘enshakirados’, de mano y pies con cadenas por el simple hecho de haber pedido libertad”, dijo Perdomo en un video que obtuvo el Nuevo Herald.

“Esto fue seis día después de la manifestación, fue algo premeditado. Los pusieron en celdas de castigo, diciéndoles que ahí tenían 30 años. ¿Qué más tortura para dos personas que lo que querían era cambio, libertad, tener futuro, algo bueno para sus hijos, y fueron torturados de un momento a otro, sin ellos saber lo que estaba pasando?”, detalló la madre, que ha tenido que viajar a prisiones distantes en medio de la grave crisis económica que atraviesa la isla.

Jorge, graduado de Cibernética, fue condenado a ochos años y enviado a la prisión de Quivicán. Hoy está en un campamento, un régimen de encarcelamiento de menor rigor donde los presos tienen que hacer labores como cortar marabú. Por su parte, su hermano Nadir, profesor de idiomas, permanece en una prisión en Melena del Sur.

“Lo hacen para que la familia sufra, pues al dividirlos la madre tiene que verlos por separado y el costo monetario es mayor, el desgaste físico y el dolor, la ira, los va destruyendo poco a poco. Es triste pero es la realidad”, denunció en redes sociales David Aguila Montero, ex preso político, sobre la política que sigue el régimen cubano para infligir más dolor a la familia.

Un manifestante en las protestas del 11 de julio del 2021 en Cuba es acosado por partidarios del régimen en La Habana. Hoy permanecen en las cárceles más de 1,000 presos políticos, algunos con condenas de una década por manifestarse pacíficamente. Sus familiares piden a los organismos internacionales atención a los presos y a las duras condiciones que enfrentan en medio de la crisis política y económica que atraviesa Cuba.

La grave situación de los presos y sus familias

Maria Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba, confirma que las condiciones generales en las prisiones de la isla, tanto para los presos comunes como los políticos, no solo son “deplorables, sino que en su conjunto alcanzan el rango de tortura”.

Werlau enumera “castigos extremos, tortura física y psicológica, pobre alimentación, falta de higiene y de agua y negación de tratamiento médico”, como algunas de las denuncias que recibe Archivo Cuba, una organización sin fines de lucro dedicada a documentar con datos verificables las violaciones de derechos humanos en Cuba.

La activista e investigadora apunta que el gobierno cubano, como signatario de la Convención contra la tortura y tratos crueles e inhumanos de Naciones Unidas, debe encargarse de vigilar que estos no ocurran.

Archivo Cuba tiene documentados, con nombre y apellidos, en las más de seis décadas del castrismo, 519 asesinatos extrajudiciales –aquellos en que un agente del estado está involucrado en el asesinato–; 26 muertes por huelgas de hambre; 327 por condiciones médicas, 17 en accidentes o negligencia y 125 suicidios.

“No hay posibilidad de que a los organismos internacionales se les permita inspeccionar las cárceles cubanas, por lo que eso nos da para seguir trabajando y lograr que Cuba cumpla con las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos”, dijo Werlau.

La activista señaló también que el régimen cubano castiga a los presos enviándolos a prisiones lejos de sus familiares, quitándoles las visitas de manera arbitraria y poniéndolos con los reos comunes, para que los golpeen. “A algunos los han asesinado los presos. Es una de las crueldades del régimen”, apuntó.

Muchos presos cubanos son emprendedores

Una de las preocupaciones de activistas pro derechos humanos es el olvido de la situación de los presos, que ha pasado a un segundo plano en medio de otras noticias sobre Cuba, como el reclutamiento de mercenarios cubanos para pelear del lado del ejército ruso en Ucrania, o el viaje de 70 emprendedores a Miami en un momento en que tanto el gobierno de Estados Unidos como el de Cuba estudian formas de brindar más apoyo al sector privado.

“La dictadura no se detiene en su trato maquiavélico a los presos, y lo lleva a sus familiares, a sus hijos, a sus madres”, dijo Fonseca. “Mientras todo este deshielo está sucediendo, están utilizando a los presos comunes para golpear a los presos políticos. Entonces yo quiero hacer un llamado a la comunidad internacional a que ponga primero al ser humano que al dinero”.

Fonseca señaló también que hacer concesiones al régimen cubano lo fortalecería más. “El gobierno de Estados Unidos debería enfocarse en ayudar al pueblo, porque los que más necesitados están en Cuba son los presos políticos y sus familiares”, puntualizó, trasmitiendo la preocupación de su mamá por su hermano y por su nieto de cuatro años.

“Ya tu hermano pasó a segundo plano, porque el dinero importa más. ¿Qué le vamos a decir al niño [de Pérez Fonseca]? ¿Que ahora es el momento de emprender con los que metieron presos a estos muchachos y a estas madres después del 11 de julio?”, dijo Fonseca, indicando que ningún emprendedor se ha reunido con un familiar de un preso político.

Muchos de los presos políticos del 11J son emprendedores, indicó, poniendo como ejemplo a Juan Enrique Pérez, un profesor de karate que daba clases particulares; Samuel Pupo, licenciado en Matemáticas e Informática, que tenía su pequeño taller de reparaciones de equipos eléctricos en casa, y Yosvany Rosell García, herrero y soldador que mantenía a su familia con su taller.

“Si vamos a hablar de un emprendedor, mi esposo es uno de ellos, que con su propio esfuerzo y sacrificio, ha construido un taller, sacó sus patentes, se hizo cuentapropista para sostener a una familia con hijos pequeños”, dijo Mailin Sánchez, esposa de Rosell García, que hizo un llamado a Estados Unidos a pedir la libertad de los presos.

Yosvany Rossell García, manifestante del 11 de julio, de Holguín, y su esposa, Mailin Sánchez, quien denuncia la situación de los presos políticos en Cuba en la campaña Cuba de luto y recuerda que su esposo es un emprendedor, que mantenía a su familia con un taller de soldadura.
Yosvany Rossell García, manifestante del 11 de julio, de Holguín, y su esposa, Mailin Sánchez, quien denuncia la situación de los presos políticos en Cuba en la campaña Cuba de luto y recuerda que su esposo es un emprendedor, que mantenía a su familia con un taller de soldadura.

“Muchos padres de familia hoy se encuentran en las cárceles; son emprendedores y con mucha experiencia para realizar un buen futuro para sus hijos, por eso es que sus familiares estamos exigiendo la libertad de los presos políticos. Dios, patria, vida y libertad para los presos políticos”, pidió Sánchez.

Laritza Diversent, abogada y directora ejecutiva de Cubalex, una organización que ha recibido cientos de denuncias de los presos y sus familiares, dijo que nadie quiere mirar para las cárceles cubanas.

“Es un lugar olvidado”, dijo la abogada, que el día de esta entrevista estaba atendiendo denuncias de presos que no reciben atención médica. “Por la frecuencia con que recibimos las denuncias de la negación de atención médica, vemos una intención de hacer sufrir a las personas, de que pasen dolores, y lo consideramos tortura, al igual que la restricción extrema de alimentos”.

Cuatro cubanos murieron en centros de detención y cárceles en septiembre, según informes del Centro de Documentación de Prisiones Cubanas. De esas muertes, tres se debieron a la excesiva demora de las autoridades en proporcionar atención médica a los reclusos o detenidos, dijo Diario de Cuba, que recogió las protestas de los presos.

El 88% de los cubanos viven en extrema pobreza, según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, lo que agrava las dificultades que enfrentan los más de 1,000 presos políticos y sus familiares.

“Cuando se habla de cifras, no se humaniza, hay que hablar de historias personales”, precisó Fonseca, indicando un ángulo muy importante de la situación, la politización del tema de los presos políticos.

“Esto no es una cuestión de partidismos, las madres allá [en Cuba] no discuten de política, no saben de izquierdas o derechas, su preocupación es ‘cómo yo libero a mi hijo.’ Yo tengo que llevar ese sentimiento de una madre, de una esposa, de un hijo de un preso político”, concluyó Fonseca.